Solo los niños y los borrachos dicen la verdad. A la máxima, de tanta fortuna y tan largo recorrido, habría que añadir –en estos tiempos de corrección política– a las personas con inteligencia en el límite de la normalidad. En este grupo se enmarca Manuel, un amigo de José Enrique Abuín que en la sesión de hoy se ha convertido en su peor enemigo o, al menos, en el testigo que más daño le ha hecho. Su testimonio ha servido para que el jurado vea al acusado como un depredador sexual, un hombre que, en compañía de su amigo, acudía a las puertas de los institutos a buscar chicas muy jóvenes, a las que dedicaba perlas como “¡guapas, tías buenas!”. Un tipo que iba a los clubes de alterne de Santiago de Compostela, Vigo y Pontevedra, buscando mujeres “delgaditas, morenas y con el pelo largo”, exactamente la misma apariencia física de Diana Quer.
Un amigo de 'El Chicle' confirma que estuvieron en la nava
Manuel, ataviado con una sudadera con capucha y zapatillas de deportes de vivos colores, respondía desde su silla a las partes con la veracidad de quien parece incapaz de urdir un engaño, salvo que esté en juego su propia supervivencia. Y hoy no era el caso. Manuel ha descrito con todo detalle al jurado la nave de Asados donde su amigo dejó el cadáver de Diana y que los dos visitaron meses antes. Allí, según ha declarado, comprobaron la profundidad del pozo y si en él había agua, algo que negó Abuín en la sesión de ayer. Para acabar de enterrar judicialmente a su ya examigo, el testigo habló del objeto estrella del juicio y que, según las acusaciones, formaba parte del instrumental de secuestrador que siempre acompañaba a El Chicle. Manuel reconoció que el procesado siempre llevaba bridas en su coche. Y una brida es, para fiscal y acusador particular, el arma del crimen de Diana.
Antes de la declaración de Manuel, desfiló por el salón de bodas de los juzgados de Santiago de Compostela la familia política del procesado y su exesposa. Vanesa, la cuñada que le acusó de violación en 2005, se ha reafirmado en que El Chicle le agredió sexualmente, una caso que se reabrió tras la detención de Abuín por el crimen de Diana. Elena y Adrián, sus cuñados, que compartían vivienda con él en el momento de los hechos, han contado que le dieron coartada para la noche de la muerte de Diana porque él se lo pidió, cuando acudieron a declarar ante la Guardia Civil. Elena incluso ha recordado las lágrimas de Abuín al pedírselo.
Horas después de matar a Diana, 'El Chicle' estaba tumbado al sol y jugando con dos niñas. La cotidianeidad del mal en estado puro
Su exmujer, Rosario, peinada, maquillada y ataviada para la ocasión, ha hablado de su vida sexual y ha descrito el día de playa que pasó junto a su entonces marido en compañía de su hermana, su cuñado, su hija y su sobrina, del que quedó testimonio fotográfico y videográfico. Horas después de matar a Diana, 'El Chicle' estaba tumbado al sol y jugando con dos niñas. La cotidianeidad del mal en estado puro.
Otra víctima de Abuín testifica por sorpresa
La jornada terminó con un testimonio inesperado, el de una mujer que fue presuntamente asaltada por Abuín meses antes de ser detenido. Aún aterrorizada, incapaz de mirar hacia el lugar que ocupaba el procesado, ha contado que en la primavera de 2017 estaba esperando a su marido en la calle, El Chicle paró su coche y le dijo: “Ven, que lo vamos a pasar bien”. Tras un forcejeo, logró liberarse y solo la llegada de su marido la puso completamente a salvo. Después, al ver la imagen de Abuín en los medios, la mujer acudió a denunciar el intento de secuestro. No era ni morena, ni de pelo largo, ni joven. Pero estaba en el lugar adecuado en el momento justo. Y un cazador no desperdicia una presa.