Cuando las temperaturas hacen de las suyas y el cuerpo pide a gritos un chapuzón, la mejor opción no pasa únicamente por poner rumbo a destinos playeros. La propia naturaleza se ha encargado de crear auténticos tesoros en forma de piscinas naturales que no tienen nada que envidiar a las playas más espectaculares.

Vamos a ponernos romanticones. ¿Quién no ha oído la leyenda de Abd Al-Rahman y su amada Azahara? El primero, califa de Córdoba, estaba enamoradísimo de la segunda, granadina y nostálgica de Sierra Nevada. Lo malo era que que en Córdoba, la sartén de Andalucía, no hay nieve, así que el poderoso califa plantó miles de almendros a los pies de Sierra Morena para crear esa blanca ilusión ante los ojos de su amada.

En el caso de las personas que viajan con sus mascotas, es un buen momento para tomarse unos días de relax y desconexión y aprovechar la playa hasta el último suspiro, aunque el hombre del tiempo se ponga en nuestra contra. Aunque hasta este año la ley de costas era muy estricta respecto al acceso de perros a las playas durante la temporada de baño, este verano las cosas han cambiado: han surgido una serie de playas en diferentes puntos del país donde los perros son bien recibidos.

Cada verano la misma historia. Mientras los famosos disfrutan de sus vacaciones en islas paradisíacas (que para colmo ¡a veces son suyas!) nosotros agotamos las nuestras en el mísero metro cuadrado de playa que logramos rapiñarle a los cientos de veraneantes que invaden la costa Mediterránea. Sin embargo, cerca de la costa valenciana, la pequeña isla de Tabarca se sostiene sobre el mar tratando de desterrar tópicos.