"No creo ni en la espontaneidad ni en la casualidad". El ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, había abierto la caja de los truenos ya de mañana, tan sólo unos minutos después de conocerse la detención de Alfonso Grau, número dos de Rita Barberá. Un episodio más del cenagal valenciano. "Parece que aquí, en el único partido en el que se han cometido casos de corrupción es en el PP", agregó. Varios portavoces de la oposición consideraron muy inoportunas estas declaraciones e incluso alguien del PSOE llegó a pedir la renuncia del titular de Interior.
La reacción del titular de Interior es compartida por muchos en el PP. Hay un brote conspiranoico en ciertos sectores del partido más votado en las últimas elecciones
El goteo de detenciones, imputaciones, investigaciones, registros y demás iniciativas vinculadas con asuntos de corrupción que afectan al PP no cesan desde que ocurrió su amarga victoria electoral del 20D. La aparición de escándalos ha evolucionado in crescendo, particularmente desde que arrancó la negociación de los pactos. Asuntos antiguos, como Rato, la Púnica o Valencia (ahora, Taula) han surgido con nuevas implicaciones, otros prismas y diferentes vertientes. La reacción del titular de Interior, considerada por altos responsables de Moncloa como muy inoportuna, inadecuada y fuera de lugar, es compartida, sin embargo, por muchos dirigentes y militantes del PP. Hay un brote conspiranoico en ciertos sectores del partido más votado en las últimas elecciones. La tensión de los pactos pasa factura. La ausencia de directrices clara conduce a hilvanar singulares teorías. El PP puede perder el poder y en sus terminales saltan chispas. La policía Judicial, la UCO y algunos fiscales anticorrupción "sólo persiguen y detienen a los nuestros y no miran hacia otro lado, y por ahí andan los tipos de los Eres, y los pujoles, paseándose alegremente, y hasta aplaudidos cuando van a la Generalitat", comentaba una parlamentaria de larga trayectoria.
Calma y respeto
"Estamos hasta los cojones", dijo el sábado, ante el líder de su partido, un dirigente regional vasco. La indignación se intenta contener desde las alturas. Se pide calma y respeto a la acción de la Justicia. Pero "llueve sobre mojado", de acuerdo con quienes expresan este malestar en forma cada vez menos disimulado. Una información sobre Francisco Camps, el expresidente de la Generalitat Valenciana a quien se le atribuían funciones de ser una especie de recaudador de la trama Taula para la financiación del PP nacional, ha producido enorme irritación en el PP. "Se está violando el secreto de las actuaciones, no es propio de un estado democrático", decía el ministro antes mencionado en sus declaraciones televisivas. "Aludir a fuentes de la investigación, sin ofrecer un papel, ni un documento, ni una referencia explícita, se antoja inapropiado", comentaban en el PP.
También se mencionan en estos círculos asuntos como la actitud de la titular del juzgado número 6 de Sevilla que sustituyó a la jueza Alaya en el asunto de los Eres y de los cursos de formación. Meses lleva la jueza Bolaños sin remitir encargo alguno de investigación ni a Guardia Civil ni a Fiscalía, en tanto que la UCO ha recibido el silencio por respuesta a sus solicitudes para seguir con las pesquisas del asunto de la formación, que afecta directamente a altos cargos de la Junta de Andalucía, tal y como ha publicado el diario La Razón. "Le quitaron el caso a la magistrada Alaya, combativa a irreprochable, y todo se paralizó. Ni Eres ni nada. Así funcionan otros, y nosotros, ni siquiera sabemos a quiénes detenemos", señalaba un dirigente del PP en Andalucía.
Cuidado con la histeria
Rajoy ha querido templar esta intensa ventisca de malestar, esta oleada de enfurecimiento que advierte en sus filas. En el Comité Ejecutivo de este lunes, el líder del PP animó a sus altos cargos a "no actuar movidos por la histeria" e insistió una vez más en que se trata de asuntos antiguos, muchos de los protagonistas de estos episodios ya no están y "nadie va a venir a darnos lecciones sobre cómo se combate la corrupción", sentenció. Nadie le contradijo ni reclamó el uso de la palabra. Salvo Cristina Cifuentes para agradecer su designación al frente de la gestora de Madrid. Y Dolores Cospedal, para insistir en las generalidades de costumbre, según la expresión de uno de los presentes. "Esto huele a fin de ciclo. Los brotes conspiranoicos, el desaliento, las críticas fuera de foco,... no va más", aseguraba.
"Esto huele a fin de ciclo. Los brotes conspiranoicos, el desaliento, las críticas fuera de foco,... no va más", aseguraba uno de los presentes en el Comité Ejecutivo
Pablo Casado, portavoz visible del partido, especialista en lidiar en los trances más peliagudos, intentaba centrar el debate y serenar el juego. Reclamó respeto hacia los jueces, pero los animó a que se apuren y cumplan con su deber con la celeridad necesaria. Se mostró durísimo con los casos de corrupción que les afectan. "Me parece vomitivo y abominable y me siento directamente perjudicado, estamos hasta las narices", sentenció. Y le pidió a Rita Barberá que dé la cara y, sin explicitar, que se vaya a su casa. Pero también mencionó los asuntos que no aparecen en los medios, como el caso de la exalcaldesa de Jerez, del PSOE, condenada a 4 años y medio por el Supremo. "¿Han visto ustedes publicada alguna foto de esa señora entrando en prisión?". Ni una, y sin embargo todos vieron la de Rato entrando en un coche, con la mano de un policía fiscal en su nuca. Desde Génova se recuerda, por ejemplo, el caso del secretario general de los socialistas gallegos, José Ramón Gómez Besteiro, imputado desde hace meses y que sigue en su puesto y es candidato de su formación a las autonómicas de su comunidad de este otoño. "Está imputado, ahora se dice investigado, y nadie lo recuerda, y pretende desplazar de la Xunta a Núñez Feijóo", comentaban en la sede del partido. Caso similar es el de Abel Caballero, alcalde de Vigo, imputado, sigue en su cargo y ejerce también la presidencia de la Federación de Municipios de España. O Pere Navarro, exsecretario general de los socialistas catalanes... y así sucesivamente.
Sube la marea del malestar entre la militancia más fiel. Casado mantiene la línea de prudencia que ha marcado el líder de su partido. Llueven chuzos de punta. Cada semana se abre con un bombazo informativo, un estruendo de escándalo. Algunos casos viejos que se recuperan, diversos asuntos antiguos que cobran vida. La conspiración está servida. En muchas almas del PP se piensa en un ministerio de Interior que sigue estando dirigido por la gente de Rubalcaba, en una fiscalía anticorrupción que, desde los tiempos de Gallardón jamás han sabido entenderla como hizo el PSOE, en un fiscal general que jamás han tenido los populares como sí tuvieron los socialistas con Conde Pumpido. Y también se mira hacia el interior, hacia sus propias filas, y aparecen ahí las conspiraciones sin fin del 'fuego amigo'. En este apartado, emergen varios nombres y diversas teorías que, por un motivo o por otro, "siempre confluyen en Soraya", de acuerdo con esta fuente.