Banco Sabadell comunicó el pasado viernes que daba por finalizadas las conversaciones con BBVA para una eventual fusión, “al no lograr consenso sobre la ecuación de canje de las acciones”. La entidad vasca fue algo menos explícita: “Las conversaciones han concluido sin que se llegase a un acuerdo”. Lejos de los formalismos jurídicos propios del lenguaje de los secretarios de consejo de administración, alguien, con algo más sentido del humor y aprovechando la “festividad” del día, resumió la ruptura con un sencillo pero elocuente “qué pensaban, que porque era black friday...” .
La ruptura entre BBVA y Banco Sabadell es una más de las muchas, menos que matrimonios, que se han producido en los últimos treinta años desde que Banco de Bilbao y Banco de Vizcaya (cuarto y quinto bancos españoles por recursos ajenos) finalizaran con éxito una fusión por la que nadie, sólo unos meses antes, hubiera apostado. Corría el mes de enero de 1988 cuando los consejos de los “eternos rivales” decidieron unir fuerzas. Hubo que esperar a junio de ese año a que las juntas extraordinarias de ambas entidades dieran el visto bueno a la fusión, que estimó el ahorro que supondría la operación (lo que hoy llamamos sinergias) en 17.000 millones de pesetas.
Habían transcurrido sólo dos años desde la entrada de España en la entonces Comunidad Económica Europea y la opinión dominante en la época aseguraba que ese tipo de operaciones no eran necesarias en el nuevo entorno económico que se había abierto para España.
Lo que pocos recordarán es que en noviembre de 1987, José Ángel Sánchez Asiaín, presidente de Banco de Bilbao, había puesto sus ojos en Banesto, entonces el segundo banco español por tamaño. Estaba convencido de había que reducir el atomizado mapa bancario del país si se quería mirar de igual a igual a la banca europea. Hubo reuniones al más alto nivel, a las que por parte de Banesto se incorporó Mario Conde, en calidad de consejero, acompañando a José María López de Letona, consejero delegado, y Juan Abelló.
No se pudo llegar a ningún acuerdo amistoso y BB acabó lanzando una opa hostil el 30 de noviembre mediante cambio de acciones y pago en metálico. El consejo de administración de Banesto, ya con Mario Conde en la presidencia tras la renuncia de Pablo Garnica, mostró su oposición, igual que la Junta Sindical de la Bolsa de Madrid, que no admitió a trámite la opa porque la fórmula elegida no estaba autorizada en esa época.
La fusión frustrada de Banesto con Banco Central
Banesto estuvo también presente en otra operación frustrada: la fusión con Banco Central, que entonces presidía Alfonso Escámez. Era el año 1989 y Conde tenía apenas 39 años. El banco que nunca llegó a ver la luz sí llegó a tener nombre, Banco Español Central de Crédito. Además de haber llegado a ser el mayor banco de España, hubiera controlado la flor y nata de las empresas españolas, al ser accionista de Cepsa, Petromed, Hidroeléctrica Española, Unión Fenosa, Fecsa, Sevillana de Electricidad, La Unión y el Fénix, Vitalicio, Agromán, Acerinox...
El entonces gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, en una comparecencia en el Congreso de los Diputados, dejó entrever las dificultades de una fusión contra natura y dejó una frase que quedará para el recuerdo: “No hay cosa peor que una fusión mal planteada”. El tiempo le ha dado tantas veces las razón...
La operación estuvo salpicada por la aparición de Cartera Central, con la alargada sombra de KIO detrás, la lucha por el poder en el consejo de administración
Y es que la operación estuvo salpicada por la aparición de Cartera Central, con la alargada sombra de KIO detrás, la lucha por el poder en el consejo de administración... El 1 de marzo de 1989, ambas entidades comunicaron la ruptura de las conversaciones al Banco de España, alegando “dificultades de todo orden sobrevenidas desde la firma de las bases de la fusión”.
Banco Central fue pionero y uno de los más activos en el capítulo de fusiones. Absorbió en 1991 a Banco Hispano Americano y acabó absorbido en enero de 1999 por Banco Santander, en la que fuera la primera fusión bancaria de la época euro. Fue un adelantado en los años sesenta, cuando el entonces presidente, Ignacio Villalonga, ofreció un acuerdo a Juan Antonio Basagoiti, su homólogo en BHA, que acabó tumbando el Ministerio de Hacienda por miedo al poder que hubiera tenido el banco resultante. Bastó con negar los beneficios fiscales a la operación para desbaratarla. Antes de su matrimonio en 1999 hubo otro intento de acercamiento entre Escámez y Luis de Usera, pero, una vez más, la ecuación de canje de acciones no terminó de convencer a este último. Y un tercero, con Claudio Boada en el Hispano.
Caixabank: la suma de siete cajas y tres entidades
Caixabank es el resultado de la integración de siete cajas de ahorros y otras tres entidades más. El próximo día 3, su junta de accionistas aprobará, si no salta una sorpresa mayúscula, la fusión con Bankia, fruto también de la concentración de otras once cajas. Era su sueño desde hacía treinta años. Pero en la órbita de la antigua caja catalana estuvo también Banco Sabadell. Oficialmente no hubo pronunciamiento alguno, como tampoco comunicaciones confirmando algún tipo de interés, pero dicen que, cuando llegó a tener alrededor del 15% del capital del banco, pensó en una fusión. Al final, se conformó con vender su participación y realizar unas plusvalías de más de 600 millones de euros. Fuentes financieras aseguran que fue un secreto a voces entre los círculos empresariales de Cataluña.
También lo fue la opa que Abanca anunció en febrero del pasado año sobre Liberbank para obstaculizar las negociaciones con Unicaja. La CNMV llegó a suspender la cotización de las acciones de la caja asturiana. Se dijo, incluso, que había un acuerdo de canje de acciones con las fundaciones de las cajas de ahorros que dieron origen a Liberbank (Asturias, Cantabria y Extremadura) y una oferta de 55 céntimos por título para los accionistas minoritarios, que representaban una prima del 40% sobre la cotización bursátil. Pero la opa nunca llegó a presentarse.
Más recientemente, Unicaja, que ultima en estos días los detalles de su fusión con Liberbank, en la que será la quinta entidad española por volumen de activos, estuvo a punto de hacerse con Caja Castilla-La Mancha, entidad que fue intervenida por el Banco de España en marzo de 2009. Braulio Medel se interesó por CCM, pero consideró insuficientes las ayudas que daba el Banco de España. Un año después se fijó en Cajasur. Incluso se llegó a poner nombre a la hipotética nueva entidad: Unicajasur. Al final, el presidente de la caja cordobesa, el sacerdote Santiago Gómez Serra, prefirió la intervención del Banco de España. Unicaja y Liberbank ya negociaron entre diciembre de 2018 y mayo de 2019 su integración sin éxito.
Liberbank intentó quedarse con Caja de Ahorros del Mediterráneo en 2011. Hubiera sido la séptima entidad española por tamaño, pero los riesgos asociados a la exposición de CAM al sector inmobiliario echaron para atrás la operación. CAM acabó adjudicada a Banco Sabadell. También se acercó a Ibercaja y Caja 3, pero el resultado de los test de estrés de Oliver Wyman, en 2012, desaconsejó la operación.