“Es imposible trabajar correctamente”. Quien habla es un policía nacional destinado en el puesto fronterizo entre Ceuta y Marruecos. Desde hace dos meses, los cortes en los pasos para cruzar entre España y el país vecino son cada vez más habituales debido al incremento de la afluencia de personas. Los agentes se ven desbordados. “El menor de los problemas aquí es el hachís que pueda entrar”, lamenta un guardia civil que trabaja en el mismo lugar. La situación en Melilla es la misma, aunque la relación con los agentes marroquíes es incluso peor.
Los agentes que se encargan del control de fronteras, tanto de Policía Nacional como del Instituto Armado, calculan que en un sólo día pueden cruzar hasta 13.000 personas, muchas de ellas varias veces. La primera y última imagen que ven es la de una furgoneta de los antidisturbios españoles. En total, se realizan unos 30.000 controles.
Cada vez que una persona quiere pasar por algún puesto fronterizo se encuentra dos chequeos. Uno con la Guardia Civil, donde se fiscaliza el material que pueda transportar, y otro con la Policía Nacional, que revisa quién es quién. En estos momentos ambas tareas son “imposibles” de llevar a cabo con total seguridad. Y todo con un nivel cuatro sobre cinco de alerta terrorista.
Todas las fuentes consultadas coinciden en un punto: faltan recursos para asegurar la frontera. “En Melilla estamos catalogados 525 agentes, aunque sobre el terreno somos muchos menos”, dice un agente de Policía Nacional. La razón es que algunos de sus compañeros están destinados en comisión de servicios en la península, aunque su plaza esté en el norte de África. La escasez de personal, dicen algunos, ocurre desde hace una década
El plus económico ya no es un aliciente para que los agentes jóvenes elijan el norte de África como destino
Existe, también, el problema de que cada vez los nuevos agentes que salen de las academias no se sienten atraídos por ir a las Ciudades Autónomas. “El plus económico ya no es un aliciente”, explica un policía en Ceuta. “Se ha reducido la entrada de nuevos compañeros y otros muchos se han jubilado”, afirma otro en Melilla.
En el caso de Ceuta, y según la normativa, quienes viven en Tetuán no necesitan de visado ni tarjeta de residencia para poder cruzar hasta España. “El problema es que en los últimos meses se están empadronando en Tetuán para poder pasar. Hay mucho negocio aquí”, dice un policía.
Ese negocio es de las mercancías que se recogen en las ciudades españolas en el norte de África y luego se malvenden en Marruecos. Quienes se dedican a esto, mayormente mujeres, son conocidas como porteadoras. Miles de personas cruzan la frontera cada día. Ligeras a su llegada a España, salen cargando numerosos bultos cuando vuelven a su país.
“La situación es caótica. Antes había unos horarios y unos días estipulados para venir a Ceuta. Los viernes, que es su día sagrado, no venían. Ahora es todos los días y a todas horas”, dice un guardia civil, a lo que añade que es “imposible llevar un control mínimo” de quiénes pasan a territorio español.
Es “imposible llevar un control mínimo” de quiénes pasan a territorio español
“Nos tiran piedras, candados, cuchillos y nos insultan a diario, a lo que se suma el peligro que conllevan las avalanchas”, explica el agente. Las “avalanchas” son masas de porteadores que corre en dirección a la frontera para cruzarla como sea. Ante esa situación, lo único que pueden hacer los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es apartarse. Son momentos de descontrol absoluto. “Aquí se masca la tragedia”.
El Tarajal es el paso histórico en Ceuta. Con el tiempo se ha habilitado una pasarela, llamada Tarajal II, que va directamente a las naves industriales donde están las mercancías que los porteadores se llevan a Marruecos, algo que se ha demostrado insuficiente. Cuando esta vía se colapsa, se aprovecha el paso de turistas para colar todo tipo de objetos que luego se venderán en suelo marroquí. “Se pasa de todo. Ropa, alcohol, neumáticos, calefactores”, explica un policía que ha estado en puestos fronterizos tanto en Ceuta como en Melilla.
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Los agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) se dedicaban de la protección de estos almacenes. Hace poco, El Ayuntamiento decidió poner a personal de empresas de seguridad privada para proteger la circulación de personas en este punto de la ciudad.
¿Compensa que todos los días miles de personas crucen la frontera para buscarse la vida? “Algunas se pasan 24 horas para poder pasar, incluso duermen aquí en Ceuta”, dicen fuentes de seguridad. A quien sí que les compensa es a las empresas productoras: en la ciudad autónoma se pagan menos impuestos por la llegada de mercancías que en el puerto de Marruecos, el mayor de África.
Cuando se cierra el paso de personas, casi siempre para “preservar la seguridad de los agentes”, empiezan las llamadas. “La Delegación del Gobierno nos llama para que dejemos pasar a la gente”, dicen agentes de ambos cuerpos. Además del colapso que se produce en las calles de ambas ciudades, los comerciantes “presionan” para dar salida a su producto.
Operación Paso del Estrecho
El próximo trance con el que tendrá que bregar la Policía y la Guardia Civil será, como cada verano, con la Operación Paso del Estrecho (OPE). Se espera que entre junio y septiembre crucen los 14 kilómetros que separan España de África un millón de personas y 250.000 vehículos.
Desde el Sindicato Unificado de Policía, el mayoritario en el cuerpo, explican que este año que, de las 25 plazas ofertadas en cada ciudad autónoma para reforzar los meses de verano, se han quedado 18 desiertas en Melilla y otras 15 en Ceuta.
La falta de personal operativo agrava la situación en la OPE: por primera vez, el puerto de Melilla no estará operativo desde la medianoche hasta las seis de la mañana. “La situación cada día en más complicada y lo reconoces hasta en la Autoridad Portuaria”, apunta el sindicato.