Dentro de las propuestas anunciadas por Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy, para la reforma del Tratado de la Unión Europea, se incluye el compromiso de no forzar a los tenedores de bonos del sector privado a asumir las pérdidas en cualquiera de los futuros rescates de la zona euro. Ello supone que los países deudores sólo podrán reducir su excesivo endeudamiento mediante duros ajustes presupuestarios, recortes salariales, y, en definitiva, años de austeridad que deberán asumir sus ciudadanos.
Interpretación de las autoridades europeas de la quita a Grecia
Las autoridades económicas y políticas europeas consideran que el plan para persuadir a los bancos privados que asumieran una quita de los bonos soberanos griegos de un 50% fue un error.
Athanasios Orphanides, gobernador del Banco Central de Chipre y miembro del consejo de gobierno del BCE, afirmó en el parlamento de su país que "al forzar la quita de los bonos del Estado griego, lo que se ha conseguido es generar una preocupación a nivel internacional alrededor de todos los bonos soberanos de la Eurozona, y esa es una de las razones fundamentales de que tengamos un problema".
El punto de vista del BCE es que las quitas simplemente socavan la confianza de los inversores en toda la zona euro. En otras palabras, si las dificultades de Grecia hubieran sido mejor administradas antes, Italia y España no se hubieran contagiado y la zona euro no estaría frente a una crisis existencial.
Las autoridades europeas no aprenden
Por el contrario, el planteamiento de muchos economistas, especialmente de fuera de la eurozona, es diametralmente el opuesto. La crisis ha estallado a causa de un rechazo tenaz de las autoridades a aceptar en la eurozona que una reestructuración de la deuda griega era inevitable y tras la quita poner las finanzas de Grecia en una nueva base sostenible.
El actual economista jefe del Citi Willem Buitter en su nota de esta semana lo tiene muy claro: “o los gobiernos italiano y español después de muchos años de austeridad restauran la solvencia, o implementan una reestructuración ordenada de sus deudas… Los crecimientos económicos muy bajos o negativos junto a una tasa de paro creciente serán la norma en la Unión Europea, Reino Unido, Estados Unidos o Japón, al no ser que se implementen procedimientos al margen de los mercados mediante una reestructuración de la deuda soberana, bancaria, y de las familias”.
Consecuencias para España
España, por un lado, presenta niveles de endeudamiento privado superiores al 330% del PIB, y, por otro, el déficit presupuestario está sometido a un calendario de ajustes muy duro, asumido tanto por el Gobierno en funciones como por el Ejecutivo que viene, cuyo objetivo es situarlo en 2013 por debajo del 3%.
Si el saneamiento del sector financiero se hace sin tocar a acreedores, a cargo de los contribuyentes, y además no se produce ninguna reestructuración de la deuda de familias y empresas no financieras, aunque sea mediante un alargamiento de los plazos de pago, el Estado solo podrá lograr los objetivos de déficit presupuestario, según el calendario fijado, a través de durísimos ajustes.
Como advierte Willem Buiter, “no tenemos mucha experiencia sobre la voluntad de los electores en tiempos de paz de soportar años de austeridad, crecimientos económicos negativos, y aumento del desempleo, pero eso es lo que se conseguirá, salvo que se opte por una reestructuración de la deuda, pública y privada”