No tuvo que ser fácil para Fernando Alonso sentarse en la sala de prensa del circuito de Melbourne sabiéndose un convidado de piedra. El piloto español, en el extremo derecho de la mesa, rumiando las penurias de su McLaren, despeinado y sin la gorra oficial del equipo.
A su izquierda, por orden, Lewis Hamilton (Mercedes), Daniel Ricciardo (Red Bull) y Sebastian Vettel (Ferrari), tres hombres esperanzados, tres favoritos a luchar por el título mundial a partir de este domingo.
Testigos directos de esta primera comparecencia oficial ante los medios de comunicación describen el estado de ánimo que transmite el asturiano como una mezcla de paciente, melancólico y aguerrido. Sabe que está, otra vez, ante una misión imposible, pero tiene todo el año por delante y no piensa bajar los brazos.
De momento, su lucha es con Honda, el fabricante incapaz de proporcionarle el motor que se merece. Desde los desastrosos entrenamientos de Barcelona, Alonso no deja de mandar duros mensajes a Japón. Quiere una mejoría considerable y la quiere ya.
El piloto ovetense no desaprovechó una cita con audiencia millonaria y universal para lanzar otra andanada a Honda. Sucedió cuando les preguntaron a los cuatro por un deseo personal para el Mundial de F1.
"Una carrera en Las Vegas", pidió Ricciardo riéndose. "Una en Alemania", dijo Vettel. "Miami", siguió la broma Hamilton. Y entonces, con sonrisa y mirada pícaras, habló Alonso: "Motores iguales para todos".
Su ocurrencia provocó carcajadas en los periodistas y sonrisas en sus compañeros de mesa. Codo con codo con el español, Lewis Hamilton no resistió la tentación de rematar la faena: "Que no sean motores Honda".
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— Formula 1 (@F1) March 23, 2017
Un momento distendido que, lejos de ser una anécdota, es un síntoma de lo que le espera a Fernando Alonso en pista a partir de este mismo viernes.