Cada vez son más los expertos que destacan que uno de los grandes problemas del Gobierno es la mala comunicación, que nace de un gabinete mal construido. La negociación con Bruselas ha sido un monstruo de tres cabezas, con Mariano Rajoy, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro. Algunas expertos reclaman la figura del vicepresidente económico, que lleve las riendas de las negociaciones con los socios europeos, tenga un claro perfil técnico y además un reconocido prestigio. Claro que los nombres no abundan.
La división de análisis de N+1 comenta que la credibilidad del Gobierno “se ha dilapidado entre contradicciones, reformas a medio hacer, falta de una hoja de ruta, una agenda económica politizada y un problema masivo de comunicación”.
Esto ha generado una falta de confianza entre los inversores que sólo se arreglaría con una de las siguientes propuestas:
1) Elecciones generales
2) Un Gobierno de unidad nacional
3) Un nuevo gabinete con tecnócratas
La entidad autora del informe descarta la primera por ser “demasiado pronto”, y aunque considera la segunda la ideal, ya que “permitiría la modernización de la Constitución para abordar una masiva reducción de tamaño de los gobiernos regionales”, no la ve probable tampoco, por una cuestión de falta de arrestos y apego al poder: “no vemos al PP cediendo poder tan pronto”, por lo que la opción más posible es la de un “tecnócrata de alto perfil, nombrado vice primer ministro con toda la responsabilidad de las cuestiones económicas”.
Si el Ejecutivo no llevara a cabo ninguna de estas consideraciones, “la bola de nieve seguirá creciendo hasta una situación extrema, totalmente fuera de control”. Lo malo es que la lista de candidatos es extremadamente complicada.
Hace tiempo que se escuchan rumores sobre batallas políticas para hacerse con el número dos del Ejecutivo, con José Manuel García Magallo, Alberto Ruiz Gallardón o incluso Javier Arenas liderando esas altas aspiraciones. Pero el actual gabinete, mal estructurado según numerosos expertos, ha pasado factura en las negociaciones con Bruselas, que veían que el ministro de Economía y Competitividad tenía un alter ego en Hacienda y era, símplemente, uno más en el seno del Consejo de Ministros.
Por ello, reclaman tecnócratas con conocimientos de economía y banca, prestigio y amplia experiencia internacional; con independencia, y que sean capaces de ignorar las presiones políticas y las componendas de partido. Y, por supuesto, con su futuro económico solucionado.
Luzón, De la Dehesa...
Consultadas algunas fuentes del ramo de la comunicación, la banca y la consultoría, surgen algunos nombres que podrían ser idóneos en el caso de que su país les llamara a liderar lo económico en unos momentos tan convulsos como los actuales. Uno de los más nombrados ha sido Francisco Luzón, ex alto ejecutivo en Santander que desarrolló la franquicia latinoamericana del banco y que en su día estuvo al frente de un banco público con Gobierno socialista (Exterior), lo que ofrece una buena señal de independencia. Con anterioridad, estuvo muchos años en el Vizcaya.
Por edad y experiencia internacional sería un candidato óptimo, indican varias fuentes, aunque en el lado opuesto, acaba de dejar la entidad que preside Emilio Botín con una elevadísima remuneración, factor que tiene una importancia creciente en un entorno en el que se ha criticado con fuerza las desproporcionadas ganancias de los directivos de España. Una cosa es el futuro solucionado y otra que la prensa internacional le señale por una indemnización escandalosa.
Nombrado con la misma intensidad que Luzón, aparece Guillermo de la Dehesa, economista casi con más prestigio fuera de nuestras fronteras que dentro. Su experiencia como secretario de estado también es muy ponderada, aunque su relación con Santander y sobre todo, Goldman Sachs, es un pequeño gran estigma.
Manuel Pizarro es otro de los reputados personajes que son citados. Le avala su trayectoria empresarial (Bolsa de Madrid, Ceca, Ibercaja, Ibersecurities, Endesa, Baker&McKenzie…), pero su historia política tiene doble filo: acertó plenamente en su diagnóstico de la crisis en la campaña electoral de 2008, pero le faltó colmillo político, sufriendo una dolorosa derrota en el debate con Pedro Solbes. Hace falta alguien que ponga orden en el sector financiero y, a su vez, obtenga resultados concretos en el Eurogrupo.
Antonio Rodríguez Pina, country manager de Deutsche Bank, también ha sido nombrado. A su favor, un perfil ténico y de mercados; discreto y absolutamente estable. Tiene fama de ser el único que le dijo ‘no’ a Juan Villalonga para enrolarse en una Telefónica que convertía en millonario a todo el que se acercaba, en los tiempos en los que se generó la burbuja tecnológica. Ha hecho una carrera de fondo en la entidad germana, donde tampoco ha sucumbido a aventuras inmobiliarias e hipotecarias. Hombre de banca, perfecto por edad, y sin duda, la entidad en la que tanto tiempo ha estado sería un buen aval en Bruselas. Puede fallarle peso específico para los políticos europeos.
Otros nombres políticos con preparación económica que han sonado han sido Joaquín Almunia, que al menos es respetado en Europa o incluso Josep Piqué, con una larga trayectoria empresarial desde que dejó la política. Aunque, como decía una de estas fuentes, (con experiencia en consejos de administración de empresas Ibex), “lo que vendría bien ahora es un gobierno de concentración liderado por José María Aznar y Felipe González”. Las negociaciones en Bruselas prometerían ser apasionantes.
Rajoy no ha hecho ni el menor comentario sobre una crisis de Gobierno y sin duda la descartaría enérgicamente, pero es una cuestión de la que se habla cada vez más. Transcurridos seis meses de mandato, la prima de riesgo se ha incrementado en más de 200 puntos básicos, el déficit no se ha corregido y ha estallado el caso Bankia, una entidad absolutamente made in PP. Como dice N+1, la credibilidad está por los suelos y hace falta un catalizador no político que la recupere.