Nadie apuesta porque S&P 500, el indicador por antonomasia y que representa el sentir empresarial de las compañías americanas como media en Wall Street en todos los sectores, pueda perder posiciones en 2025.
Y todo a pesar de su gran ejercicio, que, en foto fija ahora mismo nos marca una semana neutra, con un mes con avances ligeros del 0,9% para el indicador. Y en el trimestre sube un 10,6% para culminar, en lo que llevamos de año, con subidas de casi el 27%.
Teóricamente, si atendemos a la historia, nos encontraremos con un indicador alcista en el horizonte. Desde la presidencia de Barack Obama, los avances, con el inquilino de la Casa Blanca del signo que fuese, no se han hecho esperar.
De hecho, sin descontamos, según los datos de Morningstar Direct recogidos por la CNBC, el poco normal año bursátil de 2008, con la crisis bancaria global por la hipotecas subprime, nos encontramos con avances que van desde el 23,6% en el primer ejercicio del nuevo inquilino de la Casa Blanca en el caso de Trump, al 27,2% que subió el S&P 500 en 2012 , con la reelección de Obama, hasta el 42,9% en el primer ejercicio como presidente de Joe Biden.
Una constante que además se mantiene desde los años 80, con solo una excepción, el 2000 con la presidencia de George Bush hijo.
Pero si nos acercamos a las previsiones para 2025, las mejores vienen de la mano de Oppenheimer hasta la fecha. La firma americana considera que el indicador de indicadores puede llegar a los 7.100 puntos a finales de 2025. Eso supondría un repunte del 17,5% de mejora frente a sus niveles actuales.
Las razones vienen de la mano de los fundamentales porque su estratega jefe de inversiones, John Stoltzfus, considera que la actual resistencia de la economía y del mercado bursátil parece preparada para continuar el año que viene.
E incluso puede ir mucho más allá, por factores como la ampliación del posible rally alcista a más sectores. Pero destaca que la IA, la inteligencia artificial seguirá siendo el gran impulsor de la renta variable. Considera que es un punto de inflexión tanto para la tecnología, como para el progreso económico.
Y es que es una megatendencia que puede beneficiar a las empresas de los once sectores presentes en el indicador, ante la mejora de la productividad que puede atender mejor las necesidades tanto de las empresas como de los clientes.
El segundo mejor pronóstico en Wall Street para el S&P 500 pasa por Deutsche Bank, que proyecta un indicador en los 7.000 puntos, al igual que la firma Yardeni Associates.
Para la firma alemana esta progresión, también con potencial recorrido a doble dígito desde sus niveles actuales se basa en el incremento de los gastos de capital más allá de las Big Tech. Pero también a factores como un aumento de las fusiones y adquisiciones en el mercado y el impulso de la recuperación económica en el extranjero.
En el lado menos favorable, con apenas progresión que roza los 500 puntos para el indicador de indicadores americano nos lleva a mirar a dos de los grandes: Goldman Sachs y Morgan Stanley
En el primer caso, el grupo que dirige David Kostin sigue confiando en el buen hacer de los '7 magníficos', las grandes tech por excelencia. El problema es que solo superarán sus resultados en un 7%, y que esta mejora será la menor de los últimos siete ejercicios. Es decir, el avance del mercado estará basado en estas empresas con menor potencial de crecimiento, a pesar de que espera que la media de los beneficios crezca un 11%.
En el segundo, el equipo que lidera Michael Wilson coloca ese nivel medio para el S&P 500 mientras que muestra un escenario muy positivo y otro muy negativo. El más favorable coloca al S&P 500 en los 7.400 puntos, en su escenario alcista, con potencial del 26%. Pero, en el bajista la corrección alcanzaría un 28% hasta los 4.600 puntos, en el peor de los casos. Destaca que el resultado electoral con la victoria de Trump, introduce en el ámbito bursátil una posible incertidumbre a tener en cuenta por parte de los inversores. Y no por su resultado, con la clara victoria del presidente electo, sino por sus erráticas y discontinuas políticas que pueden afectar al mercado.