Puede decirse, según fuentes comunitarias, que los intereses españoles y los de Alemania son convergentes en trance tan importante como es la petición de ayuda a Bruselas. La razón es sencilla. Pese a que hay ministros que aconsejan pájaro en mano mejor que ciento volando, lo cierto es que el Gobierno todavía desconoce a estas alturas las condiciones que se le impondrían a España para acceder a ese segundo rescate en un momento en el que buena parte de la estructura institucional que tiene que hacerlo posible sigue en el aire. No hay fecha exacta para la constitución del Mecanismo Permanente de Estabilidad ni tampoco está amarrada la recapitalización directa a la Banca ya que Alemania insiste en retrasar el supervisor bancario único, con el peligro que esta circunstancia encierra para la deuda soberana española. Además, en Bruselas ha calado la sensación de que al Gobierno español le interesa retrasar la llamada a las puertas del Fondo de Estabilidad temporal hasta después de las elecciones gallegas y vascas del 21 de octubre, ya que Mariano Rajoy no querría regalar gratuitamente a los socialistas una campaña con el rescate en el centro de todos los debates, máxime cuando el PSOE está vinculando este rescate con un nuevo tijeretazo a las pensiones.
Los intereses españoles y los alemanes, que son los que tendrán que poner el grueso del dinero, convergen en la solicitud del rescate
Los intereses con Ángela Merkel son en este caso convergentes porque a la canciller, explican las mismas fuentes, le cuesta Dios y ayuda volver a presentarse ante su Parlamento para defender una nueva línea de crédito para España después del rescate bancario, todavía por formalizar, que llega hasta los 100.000 millones de euros. El grueso del nuevo rescate saldría también necesariamente de las arcas alemanas, razón por la que el ministro de Finanzas, Wolfgan Schäuble, ha advertido a propios y extraños que sería estúpido por parte del Gobierno español llegar a pedir un dinero si no lo necesita.
De momento, el Gobierno sigue instalado en el discurso de que no tiene problemas inmediatos para hacer frente a los fuertes vencimientos de deuda que el Tesoro tiene en octubre siempre que los mercados mantengan la calma chicha actual. Claro que pudiera ocurrir que la tormenta volviera, como anticipó la semana pasada el comisario Joaquín Almunia, ya que hay tres citas inmediatas a las que estarán atentos los acreedores. En primer lugar, la aprobación el próximo jueves de los Presupuestos estatales para 2013. En ellos, el Gobierno no sólo enviará señales claras sobre los nuevos ajustes a los que se compromete, sino también sobre el margen real que tiene para cumplir con los objetivos de déficit para este año, fijados en el 6,3% del PIB. Si se queda corto, es muy posible que los mercados se revuelvan y la prima de riesgo inicie un nuevo ascenso.
Los Presupuestos que se presentan el jueves enviarán una primera señal sobre el compromiso del Gobierno con los objetivos de déficit
Otra cita importante procede de Moody´s y de la posibilidad de que rebaje de nuevo la calificación de la deuda española. Si fuera así, originaría un efecto dominó sobre las grandes empresas y se activaría el tocata y fuga de los inversores extranjeros, sin margen para seguir en España. Por último, los mercados también están a la expectativa de la auditoría sobre los bancos que Oliver Wyman hará pública el próximo viernes por la tarde, donde desvelará las necesidades de capital de cada entidad, una información que, en su mayor parte, ya obra en poder del Ministerio de Economía que dirige Luis de Guindos.
Sobre toda la extensión de este tablero tan complejo descansa la estrategia que está siguiendo el Gobierno de Mariano Rajoy para pedir el rescate, un paso sobre el que ya hay algunas reglas pautadas. Se sabe, por ejemplo, que necesitaría, en primer lugar, de una solicitud al Eurogrupo, seguida del asesoramiento de la Comisión Europea y del BCE. Se conoce también que el dinero llegaría a través de una línea de crédito con la condicionalidad reforzada que obligaría a la firma de un nuevo memorando con deberes macroeconómicos muy precisos. Y por último, existe también la convicción de que de no cumplirse en el tiempo con estas condiciones, la línea de crédito quedaría desactivada automáticamente y España tendría que ir al rescate total. ¿En qué consiste el doble salto mortal del Gobierno? Pues fuentes comunitarias informan que la aspiración de Rajoy es llegar a disponer de la munición prometida por el BCE como arma disuasoria, sin tener que llegar a dispararla.