La inquietud de las grandes empresas y entidades financieras con intereses en Cataluña ha ido en aumento en las últimas semanas, lo que se ha traducido también en un crecimiento de la presión sobre Artur Mas para que dé marcha atrás a su programa soberanista. De momento, esto se ha traducido tanto en Madrid como en la Generalitat en un intercambio de gestos de relajación y en una acentuación del llamamiento al diálogo entre ambas partes, una secuencia que encierra escasa consistencia, al menos a la vista del PP.
En el PP se opina que, de momento, los intentos de acercamiento entre el Gobierno y la Generalitat tienen poca consistencia
“Si Durán nos viene ofreciendo diálogo y Mas no se mueve de su raíl soberanista, es lógico que al primero le tratemos con mayor benevolencia que al segundo. Pero, en el fondo, el problema no mejora”, aseguran fuentes del PP en relación al papel que el líder de Unió, Josep Antoni Durán i Lleida, aspira a tener en la solución a este contencioso entre Cataluña y el Estado. La misma fuente cree que Durán está sobreactuando e intentando poner en valor ante los empresarios su aparente labor de mediación, pero sin que en ella esté alcanzando frutos concretos.
Esta fallida mediación de Durán entre el Gobierno de Mariano Rajoy y el de la Generalitat, obedece a dos razones. En primer lugar, pese a sus buenas intenciones, Durán no está considerado por Artur Mas ni por sus consejeros más próximos un interlocutor válido con La Moncloa. En segundo lugar, el rol de altavoz empresarial que el propio Durán aspira a interpretar con acierto, choca con la opinión que el presidente de la Generalitat tiene sobre el cometido que los propios empresarios y financieros catalanes pueden ejercer en este enfrentamiento con Madrid.
Artur Mas cree que los empresarios tienen diferente lenguaje en Madrid y en Cataluña y que en esta última comunidad son neutrales
En el fondo, aseguran fuentes nacionalistas, lo que subyace en la posición de Artur Mas es un profundo desprecio hacia la influencia que los propios empresarios pueden tener sobre el proyecto soberanista. El presidente de la Generalitat suele trasladar a sus interlocutores que la empresa catalana tiene un lenguaje distinto en Madrid que en Barcelona, pues mientras que fuera de Cataluña expresa su preocupación por la deriva política que ha tomado el programa independentista, dentro mantienen una posición de neutralidad.
Mas ofrece también otra explicación para defender que los empresarios catalanes no tienen vela en este entierro. Opina que ninguno de ellos influye en Esquerra Republicana y, por lo tanto, a la vista del mapa político que opera en Cataluña desde el Gobierno tripartito que presidió José Montilla, no podrán torcer la ambición de gran parte de la población de conseguir un Estado independiente.