El cese de Cayetana Álvarez de Toledo tiene dos lecturas. En clave interna, Pablo Casado cede ante la alianza formada por su secretario general, Teodoro García Egea, y sus principales barones que por distintos motivos pedían el relevo de su portavoz en el Congreso. Y en clave externa, los nombramientos de Cuca Gamarra como portavoz parlamentaria y del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, como portavoz nacional del partido anuncian una nueva etapa de diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez con la negociación de los Presupuestos Generales del Estado en el horizonte.
"En septiembre se abre un nuevo tiempo político". Es una de las razones que Casado ha esgrimido para destituir a Cayetana Álvarez de Toledo, según ha explicado ella misma en una breve comparecencia de prensa en las puertas del Congreso de los Diputados.
La exportavoz del PP ha explicado que la negociación de los Presupuestos y la renovación de los principales órganos de la Justicia han formado parte de las discrepancias que han conducido a su ruptura Casado. Álvarez de Toledo ha dicho que se tomará un tiempo para decidir si renuncia o no a su acta de diputada en el Congreso.
La entente entre García Egea y los barones
Varios factores han confluido en la destitución de Álvarez de Toledo. El primero, y fundamental, según fuentes consultadas por Vozpópuli, el interno. El enfrentamiento total con García Egea había creado una situación "insostenible", que quedó en evidencia con la destitución de Gabriel Elorriaga como asesor de Álvarez de Toledo en el Congreso. Una decisión que se imputa al secretario general de los populares en primera persona.
"Desde el minuto uno, el secretario general (García Egea) intentó restringir la autonomía del Grupo Parlamentario Popular", ha dicho Álvarez de Toledo.
Al frente de García Egea se habían sumado, por distintos motivos, los principales barones autonómicos del PP. El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo; el presidente de Andalucía, Juanma Moreno; y el de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, eran firmes partidarios de relevar Álvarez de Toledo. Los tres son defensores del diálogo y los acuerdos con Sánchez y no creían en la figura de la portavoz, a la que identificaban con el aznarismo y un PP del pasado.
La cesión del líder del PP, dicen estas fuentes, debilita a Casado. Él apostó por Álvarez de Toledo contra todos y a pesar de todos. Y finalmente se ha visto obligado a recular. La elección de Almeida para la portavocía nacional del PP, cargo de nueva creación, ha sido el intento de Casado por minimizar el impacto de este cese. Almeida también fue una apuesta personal del presidente del PP. El alcalde de Madrid, del que muchos recelaban entonces, es ahora la estrella emergente del partido.
La elección de Gamarra como sustituta de Álvarez de Toledo es una victoria de los barones y de los restos del sorayismo en el PP. La exalcaldesa de Logroño, un perfil políticamente menos conocido, fue uno de los apoyos de Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias que perdió contra Casado hace dos años. A este nombramiento se ha unido el de Ana Pastor, apoyo clave de Mariano Rajoy, como vicesecretaria de Políticas Sociales.
Casado negociará con Sánchez
Estas fuentes anuncian un cambio de rumbo en el PP. Casado quiere abrir una etapa de diálogo con Sánchez a partir del otoño. España se enfrenta a una segunda ola de coronavirus. El número de casos positivos se ha disparado en todo el país y se teme un septiembre negro, de nuevo colapso en los hospitales, confinamientos y un dudoso regreso a las aulas de millones de escolares y universitarios.
"La palabra diálogo con el Gobierno se va a escuchar más que nunca", dicen.
La pandemia ha provocado una crisis económica sin precedentes en España. El Gobierno se enfrenta al reto de unos nuevos Presupuestos, en los que tendrá que encajar el rescate de la Unión Europea y los sacrificios que exija Bruselas. Álvarez de Toledo ha admitido que ella no está a favor de la negociación presupuestaria, y que ése ha sido uno de los motivos de su destitución.
El PP está dispuesto a transitar por ese diálogo porque, entre otras cosas, dan por amortizado a Pablo Iglesias. Los populares consideran que Podemos no pinta nada en el Gobierno y que es necesaria una cierta estabilidad para la crisis que está por venir.