Nueva edición del programa Barra Libre, conducido por Borja Negrete, en el que hablaremos de la Amnistía que se ha aprobado finalmente en el Congreso y de las últimas novedades referentes a Begoña Gómez. Junto a Borja Negrete, intervienen en el debate Francisco Rosell, director de Vozpópuli, José Alejandro Vara, Jefe de Opinión de Vozpópuli, y Gema Huesca, redactora especializada en tribunales.
Arrancamos con la Amnistía y lo que supone, Alejandro Vara lo tiene claro y apunta que "es el mayor ataque contra nuestra democracia", mientras que Francisco Rosell no tiene dudas de que, como ya han advertido Nogueras y Rufián en el Congreso, "los independentistas no van a parar porque ahora no tienen razones para hacerlo".
Volviendo a las informaciones referentes a la mujer del presidente, Rosell tiene claro que "no es el caso Begoña Gómez, se trata del Caso Pedro Sánchez".
En la última parte del programa se incorpora Gema Huesca, experta en tribunales de Vozpópuli, que nos da la visión legal sobre la Amnistía, que asegura que "aunque la ley está hecha de tal forma que a los jueces les cueste mucho negarse a aplicarla, los del 'Procés' no lo van a tener tan fácil"
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No hay tal éxito del independentismo, es todo un paripé de cara a los suyos para seguir viviendo del cuento de la lucha en pos de la Cataluña independiente. Lo que hay es una traición de la banda P$O€, otra más de su muy larga lista. No habrá solución mientras no se rechace a esta gentuza de la misma forma que se rechaza a los pederastas o a los traficantes de droga.
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El inicio del Régimen del 78 se marcó con la firma de la Constitución, un pacto que representó una transacción entre diferentes fuerzas políticas. Sin embargo, pronto surgieron cambios, especialmente con la llegada de Felipe González. Con la administración de González, se inició un proceso de deterioro de las libertades individuales, acompañado de transformaciones en la selección de jueces, un aumento notable de la corrupción y una marcada inclinación en la manipulación de la información. La siguiente etapa socialista, bajo el mandato de Zapatero, se caracterizó principalmente por cambios ideológicos, aunque se vio limitada por las consecuencias del colapso económico que dejó. Finalmente, llegó Sánchez. Un aventurero sin escrúpulos, cuya gestión ha sido asociada estrechamente con el PSOE de la República y la Guerra Civil, reflejando la línea de Largo Caballero. El PSOE nunca debió ser legalizado. Es el mismo partido que el de la guerra civil.
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El desafío que afronta España comenzó en la Transición y radica en el legado de sus partidos políticos, los cuales no surgieron de una tabula rasa, fundados ex novo, como ocurrió en el caso de la derecha con la UCD y AP (actual PP). En contraste, partidos como el PSOE, PC, ERC y PNV emergieron con un arraigado orgullo por su historia en la República y la Guerra Civil, perpetuando sus modos y tradiciones políticas. Por otro lado, los partidos de la derecha han enfrentado un complejo arraigado debido a que en su fundación figuraron personas pertenecientes al régimen anterior, a pesar de ser estos mismos actores quienes instauraron la democracia en el país.
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Es evidente que la izquierda ha mantenido viva las cicatrices de la República y la Guerra Civil, extendiendo su influencia hasta el presente y buscando, incluso, institucionalizar sus prácticas políticas. Han retenido viejos resentimientos y han rechazado los gestos de concordia y reconciliación. El resultado ha sido la creación de un muro de desconfianza y un continuo estado de enfrentamiento. Fue un error no obligar a que todos los partidos empezaran de cero. Esto hizo que el régimen de Franco fuera un paréntesis entre la República. la guerra civil y la Monarquía instaurada, recobrando a todos nuestros demonios familiares. Se debieron prohibir todos los partidos que participaron en la República y la guerra civil. Una nueva democracia, unos nuevos partidos. Aun cuando los participantes en los nuevos partidos fueran los mismos que los antiguos. Al menos en parte. Frases como «100 años de honradez» no se hubieran pronunciado. Los partidos separatistas debieron prohibirse.
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Ya será menos.