Es el único momento del espectáculo en el que no hay risa, ni siquiera enfado. Hay miedo. Aparece él, vestido con un mono de presidiario de Guantánamo y una barba postiza. Alá es grande, grita. Hace una pausa. Grande como una tele de plasma. Alá es grande; y por cincuenta céntimos lo haces gigante, remata. La carcajada no afloja y hasta podría decirse que el aire aprieta. "Menos mal que Darío ríe, para descargar el asunto", dice Edu Galán (Oviedo, 1980) refiriéndose a Darío Adanti, compañero de escena en Mongolia 2.0, el musical, un espectáculo satírico que ha recorrido más de media España -y suscitado no pocas demandas legales-, y en el que está incluido este número demoledor sobre el Islam.
En días de fanatismos, Edu Galán es una voz más que propicia para pasar revista a las obcecaciones religiosas, identitarias y políticas. Desde aquellas que llevan a una panda de terroristas a matar en nombre de un profeta, hasta las de quienes son capaces de pintarrajear a esas mismas víctimas y vestirlas el día de su funeral con una minifalda estampada con la senyera. Sin duda, nadie como Edu Galán para extraer toda la amargura que estas estampas airean. Fundador de la publicación satírica Mongolia –revista que presta su nombre al musical y que desde hace ya más de cinco años coloca 40.000 ejemplares de papel en los quioscos-, estudió psicología y filosofía, pero ejerce el periodismo, la sátira, el monologuismo así como otras disciplinas de alto riesgo.
Edu Galán, que sabe lo que es rociarse con gasolina en una fábrica de mecheros –hombre, lo de vestirse de yihadista en público, confiere galones-, tiene la lucidez de los pirómanos. Acaso por eso habla midiéndolo todo. Sabe cuándo hacer una pausa, cuándo provocar con un chascarrillo y cuándo dar un paso atrás. Es un tipo inteligente el Galán, mucho. Puestos a elegir, prefiere el ateísmo católico porque él no se va a a quedar sin San Agustín. Y puestos, también, pero acaso a tocar las pelotas, prefiere la intolerancia… porque eso de tolerar es lo que hacen los reyes con los súbditos. Poco antes de reanudar la gira de Mongolia 2.0 en Aranjuez durante la primera semana de septiembre, Edu Galán habla sobre España, la naturaleza de las redes sociales, la vigencia de la sátira y se sienta cual Chuck Palahniuk a disfrutar viendo cómo se derrumban los rascacielos.
No hay huevos para meterse con el Islam, les reprocharon algunos. El asunto es que sí lo han hecho.
Nos hemos vestido de yihadistas, sí. Ahora que estamos en arenas movedizas, hay que decir que el agravio contra el Islam (que terminó con el dibujante danés amenazado y con Charlie Hebdo) es la representación de Mahoma. Entre disfrazarte de ellos, como hacemos en el show, y representar a Mahoma hay un salto cualitativo. A nosotros no nos compensa. No es una cuestión de si hay huevos o no hay huevos, los satíricos no estamos para eso. Para eso está el ejército norteamericano.
Que les hayan estallado todas las bombonas para un atentado que llevaban preparando desde hacía meses, y la palmen todos, para mí es comedia"
Tocar ciertos temas, de ahora adelante, mete miedo en el cuerpo. A usted le dará, ¿no?
Lo veremos ahora. Entre el atentado de Barcelona y las funciones no ha habido oportunidad. Cuando sales a escena sí que hay un pequeño miedo, pero también lo que hay que tener claro es que es una sátira. Aunque sientas temor, este asunto consiste en reírse del poder. Ese terrorismo tiene un cierto poder sobre nosotros: tiende a inmovilizarnos, a hacernos sentir miedo en el espacio público, dar importancia a poner bolardos en el centro de las ciudades. La sátira siempre ha estado contra eso.
Y no te lo voy a negar, así como me da un poco de miedo, también me pican las tetas. Me da cierto gusto reírme de esta gente, porque son ridículos. Todas sus estructuras. El Cordobés es una verdadera broma. Que les hayan estallado todas las bombonas para un atentado que llevaban preparando desde hacía meses, y la palmen todos, para mí es comedia. La supuesta mano del imán es como la oreja de David Lynch en Blue Velvet. Todo lo trágico y rígido tiene su sátira y es bueno explotarlo para quitarle trascendencia.
"Charlie está haciendo lo correcto: incomodar. Tanto a la izquierda que lo califica de islamóbofo como la ultraderecha que se apropia su mensaje de forma interesada"
Todos nos convertimos en Charlie Hebdo. Sin embargo, qué mal sienta la cucharada de vuelta, ¿no cree?
Charlie Hebdo es la definición de sátira, por eso es canónico, porque incomoda a todas las ideologías. Todas lo han interpretado mal. Hasta cierto punto es normal, porque todas las ideologías han tratado de apropiarse de la sátira. Charlie está haciendo lo correcto: incomodar. Tanto a la izquierda que lo califica de islamóbofo como la ultraderecha que se apropia de su mensaje de forma interesada, porque si de pronto les enseñas una portada de los años ochenta sobre ETA, el asunto ya no les gusta tanto. La sátira está para eso, para asquear a la gente.
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Para entendernos, ¿qué diferencia la sátira del humor?
La sátira es un género literario que utiliza el humor y otros muchos recursos, como por ejemplo el mal gusto, la grosería, la ofensa. El humor es sólo un elemento. Me llama la atención, por ejemplo, en el caso de Mongolia. En ocasiones publicamos mensajes muy oscuros y negros, que no tienen gracia, pero la gente nos concibe como una revista de humor.
Yo no soy humorista, lo uso para determinados mensajes. En la sátira el humor es una herramienta más como puede serlo la grosería. El rey podría violarte podría tener, gracias al hecho de que lo asociamos a imágenes, una alusión al del rey Juan Carlos. En el fondo, no es algo que tenga gracia.
Trata de llamar la atención con palabras muy incómodas sobre el hecho de que el rey no puede ser condenado por ningún delito porque es el jefe del Estado, lo cual es absolutamente indecente. Entiendo que el rey no va a cometer una violación, pero si la cometiera, no podría ser condenado. ¿Eso es humor? No. Es sátira. Es grosería. Es mal gusto. Es algo incómodo. Por eso me gusta más que el humor.
No han sido pocas las grescas legales de Mongolia, la mayoría por temas religiosos.
Sí. En general, ocurre. España es un país católico con una raigambre católica muy asentada y muy trabajada durante la dictadura. Como decía Gustavo Bueno: yo no me puedo definir de otra forma que ateo católico. Provengo de una tradición católica y bien contento que estoy, porque hay cosas en el catolicismo que son estupendas como San Agustín, pero de ahí a aceptar como buenas las leyes morales impuestas por un libro que fue escrito hace 1700 años con unas leyendas arcaicas y demenciales, no hay quien los soporte.
Aun estando basado en una cosa demencial, lo que distingue al catolicismo en España es el hecho de que está protegido por las leyes. Existe desde el franquismo: la ofensa a los sentimientos religiosos. Algo tan individual como los sentimientos, ¿puede ofenderse? Se pueden ofender los sentimientos de un paranoico, incluso sin que existiese tal ofensa.
No tiene sentido que exista un delito de ofensa a los sentimientos religiosos y no al cientificismo, a la racionalidad. Está la izquierda muy feliz con los antivacunas. Hay un imbécil, un catalán que es un idiota que habla de la quinoa que cura el cáncer. Eso es un asco. Esto es una izquierda cumbayá despreciable, pero que está protegida por la ley. Que unos testigos de Jehová digan que, por su creencia, no se puede hacer una transfusión de sangre... ¡es para encarcelarlos! Por cierto –Edu Galán mira a la cámara, hace una pausa y dice-: Propongo encarcelar a todos los testigos de Jehová. Sin ambages, además. Uno y a la cárcel.
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"No tiene sentido que exista un delito de ofensa a los sentimientos religiosos y no al cientificismo, a la racionalidad"
¿El fanatismo religioso es peor que el fanatismo laico, o tal cosa como eso no existe?
Habría que hablar de un fanatismo identitario. Decía Chesterton una cosa estupenda, y él era muy católico: que cuando la gente dejaba el catolicismo, creía en cosas peores. Para mí creer en esta cosas New Age es bastante peor. Insisto, el catolicismo al menos tiene a San Agustín. En otras palabras, prefiero a Juan Manuel de Prada que a un idiota del 15M con sus chacras. Detrás del pensador católico existe una escuela filosófica, que es lo que entendería Gustavo Bueno como una religión terciaria. Pero detrás del gurú no existe mucho más que el hombre primitivo que cree y al que debería respetarse tanto como al indio que baila alrededor de la hoguera para que llueva. Los dos, el pensador católico y el indio, creen cosas, pero si tengo que escoger...
El monoteísmo es poco dado a la tolerancia, incluso al humor. ¿No le parece?
Cualquier creencia. Todas aquellas cosas férreas como la identidad, la religión, el nacionalismo, el equipo de fútbol son muy poco dadas al humor y menos a la sátira, porque la sátira es violenta.
"Todas aquellas cosas férreas como la identidad, la religión, el nacionalismo, el equipo de fútbol son muy poco dadas al humor y menos a la sátira"
En una época donde todos promueven la tolerancia, existen hordas de tolerantes.
Habría que revisar los conceptos de tolerancia e intolerancia. La tolerancia nunca es entre iguales. Decía Goethe: por favor, no me tolere, no me agravie. La tolerancia, y siento volver a mencionar Gustavo Bueno, es lo que tiene un rey con sus súbditos. Les tolera que piensen, siempre que piensen igual que él. El águila tolera a la mosca. Por tanto: no me tolere.
Y esto para tocar los huevos: yo prefiero la intolerancia. Si estás diciendo una barbaridad, lo mejor que puedo hacer es no tolerarte y decir que estás equivocada.
Como frase eso funciona. Pero su aplicación en el mundo real es problemática.
Totalmente.
Las personas leen el mundo como si se tratara de unas instrucciones de la pasta de dientes, sin matices. ¿Es una exacerbación reciente?
No sé si en el pasado la gente leía el mundo con más complejidad con la que lo lee ahora, en esto habría que tener muchísimo cuidado. Evidentemente, la contradicción está muy mal vista. Un maestro mío, Rodrigo Caballero, decía que entre la identidad y la verdad, la gente siempre prefiere la identidad. Cognitivamente, el mundo no es fácil de explicar.
Aquello de ‘te quiero pero a la vez te odio’ es muy jodido. Los claroscuros, los grises, son difíciles. Esto, que se debe en buena medida a las redes sociales y los medios, permite que aumente la potencia que tienen los grupos divergentes, porque es lo que vende. Los moderados no venden. Arden las redes que diría Juan Soto Ivars. Son cosas del tipo: alguien ha dicho ‘esto’; cuando en realidad sería ‘esto quizá podría ser así’. Habría que vivir este asunto con un espíritu crítico y con la premisa de leer antes de escribir.
Todos veían en Facebook y Twitter espacios de libertad de expresión. Pero la propensión al linchamiento es altísima. Entre eso y la crisis que atraviesan los medios, ¿qué hacemos?
Las redes sociales gratifican los extremos. El que expresa su opinión de determinada manera, ¿es un extremista? No necesariamente. Como se lee en el libro El filtro burbuja: las redes sociales quieren que seamos extremos. Porque así hay más clics, más tráfico, más generación de contenido.
No necesariamente somos más propensos, lo que sí se hace más evidente, y antes no sé si ocurría porque no existían tantos medios de comunicación, es el gran número de idiotas que nos rodea y la resonancia que adquieren. ¿Esto ha ocurrido en el pasado? No lo sé. Yo en los noventa iba a bares y ya había una cantidad terrible de idiotas, lo que pasa es que ahora aparecen en los medios, porque esos medios viven de generar contenidos y clics. Es la pescadilla que se muerde la cola: damos eco a idioteces porque de lo contrario nuestro medio no podría sobrevivir. Esto es una cosa muy rara. Las redes sociales son así, los medios digitales son así. La publicidad está en caída libre.
"En los noventa iba a bares y ya había una cantidad terrible de idiotas, lo que pasa es que ahora pueden aparecer en los medios"
Así que en principio está curado de espanto. Cuando se publique esto, no escribirá pidiendo que le cambiemos el titular. ¿O sí?
Para nada. Cuando muchas veces me dicen: hombre, he puesto este titular por los clics. Pues, claro, ¿no te parece? De arranque tengo que llamar tu atención para que veas que hay mucho más detrás de ese titular. Conseguir llamar la atención en la cantidad de información que recibimos a diario es muy difícil.
Por cierto, usted hace entrevistas, muy buenas además. Siempre elige personajes que son la antítesis de la cabecera donde las publica.
Soy un entrevistador sobre cultura y siempre tiendo a tener una conversación. Porque siento que en una entrevista lo incómodo, lo que quieras sacar del entrevistado, acaba saliendo. Y el único truco, además de documentarse a saco, es permitir que el otro esté cómodo.
El columnista y el tertuliano son, incluso contra su voluntad, humanistas contrarreloj como dice Juan Villoro. ¿El que trabaja con la sátira es un humanista pirómano?
Es como El club de la lucha, esa escena cuando disfrutan viendo desde una tumbona cómo caen los rascacielos. Es una imagen canónica para explicar la sátira. Yo disfruto viendo caer las cosas. Esta idea de ‘pueblos del mundo, extinguíos’, y aunque me guste el ser humano, me fascina. Cuando ocurren situaciones como las de Miguel Blesa, pienso: qué momentazo en la historia de España. Me pregunto qué ha ocurrido y por qué. Es perfecto para trasladarlo a sátira. Me pasa con los casos de corrupción, con Rita Barberá.
"Que la última cena de Rita fuese un whisky y un pincho de tortilla es trágico y a la vez cómico"
En cada uno de los hechos que cita hay una tragedia, individual y colectiva.
Claro. Lo bonito es que se combinan. Que la última cena de Rita fuese un whisky y un pincho de tortilla es trágico y a la vez cómico. Lo problemático es cómo te ríes de eso. ¿De qué forma? Pues lo mismo como te reíste en el bar, pero yo lo hago en público. Así que, a ver, tampoco nos pongamos en plan superioridad moral.
Hay algo de Pierrot, un poso de amargura para hacer reír.
La sátira es una derrota, una absoluta derrota, porque no cambias nada. Por mucho que hagamos portadas del rey o de Mariano, pues uno se va de vacaciones con su amiga entrañable y el otro sigue caminando rápido. Lo que hay debajo de la sátira es una tremenda amargura y una repugnancia por el ser humano, porque compartimos las bajezas. Es como dice Séneca, todo lo humano me interesa, porque lo puedo comprender. En el caso de la sátira hay una cierta victoria de hacer risa con eso.
Solemos reírnos mucho de los defectos físicos. Por ejemplo: Albiol parece un conguito. Es decir, mi única pregunta con respecto a (Xavier García) Albiol es si tiene el pene blanco. Me lo imagino desnudo y tengo que ponerme las manos para taparme del reflejo. O incluso Javier Arenas. Esto es patético, porque Albiol es un dirigente político que está valorado en su partido, un enorme racista valorado en el PP y yo en cambio soy un pobre autónomo. Bueno, si a él le llega que los de Mongolia andamos hablando de su pene, igual tenemos la suerte de que nuestro querido Xavier Albiol nos lo enseñe, para ver lo diminuto que es –Edu Galán mira a cámara y añade-: Por cierto, un saludo.
¿Con qué no haría sátira Mongolia?
Hay cosas que no haría, simplemente porque no me hacen gracia. Yo no tengo ningún interés en hacer humor sobre mujeres maltratadas o víctimas del terrorismo. Me refiero a la sátira directa. Pero utilizarlas para criticar otras cosas, sí.
En Castilla La Mancha, como en tantos sitios de España, se redujo el presupuesto para oncología. Nosotros pusimos un Twitter que era: "No sabemos de qué se quejan los enfermos de cáncer. Da igual que les recorten. Les queda muy poco tiempo de vida". ¿Es esto un chiste de los enfermos? Evidentemente no. Se utiliza para denunciar una situación que les está pasando. Es diferente.
El humor es un género de ficción. Es como el porno, si tú y yo estamos de acuerdo, pues perfecto. Así que a mí no venga usted a decirme que somos unos degenerados. Existe una cantidad de moralina terrible.
Llevamos dos semanas delirantes: los atentados; el uso de las víctimas como bandera independentista en la marcha Barcelona…
Bueno, espera: sobre la marcha quiero decir algo. Y lo puedes decir publicar tal cual: lo que hicieron los independentistas con la marcha de las víctimas en Barcelona, es como ir al entierro de tu abuelo y llamar a tu primo facha. No era el sitio. Para eso se lo dices por guasap después. Aquello era un entierro.
A eso sume, a los pocos días, la Ley de Ruptura. Entonces, si mañana fuese la función de Mongolia el musical, ¿qué número introducirían?
Últimamente estoy muy obsesionado con algo. Tengo muchos amigos míos, muy inteligentes, que creen que con la nación catalana todo va a ser mejor. Esta ilusión de que cambiando de país va a cambiar tu vida de mierda me llama la atención. Es increíble lo bajo del nivel intelectual de quienes creen eso.
No estoy en contra del referéndum, pero me parece decepcionante. Ese sería uno de los temas, que es muy propio de la sátira: criticar la identidad nacional. No hace falta más que citar a Brassens y sus canciones que critican esta idea de que sentirse orgulloso de algún sitio es una cosa absolutamente ridícula, porque es circunstancial.
Sentirse orgulloso de ser de un lugar o de una identidad, es como sentirse orgulloso de tener una predisposición al cáncer de colon. Es ridículo. Que yo te diga estoy orgulloso de ser español es ridículo.
"Lo que hicieron los independentistas con la marcha de las víctimas en Barcelona, es como ir al entierro de tu abuelo y llamar a tu primo facha. No era el sitio"
Tampoco se vaya al otro extremo, de lo contrario no existiría la sensación de desarraigo.
Pero es que, vuelvo a lo de la sátira y el gusto por la demolición. Dije en una ocasión que nada me haría más ilusión que me declarasen persona non grata en Oviedo. Rajoy estaba indignado porque lo nombraron persona non grata en Pontevedra. Lo dijo con una frase magistral, además: "No han declarado persona non grata ni a Hitler ni a Stalin" –Galán estalla en risas-. ¡Loco! Es de las pocas cosas que le envidio a Rajoy, ser persona non grata, porque la demolición, el desencanto con el ser humano es consustancial. Es algo que llevas ahí, que trabajas, al mismo tiempo que estoy muy contento de mi trabajo, de disfrutar con mis amigos.
¿Usted estudió periodismo?
Estudié Psicología y luego Comunicación y Márketing. En Oviedo Filosofía estaba entroncada con la carrera. La filosofía me ayudó a intoxicarme.
Una cosa más, ¿estudió acaso usted con jesuitas?
No, en colegio público. Pero piensa que en los años ochenta todavía nos hacían rezar el padre nuestro. Era una escuela laica y estaba la cruz. Yo trato de entender de dónde venimos y cómo ha moldeado el caracter de un país, si se puede hablar de tal cosa. No se puede obviar eso.
¿Cuál fue su experiencia más temprana con la sátira?
Creo, hablando de memoria, que fue Bananas, de Woody Allen. Fue la película abiertamente satírica que vi. Aunque si ves La escopeta nacional o El verdugo, son muy superiores. Pero si me preguntas por la primera, pues ésa.
¿Cuál es el personaje público con menos sentido del humor?
Un buen candidato sería Aznar. Y hablo de los políticos. Me parece una persona profundamente asquerosa. En el cubo de la basura, al fondo, en la parte de lo no reciclable, está Aznar. Concentra todas y cada una de las cosas que desprecio.
Creo que solamente tiene un tipo del humor que tolera, al estilo del rey que tolera que le hagan chistecitos como los que le hace Bertín Osborne en su horrible entrevista, miserable, asquerosa, en Televisión Española. Aznar y sus músculos, y su cara horrible de gorrino -berrea GAlán-. Es el personaje más infecto.
Hay muchos otros personajes lúcidos, muy lúcidos, aquejados por la falta de humor. Pienso en Javier Marías o el mismo Félix de Azúa.
También hay que decir que, en la actualidad, el humor está sobrevalorado. Se entiende como una cualidad. No tienes por qué tener sentido del humor. No considero que una persona que no tiene sentido del humor sea peor. Si no lo tiene, pues peor para él. Es mejor tenerlo, en mi opinión. Pero esta idea del buen rollo, que te va ayudar a superar todo y que llega casi a su paroxismo…
Me refiero al humor como un signo de inteligencia.
Pienso lo mismo. Pero tampoco podemos pretender que todo el mundo tenga sentido del humor. Ni que el humor haga a alguien, de por sí, bueno. Esto lo cogería con muchísimo cuidado. Prefiero a alguien sin sentido del humor y que sea inteligente a un bobalicón que se ríe por todo. Así, en general, compro la teoría de que el humor está cercano con el sentido crítico, pero tampoco la puedo llevar a la categoría de Ley. Mucha gente sin sentido del humor es muy inteligente y lúcida y pueden tener la misma empatía que el que ríe.
En el filtro Mongolia, Trump no sirve para un chiste, ¿cierto? Es una parodia en sí mismo.
No es del todo sencillo en el momento que vivimos, porque determinados personajes públicos están satirizados desde el minuto cero, porque las redes sociales son muy ingeniosas y tienen capacidad para hacerlo rápido. En ese caso, como Trump, pide un punto más. Aunque la verdad hacer humor y sátira es difícil, porque se genera demasiado contenido. Ser brillante con algo que alguien no haya dicho antes o que haya dado al lado, es completamente difícil.
"A mí me encantaría que me demandase Juan Carlos Monedero. Porque casi nos demandan por su culpa, cuando en una de nuestras conversaciones indicó con un gesto que a Albert Rivera le gustaba salir por la noche"
¿Quién los va a demandar en la próxima gira?
Pues a mí me encantaría que me demandase Juan Carlos Monedero, porque como casi nos demandan por su culpa. Ocurrió porque en una de nuestras conversaciones indicó con un gesto que a Albert Rivera le gustaba salir por la noche. Casi nos llevan a un juzgado. Me gustaría que en el próximo espectáculo dijésemos algo sobre Juan Carlos Monedero que fuera tan horrible como para que nos llevara a un juzgado, y sobre todo ganarle. Estaría bien ver cómo el ego de Juan Carlos Monedero disminuye un poco. Lo digo desde el cariño, ¿eh?
¿Harían crowfunding para pagar una multa?
Para pagar una multa, nena, pediríamos por la calle. Qué modernos sois los latinoamericanos, ¡crowfunding! No tenemos un puto duro.
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Si para el momento en que esta entrevista salga publicada Cataluña se declara independiente, ¿van a emitir una tanda extra de pasaportes de Mongolia?
Sí. Incluso en determinado momento hicimos unos pasaportes de Cataluña. Estoy encantado de que Cataluña sea independiente, porque así no volverían los calçots. Me da un asco. Y desde aquí pido a todos los catalanes que sean independientes y que se queden con los calçots y esa salsa de mierda que le ponen. Que no nos gusta.
Qué listo es respondiéndome con los calçots. Echando balones fuera, ¿no?
Es que ya me he metido en bastantes charcos por hoy.