Cultura

Adiós a Ferlinghetti, el último Beat

Ha muerto una de las figuras clave de la literatura contemporánea del siglo XX. Se trata de Lawrence Ferlinghetti, poeta, librero y epicentro de la generación Beat, quien falleció esta

Ha muerto una de las figuras clave de la literatura contemporánea del siglo XX. Se trata de Lawrence Ferlinghetti, poeta, librero y epicentro de la generación Beat, quien falleció esta semana a los 101 años a causa de una enfermedad pulmonar en su residencia del barrio de North Beach, donde vivió durante los últimos cuarenta años. Como autor, Ferlinghetti publicó varias decenas de libros, entre ellos A Coney Island of the Mind, que desde que fue publicado en 1958 ha vendido un millón de copias en todo el mundo y ha sido traducido a doce idiomas.

El poeta y librero también ejerció de editor y publicó varias obras de los autores de la generación Beat, entre ellos el controvertido Howl de Allen Ginsberg en 1956, hecho por el que fue arrestado y llevado a juicio por cargos de obscenidad. Como buen agitador cultural, generó a su alrededor un moviendo literario que tuvo réplicas a un lado y a otro del mar Atlántico cuyas consecuencias literarias se sienten aún hoy entre generaciones de lectores y escritores. LO hizo a través de la librería City Lights, uno de los puntos de encuentro, reunión y tertulia de los poetas Beat en la ciudad de San Francisco, que terminó estableciendo relación de hermandad con la parisina Shakespeare & Company.

Todo aquel que deseara dormir una noche y beber una taza de sopa caliente o te debía hacer dos cosas: trabajar y leer un libro al día. Peticiones razonables para un aspirante a escritor –o aspirante a cualquier cosa- sin un centavo en París. Su dueño, George Whitman, hizo colgar en las paredes de su establecimiento una cartela: “Sé hospitalario con los desconocidos. Podrían ser ángeles disfrazados”. Whitman, este americano amante de los libros, había decidido abrir su local –empezó con una habitación en la que recibía a soldados de la segunda guerra mundial a quienes daba libros para leer-, por sugerencia de Ferlinghetti,  mítico librero y editor.

Joyce, Hemingway, Ezra Pound, Fiztegarld

Whitman le llamó entonces Le mistral –librería a la que, por cierto, Julio Cortázar acudía a comprar sus libros-. A mediados de los años sesenta, Whitman la rebautizó. Escogió Shakespeare and Company, el  nombre que distinguió durante años a la librería dedicada a  literatura en inglés fundada por Sylvia Beach –la editora de James Joyce- en París en 1919. Si ya en las manos de Beach el lugar había sido una leyenda –por ahí pasaron Joyce, Hemingway, Ezra Pound, Fiztegarld-, en las de Whitman se convirtió en un mito –todo aspirante a algo: escritor, político, filósofo ha dormido y trabajado en ella-.

Y es sobre ese mito sobre el que Jeremy Mercer escribe en La librería más famosa del mundo (Malpaso, 2014), porque lo es. Shakespeare and Companyfue no sólo el hogar de los beats en París ni el lugar por donde han pasado los más grandes escritores del siglo pasado –y este-. Es mucho más que eso. Hoy, en manos de la hija de Whitman –a quien él llamó, por cierto Sylvia Beach-, el local se comporta como los lugares de interés general: la rodean curiosos, turistas y fetichistas. Es, dice Jorge Carrión, más célebre que la Torre Eiffel. Y todo el mundo quiere su foto en ella o frente a ella. Antes no era necesario, pero ahora deben comprar la postal.

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