De buscar la independencia de Cataluña a buscar dinero para el Ejército español. Así se puede resumir, muy brevemente, la vida de Francesc Cambó, fundador de la Lliga Regionalista y político. Como ministro de Hacienda de un Gobierno de Alfonso XIII implantó en 1922 un arancel que llevó su nombre y que benefició a la industria catalana, al impedir la entrada en España de productos extranjeros. Y como político catalanista reclamó un estatuto de autonomía.
Producida la sublevación militar contra el Gobierno del Frente Popular en julio de 1936, que le pilló de crucero en su yate Catalonia en el mar Adriático, inmediatamente tomó partido: por los generales rebeldes, por la Falange, por el Requeté y por la cabra de la Legión. Cambó era uno de los hombres más ricos de España y dio mucho dinero al bando llamado nacional: montó un aparato de propaganda en Francia, organizó servicios de espionaje (para lo que contó con el periodista Josep Pla, el mejor escritor en lengua catalana del siglo XX) y hasta una red de sobornos para rescatar a amigos suyos presos en las cárceles de la Generalitat de Lluís Companys, de Esquerra Republicana (ERC), su gran enemigo en el catalanismo.
Lo llamativo del comportamiento de Cambó en la guerra no es que se rascase el bolsillo, sino que insistió a sus amigos, conocidos y correligionarios catalanes catalanistas para que hiciesen otro tanto. Una biografía de quien fue padre del banquero Luis Valls Taberner (presidente del Banco Popular entre 1972 y 2004), Ferran Valls i Taberner, titulada Un politic per a la cultura catalana (Ariel, Barcelona, 1970), escrita por Juan Antonio Parpal y José Manuel Lladó y publicada en catalán en el régimen franquista, contiene una interesante carta de Cambó.
En ésta, fechada el 15 de septiembre de 1936, y dirigida a Ferran Valls, diputado de la Lliga Regionalista, le pide ni más ni menos que busque dinero entre sus amistades catalanas, incluso divisas, "para ayudar el triunfo del ejército" (“ajudar el triomf de l’exèrcit”). Cambó señala a un objetivo del sablazo: la familia Larrañaga, que, explica el político a su corresponsal, vive en Montecarlo, con casi toda su fortuna fuera de España; le pregunta a Valls si la conoce y le pide que haga una gestión cerca de ella para que hagan "un donativo en relación con su fortuna".
La carta contiene insultos a los artistas Pau Casals y a Lluís Millet, a los que califica de “exemples de covardia” por elogiar a los anarquistas de la FAI, que entonces mataban y saqueaban.
Y esto se producía después de que el ABC de Madrid, controlado por el PSOE y la UGT, publicase a finales de julio un suelto en el que calificaba a Cambó de “lo más peligroso del mapa derechista hispano” y añadía, como gracia racista, que éste tenía “perfil judaico”.
Con ese dinero recaudado por Cambó se pagaron las armas y las soldadas del Ejército que el 26 de enero de 1939 entró en Barcelona (antes que en Madrid), sin que nadie le opusiese resistencia.
El Barça fue a ver a Franco
Se podrá decir que se trataba de la guerra y que el catalanismo burgués quería salvar sus vidas y sus propiedades antes que sus ideas, pero es que el respeto por el general Franco se mantuvo muchos años en la alta sociedad catalana. Hasta el final. La junta directiva del FC Barcelona condecoró dos veces al dictador, pero no en los años 40, lo que habría podido tener alguna disculpa, sino en los 70.
En octubre de 1971, la junta entregó al caudillo su medalla de oro por haber contribuido a salvar al club de la quiebra mediante una recalificación urbanística. El 27 de febrero, la dirección del FC Barcelona acudió al palacio del Pardo en una audiencia concedida para entregar al anciano Franco una medalla conmemorativa del 75º aniversario de la fundación del club.
Ahora sólo se acuerdan de Guruceta, pero cabe preguntarse cuál era el equipo predilecto del régimen franquista, si el Real Madrid o el FC Barcelona; institución que dará acceso a sus instalaciones a los manifestantes separatistas.
¿Se hablará de estos devaneos franquistas en los corrillos de la Diada, cadena humana incluida?