“¿Por qué tenemos nosotros que dar la cara por Fainé?, les ha llegado a decir Josep Antoni Durán i Lleida a los dirigentes de Unió, muy molesto por la falta de valentía de la mayoría de los empresarios y financieros con intereses en Cataluña a la hora de dar un paso en firme contra el proceso independentista. El jefe de filas de los democristianos habló hace un mes con los máximos representantes de CEOE, de Fomento del Trabajo, del Círculo de Economía, con patronales sectoriales y hasta con la Asociación Española de Banca (AEB) y con la CECA, para elaborar un manifiesto conjunto contra la secesión. La respuesta de la mayoría de sus interlocutores, informan en Unió, “fue vaga e indecisa”. Lo sigue siendo así todavía hoy, después de que Juan Rosell, Joaquín Gay de Montellá, Antón Costas o José María Roldán hayan ido por libre en sus pronunciamientos contra la independencia, cuando ni siquiera ha podido cerrarse la celebración de un gran acto empresarial que plante cara al soberanismo, pese a que las encuestas le sitúan al borde de la mayoría absoluta. Conclusión en Unió: “La mayoría de los empresarios nos han dejado colgados de la brocha y se han parapetado en las organizaciones que les representan, hay mucho miedo, cobardía y, al final, nos merecemos lo que pueda pasar el próximo día 27”.
"La mayoría de los empresarios nos han dejado colgados de la brocha, hay mucho miedo", aseguran en Unió.
Lo que revela la evolución de voto en el último año, según la secuencia del CIS, es que Juntos por el Sí, la candidatura en la que se refugia Artur Mas, se disparó nada más nacer antes de agosto hasta un porcentaje del 45% para más tarde descender por debajo del 40%. Otra plataforma de floración reciente, la que agrupa a Podemos e Iniciativa bajo la marca Cataluña Sí que es Pot, se disparó en julio hasta el 18% del voto y ha seguido desde entonces una leve tendencia a la baja, reflejada en algunas encuestas de institutos privados, en contra de la que ha tenido Ciudadanos, la formación liderada por Albert Rivera, que tiene como candidata a Inés Arrimadas y que ha pasado del 7% del voto que consumía hace un año al 16% de ahora. El PP, que desde septiembre de 2014 no lograba levantar cabeza con Alicia Sánchez Camacho, se ha visto beneficiado por el fichaje de Javier García Albiol y se mueve en una franja de apoyos de entre el 9 y el 10%, marginalidad que comparten también los socialistas catalanes, que han pasado del 13% de hace un año al 10% de ahora, porcentaje que puede orillarles como cuarta o quinta fuerza política en el futuro Parlamento catalán.
Tres claves para el 27-S
Los expertos en demoscopia de los dos grandes partidos nacionales, PP y PSOE, asoman tres claves que influirán de forma decisiva en lo que pase el 27-S. La primera es la de la movilización. En las autonómicas celebradas en Cataluña en 2012, hubo una participación del 69% con el bloque soberanista hipermovilizado. Ahora es lógico concluir que cualquier votante añadido sumará papeletas para el bloque constitucionalista. Esto explica la forma en que el PP, Ciudadanos y Podemos se están trabajando el cinturón rojo de Barcelona y el área metropolitana de otras grandes ciudades, con el objetivo de arañar el voto desencantado con el PSC, desorientado por los vaivenes protagonizados por los socialistas en las últimas legislaturas, partidarios del derecho a la autodeterminación en la etapa de Pasqual Maragall y ahora apuntados al modelo federal, todavía sin definir, de Miquel Iceta.
Otra clave que condicionará los resultados del 27-S, según los expertos, es la nota que Unió Democrática obtenga en el examen. “Nuestras encuestas nos dan grupo parlamentario propio, a pesar del escaso apoyo que recibimos, pues hay un sector del electorado que sentirá vértigo el domingo ante el escenario de confrontación e inestabilidad que puede abrirse en caso de ganar el soberanismo con mayoría absoluta. Además, hay que tener en cuenta que hay mucho voto oculto”, resumen en la cúpula de la formación democristiana.
Las encuestas de Unió dan a esta formación grupo propio, posibilidad que obligaría a Mas a elegir entre los democristianos y la CUP
Y un tercer condicionante que habrá que tener muy en cuenta será el porcentaje de apoyos que sume la Candidatura de Unidad Popular (CUP). Hace un año, rondaba el 3% y ahora puede sumar dos puntos más, pero la gran incógnita es si Artur Mas la necesitará para ahormar la mayoría absoluta. Hace unos días, Ramón Espadaler, candidato de Unió, preguntaba en alto a Mas si prefería ser presidente de la Generalitat con su apoyo o el de la CUP. Y, recientemente, Antonio Baños, candidato de esta última formación, admitía que por mucho que Mas se autoengañe, sin una mayoría clara de votos todo el proceso soberanista se complicará. Baños avanzaba también en La Vanguardia dos decisiones anticipadas de la CUP: no votará la investidura de Mas y hará todo lo posible, si colabora con el futuro Gobierno, para que Cataluña salga de la Unión Europea.
Hay pues, a solo una semana de que se desvele el misterio, dos circunstancias que habrá que tener muy en cuenta: la movilización electoral y el resultado en votos, no solo en escaños. Si la candidatura de Juntos por el Sí alcanzara los 68 diputados, con la ayuda o no de la CUP, pero consiguiera menos papeletas que Ciudadanos, PP, PSOE, Cataluña Sí que Pot y Unió juntos, Mas tendría que proseguir su vuelo hacia delante, pero con abundante plomo en las alas.