El espíritu secesionista se diluye, las esteladas apenas asoman por las gradas del Camp Nou, el horizonte electoral de Convergencia se difumina y apenas tiene ya peso en Madrid. La Diada se acerca y el separatismo ha perdido fuelle. Tanto, que entre los penúltimos vigías del secesionismo la gran polémica del verano no ha girado sobre las vías para relanzar el futuro Estado catalán o la república independiente de Cataluña. La polémica que enciende estos días los mentideros en Cataluña gira en torno al pelo de Artur Mas. Es decir, si se lo tiñe o no se lo tiñe. Messi abrió el camino con su nueva pigmentación pollito de granja en su cabeza. "Dios es rubio", llegó a titular un rotativo barcelonés tras la paliza del Barça al inocente Betis.
El foco ahora se situado en la cabeza del descabezado Mas, presidente del Partido Demócrata Catalán, quien, tras aparecer en una entrevista con un moreno capilar más que sospechoso, ha sido objeto de todo tipo de especulaciones. El digital Crónica global habló de un retoque para aplacar las incipientes canas que asoman ya hace tiempo en las sienes de Mas.
Hubo quien comparó ese barniz negruzco con el que algunos ven en el curioso color del cabello de Mariano Rajoy, negro azabache, en contraste con su blanca barba
Hubo quien comparó ese barniz negruzco con el que algunos ven en el curioso color del cabello de Mariano Rajoy, negro azabache, en contraste con su blanca barba. Tanto ruido ha armado el debate que los portavoces del presidente de la antigua Convergencia tuvieron que salir al paso del asunto, esgrimiendo un rotundo desmentido a todas estas especulaciones. “Mas no se tiñe, el efecto de cabello negro con el que aparecía en TV34 se debía a los focos, era una cuestión de iluminación”, han comentado en forma casi oficial. Iluminación, esa es la cuestión. ¿Se ilumina o no Mas su pelambrera? ¿Esa negruza azabache, tan española, es del presidente nacionalista o de su peluquero?
Durante las largas semanas de debate con la CUP para ser reelegido presidente de la Generalitat, lo que no consiguió, se habló mucho de que perdía pelo, que sus entradas eran más incipientes, que le clareaba la nuca. El estrés, los nervios. Ahora el debate se centra en su posible teñido, "a lo Hollande", apuntaba en forma malévola un dirigente del PSC.
No se tiñe, es la versión oficial. Ni falta que le hace, insisten. Han sido los focos del plató, el efecto del brillo de las cámaras. Sea como fuere, el nacionalismo pierde fuste, el secesionismo se diluye y el separatismo empieza a ofrecer ya un aspecto de una canosa decrepitud superior a la del cuero cabelludo de Mas. Serpiente de verano, con barretina.
