Los ministros de Pesca de la Unión Europea (UE) sellan un acuerdo agridulce. España y el ministro Planas salva un matchball, pero ni mucho menos ganan el partido. Las cofradías de pescadores se lamen las heridas, podrán seguir pescando, pero con más condiciones, “es otra vuelta de tuerca más, nos llevan a la desaparición, pero lentamente”, dicen a Voz Pópuli representantes andaluces de la pesca.
El pacto alcanzado introduce significativas restricciones a los días de pesca en el Mediterráneo, pero también abre la puerta a mecanismos de compensación si las flotas adoptan prácticas más sostenibles. Al menos, la flota de arrastre del Mediterráneo podrá seguir operando, lo que no parece claro es que las condiciones en las que lo va a hacer sean viables.
Las cuotas pesqueras tienen una doble vertiente, una atlántica y otra mediterránea. En ambas se proponen nuevas condicionantes de sostenibilidad. Si ayer Bruselas proponía 27 días de pesca para el arrastre al año en el mediterráneo, hoy ha aceptado mantener los 130 días de actividad, pero con “restricciones que llaman sostenibles que nos hacen inviable la actividad. El ministro vende esto como una victoria, pero yo no veo futuro”, nos dice José María Gallart, presidente de la Federación Andaluza de Asociaciones Pesqueras.
También valoran desde la Federación Andaluza de Cofradías de Pescadores, Manuel Fernández Belmonte se muestra escéptico, “agradecemos la labor encomiable del ministro Planas, pero las cosas como son, prácticamente nos vamos cómo llegamos, mal y cabizbajos, no hay mucho que celebrar”.
Una sostenibilidad inviable en Andalucía
Las nuevas normas para el mediterráneo son las más espinosas. A pesar de mantener los días de pesca en 130 y no en los 27 que proponía el nuevo comisario europeo, las condiciones de mallado "hacen que la rentabilidad sea imposible”, lamenta Gallart.
Bruselas propone que los días que se mantienen se conserven a través de medidas sostenibles, aplicando mallas y redes más selectivas de 15 milímetros bajo ciertas condiciones, según ha anunciado el comisario de Pesca, Kostas Cadis, así como cierres temporales de áreas de pesca y técnicas innovadoras. Kadis ha asegurado que estas medidas permitirán a los pescadores recuperar "los mismos días o casi los mismos días que pescaron este año".
El ministro español de Pesca, Luis Planas, valoró positivamente el acuerdo y aseguró que, gracias a estas medidas, "en términos prácticos, nuestros pescadores van a poder disponer en el año 2025 en el Mediterráneo de los mismos días de trabajo que tenían en 2024". Asimismo, subrayó que la implementación de estas técnicas podrá financiarse a través del Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y Acuicultura. No obstante, Planas reconoció los desafíos que implica la transición.
El impacto en Andalucía
El acuerdo tiene un impacto directo en Andalucía, donde el sector pesquero del Mediterráneo, centrado en los puertos de Granada, Málaga y sobre todo Almería es fundamental para la economía local. Esta región se especializa en especies como gambas, cigalas, rape y lenguado, que ahora enfrentan mayores restricciones.
Solo en la modalidad de arrastre, Andalucía acumula en les tres provincias unas 100 embarcaciones que emplean directamente a 500 personas e indirectamente a otras 3.000. El arrastre ha venido representando el 40 % de las capturas de Andalucía. Pero hasta que las flotas puedan adoptarse a las nuevas medidas sostenibles, muchas embarcaciones enfrentarán un amarre forzoso.
Pero los profesionales alertan de que más allá del tiempo y el coste de la adaptación del mallado a la pesca, las nuevas condiciones hacen que no sea rentable mantener la actividad pesquera. “Hemos llegado a oír esa frase que odiamos, para faenar así, mejor mandamos los barcos al desguace”, señala Gallart.
Con mallados más grandes se perderán las especies que rentabilizan la pesca, pero “es mentira” que se preserve la sostenibilidad, detallan desde ambas entidades del sector. Son “medidas de maquillaje para la sostenibilidad, cambiar el mallado no preserva nada, solo nos pone más piedras en el camino”, dice Gallart.
Además de cambios en el mallado de 45 a 50 milímetros, el acuerdo también contempla una reducción inicial del 30 % en la cuota de gamba roja, que finalmente quedó en un 10 %. Este ajuste representa un alivio parcial para los pescadores andaluces, sobre todo en la vertiente atlántica y, sobre todo, en el reparto de cuotas con Portugal en la región, con un 97% de porcentaje para España.
Las cuotas de especies clave se mantuvieron o incluso aumentaron en el Golfo de Cádiz, suponiendo la vertiente atlántica la única buena noticia de Planas. En el Golfo de Cádiz, por ejemplo, se preservó la cuota de cigala en 32 toneladas, y la de merluza sur, de 10,953 toneladas, se mantuvo estable.
El ministro ha destacado que el incremento en la cuota del gallo sur, que sube a 3,942 toneladas y del rape, con un aumento a 4,340 toneladas, son “muy buenas noticias” para la flota del Cantábrico noreste y del Golfo de Cádiz.
Desde FACOPE recalcan que, desde 2019, el sector viene padeciendo las restricciones de Bruselas, “muchas de ellas sin sentido”. El sector tenía algo de esperanza con el cambio de comisario, pero Kostas Cadis se ha encontrado con un “dardo envenenado, una herencia incomprensible que ataca a su propio sector”, reflexiona Fernández Belmonte.
No hay atisbo de optimismo en las flotas, cuestionados por la posibilidad de que el Gobierno cumpla con las ayudas anunciadas por el ministro Planas para la reconversión de sus aparejos, explican que “el dinero no es el problema, es el nulo futuro que le vemos a los cambios, no queremos vivir de subvenciones y son 6 años padeciendo legislaciones que nos hunden”, concluye Gallart. Las cofradías miran al horizonte, pero lejos de atisbar un nuevo amanecer ven un desguace.
