Descubrir que a uno le han sido infiel no es plato de buen gusto. Las infidelidades son difíciles de perdonar, y si se absuelve al culpable no siempre es sencillo superar la falta de lealtad.
Si has descubierto que tu pareja te ha sido infiel, es probable que ahora tengas una sensación horrible de rabia y rencor, mezclada con pensamientos obsesivos y una tremenda sensación de impotencia. Es normal que le desees todo el mal en estos momentos a la que creías que era tu 'media naranja'.
Superar una infidelidad no es fácil, de hecho, a veces, es imposible. A continuación te damos razones para no perdonar esto nunca a tu pareja.
Por qué no deberías perdonar una infidelidad
Debes preguntarte, con total sinceridad, si eres capaz de perdonar una infidelidad. Hay tantas personas como valores. Cuestiónate si de verdad sería posible que pasases página y si ves viable volver a intentarlo con tu pareja.
Si crees que no puedes pasar el affaire por alto, has de saber que es absolutamente normal. De hecho, dos estudios acerca del perdón, llevados a cabo por investigadoras de la Universidad de Granada, pertenecientes al centro Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC), han determinado que la infidelidad es lo que menos se pasa por alto.
Para sus trabajos contaron con 302 voluntarios, y encontraron que aunque se perdonara una traición ello no implicaba necesariamente una reconciliación entre las partes. Lo que menos pasan las parejas, y más las destruye, son las mentiras, desprecio o insultos (41,7%), la infidelidad (33,3%), celos o posesión (14,6%) y la traición de su confianza (10,4%). Y, bueno, la infidelidad engloba todo ello.
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Si lo ha hecho una vez, volverá a hacerlo
Una investigación llevada a cabo por la doctora LeslieBeth comprobó que el infiel siempre lo es, ya que infidelidad podría vincularse con el gen receptor de dopanima DRD4, también conocido como "el gen de la búsqueda de emociones". Al D4 también se le relaciona con el alcoholismo o la adicción al juego.
En un estudio, realizado en 2010 por investigadores de la Universidad de Binghamton en Nueva York, recogido por Insider, se descubrió que los participantes que poseían un tipo específico de gen DRD4 eran más propensos a poner los cuernos a sus parejas.
Todo se debe a la liberación de dopamina del cuerpo, también conocida como la hormona de la felicidad. Los seres humanos se sienten naturalmente atraídos a llevar a cabo actividades que les hacen sentir placer, pero aquellos que poseen este gen DRD4 necesitan más que una persona promedio. Es decir, son menos fáciles de satisfacer que el resto del mundo, por eso buscan aventurillas.
¿Y si no ha habido sexo?
La microinfidelidad no llega a consumarse en sexo, no es carnal pero sí emocional. Los microinfieles son aquellos que se mueren de ganas por tener relaciones sexuales con una persona que les encanta pero no llegan a hacerlo por el temor a fallar a su pareja y echar por tierra el pacto tácito de las relaciones: la exclusividad.
La experta australiana en relaciones, Samantha Jayne, asegura en 'The Daily Mail' por qué una traición emocional como esta es peor que una física.
"Tanto los engaños físicos como los emocionales provocan dolor y falta de confianza, además de ser dañinos para cualquier relación. Sin embargo, los emocionales son un territorio sombrío", afirma Jayne, quien cree que este interés aflora cuando se ha perdido la conexión emocional con la pareja. "Es muy posible que esos sentimientos resurjan con otra persona", asegura la experta.
Así pues, lector, aunque obviamente acabarás haciendo lo que te dé la gana, debes pensártelo dos veces antes de pasar por alto unos cuernos.