España

Artur Mas empieza a vender en Europa que Cataluña necesita un asiento en el Banco Central Europeo

Después del fracaso cosechado en la venta de su apuesta soberanista a la Comisión Europea, Artur Mas ha emprendido una ofensiva en los medios con más eco económico en los ámbitos comunitarios para colocar los objetivos a los que aspira una vez se celebre el referéndum. Primera parada: conseguir un asiento para Cataluña en el Banco Central Europeo (BCE).

  • El exconsejero de Economía de Cataluña, Andreu Mas-Colell, sestea en el Parlamento autonómico.

Al presidente de la Generalitat no parecen asustarle, en apariencia, las dificultades encontradas por el Gobierno para hacer oír su voz en el Banco Central Europeo después de que hace 14 meses saliera de su consejo José Manuel González-Paramo y se viera frustrado su relevo por Antonio Sáinz de Vicuña, director de los servicios jurídicos de esta institución. Artur Mas prescinde de esta mala experiencia y está dispuesto a convencer de que Cataluña necesita tener un asiento en el Eurobanco si el referéndum soberanista que tiene pendiente de convocar sale como él espera. El encargado de anunciar estas nuevas aspiraciones ha sido el consejero de Economía de la Generalitat, Andreu Mas-Colell, a través de Bloomberg.

El consejero catalán de Economía, Andreu Mas-Colell, califica de "explosiva" la situación creada en Cataluña

En declaraciones a esta agencia, el consejero anuncia sin rodeos que su Gobierno busca un asiento en el consejo del BCE, la institución que preside Mario Draghi. “Estamos muy dependientes del Gobierno central y no nos gusta en absoluto, nuestro banco es el Tesoro español”, asegura. El consejero intenta dar una cierta lógica a sus objetivos: mientras el Ejecutivo regional se financia a través del Estado gracias al Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), las entidades financieras catalanas dependen para ello del grifo de liquidez del Eurobanco. Para que a nadie le quepan dudas, Mas-Colell califica de “explosiva” la situación en Cataluña y reconoce que la Generalitat trabaja para tener un Estado propio, en busca de “solidez y prestigio en la comunidad internacional”. El Consejo de Gobierno del BCE está integrado por la media docena de miembros del comité ejecutivo y por los gobernadores de los bancos centrales de los Estados que participan en la moneda única.

La Generalitat asegura que busca la independencia para garantizarse "solidez y prestigio" en la comunidad internacional

El intento del Gobierno catalán de asomarse a las ventanas económicas de la UE que cuentan con mayor influencia se produce después del fracaso que han obtenido Artur Mas y sus consejeros a la hora de tener audiencia en las principales instituciones comunitarias. Desde la Comisión Europea, solo han recibido portazos. Su presidente, José Manuel Durao Barroso, se ha negado a recibir a Mas y voces tan potentes como las de los comisarios Almunia, Rehn, Barnier, Andor o Sefcovic, o la del presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, han formado un coro afinado contra esa idea acariciada por el presidente de la Generalitat de llegar a la independencia y a un Estado propio sin romper ningún tipo de vínculo con la UE ni tener que empezar desde cero el proceso de integración comunitaria. Después de este rosario de advertencias, las reglas han quedado claras: si un territorio de un Estado comunitario declara su independencia, automáticamente deja de pertenecer a la UE y se convierte en un país tercero.

El Gobierno interpreta como un éxito que el conflicto catalán no esté repercutiendo en la incipiente recuperación económica

En este fracaso de Mas, medido en clave de éxito por quienes no abrigan el soberanismo, han desempeñado una tarea activa varios ministros de Rajoy, sobre todo los de Economía y Exteriores. Luis de Guindos, José Manuel García-Margallo y el secretario de Estado para la UE, Íñigo Méndez de Vigo, han desplegado todo su poder de seducción en los despachos de Bruselas para que la cruzada del Gobierno catalán tenga escaso eco en las instancias comunitarias. En La Moncloa, se opina que han hecho bien su trabajo e interpretan como un acierto el hecho de que el conflicto catalán no esté repercutiendo en los aires de recuperación que sobrevuelan la economía española.

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