La plataforma Netflix guarda muchos tesoros en su inabarcable catálogo y uno de ellos es 'Ya no estoy aquí', un drama dirigido por el cineasta Fernando Frías de la Parra que se ha convertido en la apuesta para representar a México en los Oscar y que aspira al Goya a la Mejor producción iberoamericana. Más allá de estos méritos en la temporada de premios, la película ha recibido también el beneplácito de grandes nombres del cine como Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro o Pedro Almodóvar. Sin embargo, esta cinta sobre la búsqueda de la identidad a ritmo de cumbia no necesita ningún apoyo externo para demostrar que es una de las propuestas más interesantes de los últimos meses.
La acción de esta película arranca en las montañas de Monterrey (México), donde una banda callejera de adolescentes, autodenominada "los Terkos", pasa los días escuchando cumbia rebajada y asistiendo a fiestas. Tras un malentendido con un cártel de la zona, el líder de este grupo, Ulises, se verá obligado a escapar a Nueva York, donde tendrá que sobrevivir lejos de su comunidad y de todos los símbolos que hasta entonces le han hecho sentirse seguro. La identidad, la morriña, la cumbia y el vallenato componen un relato realista y auténtico que, según ha explicado el director a Vozpópuli, no encuentra paralelismos en ninguna experiencia próxima y solo obedece a su manera de "mirar el mundo y sus fenómenos".
Para el director, lo importante de esta película era "encontrar la riqueza más allá del folclor, más allá de la exotización y de la mirada romántica hacia la tragedia de otros", para intentar "revalorar la contracultura, el accidente cultural, como algo inherentemente contestatario". "La idea de que un chico que vive en unas condiciones difíciles pueda reinventarse y generar una nueva identidad a partir de su problemática y generar comunidad, espacios, pertenencia, símbolos y significados es lo que me lleva a hacer esta película", señala.
Aunque la historia personal de Fernando Frías está muy alejada de la del protagonista de esta historia, algo que el director se empeña en dejar claro en todo momento, reconoce que comparte con él una premisa: viajar a un país en el que uno piensa que puede prosperar no siempre tiene como resultado lo que se imagina. "Fui a Estados Unidos con la idea de mejorar, pensé que era una oportunidad para estudiar cine en una universidad y en algún momento pensé que no era lo que imaginaba, que no le terminaba de dar sentido, así que hay un pequeñísimo paralelismo con el Ulises que escapa para salvar la vida a Estados Unidos". Aunque comparte su sensación, recalca que lo hace "a una distancia muy considerable". "Viajé con todos los privilegios de ser un migrante documentado", apunta.
Todas las historias tienen que seguir una fórmula y me parece que es una forma de subestimar al espectador y de hacer una repetición industrial, como si se tratara de una cadena de producción, y hay poco espacio para que las nuevas voces lleguen a los ojos de las personas, especialmente por los intereses comerciales"
En la misma línea del asunto de la identidad que aborda 'Ya no estoy aquí', y preguntado por el riesgo de homogeneizarlo todo en la creación cinematográfica y por el interés por gustar a todos, Fernando Frías ha afirmado que precisamente en Estados Unidos descubrió que existía "una sola forma de aproximarse a contar historias". "Todas las historias tienen que seguir una fórmula y me parece que es una forma de subestimar al espectador y de hacer una repetición industrial, como si se tratara de una cadena de producción, y hay poco espacio para que las nuevas voces lleguen a los ojos de las personas, especialmente por los intereses comerciales que necesitan garantizar el éxito de proyectos en los que se invierte, tienen que partir de cosas que ya existen", ha lamentado.
En este sentido, el director mexicano ve una "tendencia fuerte" que consiste en "hacer una película que se ha visto muchas veces, pero cambiando el color de la piel o situándola en otro lugar, y tratar de abarcar cuotas o listas". "La verdadera amplitud de visión tiene que incluir la cuestión estructural: no es solo la forma de contar historias, sino atrevernos a cuestionar las estructuras narrativas y la representatividad", sostiene. Por ello, aunque es para Frías "gratificante" que directores como Cuarón, Almodóvar o Del Toro hayan alabado esta película y la perspectiva tan diferente, asegura que no le hace falta que nadie lo mencione, porque fue un camino "muy difícil y con muchas puertas cerradas justamente por tratarse de una película diferente, que generó muchas dudas en el camino".