Dicen que la estadística son esa ciencia que si yo tengo dos coches y tú ninguno, muestra que tenemos uno cada uno. En realidad, es mucho más que eso. Más allá de sus evidentes fallos y contradiciones, de las estadísticas se pueden sacar los mejores análisis de eficiencia. Por ejemplo, mientras que si miramos el medallero Estados Unidos es el gran triunfador de estos Juegos Olímpicos, si relacionamos las preseas con el tamaño de la población y el PIB, el resultado es mucho más sorprendente: la pequeña isla caribeña de Granada vence en ambos apartados.
Si bien Granada podría ser un ejemplo de dato no muy significativo, ya que solo atesoran una medalla, la plata de Kirani James en los 400 metros, más relevante es la actuación de Jamaica. Con poco más de 2,5 millones de ciudadanos han logrado once medallas, lo que los coloca terceros en este particular ranking y segundos en relación a su PIB, saliendo cada medalla a 470 millones de dólares. El siguiente país con un sustancial número de preseas que aparece en el ranking es Kenia. Sus doce metales salen a mil millones cada uno.
Los gigantes, no tan grandes en números relativos
Si en el medallero oficial las potentes Estados Unidos, Gran Bretaña, China y, pese a la sanción, Rusia copan las primeras posiciones, sus logros no son tantos cuando los relativizamos. En metales por habitantes, hay que irse hasta la cuadragésima posición para encontrar a los americanos, un puesto por detrás de sus tradicionales rivales rusos. Ambos necesitan 2,7 millones de personas por cada presea, dato que aún empeora más para los yankees si lo comparamos con el PIB.
Más digna es la actuación del Reino Unido. Con 67 medallas, ni siquiera necesitan un millón de habitantes por presea y ocupan la posición decimoctava. Aunque si alguien destaca entre las grandes naciones es Australia. Con 23 millones de personas los aussies han logrado 29 metales. Casi un metal por cada 800.000 habitantes. Aquí la palma se la vuelve a llevar Granada. De cada 100.000 personas que habitan en la isla, una ha logrado medalla en Río.
Corea el Norte y Cuba, rentabilizando la inversión
Si miramos el número de medallas en relación a la producción interior del país, tres grandes potencias destacan. Son Kenia, Corea del Norte y Cuba. Los tres países cuentan con un PIB considerable y a pesar de ello se cuelan entre pequeños estados sin demasiada producción. A los norcoreanos le cuesta poco más de mil millones cada presea, y a los cubanos dos mil. Quien cierra todas estas clasificaciones es, como ya explicamos, la India. A los asiáticos les sale a 600.000 millones de dólares y 450 millones de habitantes cada metal.
Estados Unidos sin embargo, perdedor en todas estas tablas, sale mejor parado si relativizamos las medallas al tamaño de la delegación enviada a Río. De hecho, en ese apartado, los americanos son segundos. El 50% de sus atletas han conseguido metal en Brasil, cifra solo superada por el pequeño país báltico de Kosovo, que ha obtenido cuatro preseas enviando una delegación de siete atletas. Sorprende quienes cierran esta particular clasificación. Son nuestros vecinos portugueses, quienes solo han logrado sumar un bronce pese a mandar a 92 atletas a Río de Janeiro.
El batacazo español, mayor si se relativiza
Si bien las 17 medallas y la decimocuarta posición en el medallero final parece salvar un poco la honra de la delegación española, los números desfallecen mucho cuando se relativizan. Si miramos los metales por habitante, España desciende hasta la cuadragésimosegunda plaza, detrás incluso de Rusia, Estados Unidos o Japón. Salimos a una presea por cada 3,3 millones de personas, y la cosa no mejora en relación al PIB, donde nos situamos en el puesto 58, saliendo a 39.000 millones por metal. Una vez más, por detrás de casi todos los grandes países europeos.
Pero es en relación a la delegación enviada donde el tortazo es histórico. Con 306 deportistas en Río, solo un 12% de ellos ha conseguido volver a España con medalla. Solo Canadá, con números muy similares, y Brasil, que como organizador participaba en todas las disciplinas, han conseguido un resultado peor que el nuestro enviando delegaciones más pobladas. Y es que, cuando los números se relativizan, quedan más a la vista las costuras de nuestro recortado deporte.