Mariano Rajoy ha dado instrucciones a su equipo para poner punto final el intenso 'bombardeo amigo' contra Rita Barberá para centrarse en los 'líos del señor Sánchez'. El presidente en funciones no se ha referido ni una sola vez al affaire de la exalcaldesa de Valencia. Pese a su amistad de décadas, ni siquiera habló con ella en la jornada negra de su dimisión como militante del PP. Tendrá que hacerlo este viernes en Bratislava, donde asiste al Consejo Europeo y protagonizará una rueda de prensa. Romperá ahí su silencio, dicen fuentes de Moncloa. Está muy dolido Rajoy en lo personal y preocupado en lo político. "Hay una sublevación de barones en el PSOE, quieren cortarle el cuello a Pedro Sánchez, piden años de cárcel a Griñán y nosotros dándole vueltas a una señora que ya no es nadie en el PP", comenta uno de sus más estrechos colaboradores.
Dolores Cospedal señaló este jueves el camino. La secretaria general fue la encargada de asumir en persona la parte más agria de la negociación con la exalcaldesa. Una conversación telefónica eléctrica y muy dura. Fernando Martínez Maíllo, vicesecretario general del PP, no podía con ella: “Es mucha Rita”. Cospedal, experta en estos trances, no en vano en su día defenestró a Bárcenas, logró en el miércoles negro, entre cariños y presiones, que Rita se diera de baja del partido. En contra de lo que se dice, ella no forzó la renuncia al Senado. Se trató de una solución a medias. Barberá se va pero se queda. “Es un alivio, nos da argumentos para presentarnos a los medios”, señala una fuente próxima a la secretaria general. “Rita ya no está, ya no es el PP”. Todo perfecto.
Tensión en la familia conservadora
Este criterio no era compartido en toda la familia conservadora. El ala joven de Génova, en especial Javier Maroto, se ensañó con la exalcaldesa, vieja enemiga de trifulcas. Barberá se burló en su día de su condición de fan del festival de Eurovisión. Alfonso Alonso, líder del ‘clan vitoriano’ e íntimo de Maroto, fue quizás el más acerado en la arremetida contra la ahora caída en desgracia. Llegó incluso a culparle de un posible resultado negativo en las elecciones vascas. Barberá le respondió en su nota de renuncia del jueves. “Que nadie se ampare en mí para esconder sus resultados políticos o electorales”, le espetó.
El escaño de Rita se ha convertido en el monotema de cuanto dirigente del PP ha comparecido en público
El escaño de Rita se ha convertido en el monotema de cuanto dirigente del PP ha comparecido en público. Algunos lo hacen en un tono más modulado que el tándem Alonso-Maroto. En este desfile de 'disparen sobre Rita' se ha escuchado en las últimas horas a Cristina Cifuentes, a Beatriz Escudero, Pablo Casado, José Monago… Núñez Feijóo, el más prudente y Andrea Levy, virtuosa de equilibrio ejemplar.
Cospedal saltó a la palestra, mientras hacía campaña en Galicia, para expresar exactamente lo que el presidente pretendía que escuchara Barberá y, de paso, toda la organización. La ex alcaldesa se ha dado de baja como militante y el partido no puede forzarla a abandonar el escaño por razones estrictamente legales. “Ha hecho lo mejor para el PP y para sus intereses para poder defender su inocencia”, declaró, entre la estupefacción de algunos de sus conmilitones, empeñados en despellejar a la exalcaldesa en la plaza pública. Cospedal recordó que ni está imputada, ni procesada, ni condenada. Y que se le investiga por un blanqueo de capitales que, en su persona, alcanza los mil euros. "Tal ensañamiento suena a venganza o a ganas de hacer méritos", se ha escuchado en estas últimas horas.
La corrupción es la norma
No hay necesidad alguna de llegar tan lejos, comentan en el entorno de la ‘número dos’ de Génova. De ahí la irritación con los jóvenes de la cúpula popular. "Van de adalides de la lucha contra la corrupción, son exhibicionistas y petulantes. Se creen que ellos han inventado eso de la transparencia", claman en algunos despachos del partido. En el PP valenciano, la guerra circula por otros derroteros. Isabel Bonig, la líder de los populares levantinos, lucha a brazo partido por llevar adelante una renovación en un entorno enfangado, tóxico y hostil. La corrupción ha sido la norma y casi la ley en el PP de Comunidad Valenciana. En la tarde del jueves, el PP se sumó en el Parlamento regional a una iniciativa de todos los grupos para que Barberá abandone el Senado. Un brindis al sol sin consecuencia política alguna. Tan sólo una especie de happening político para escenificar lo ‘repudiable’ que es una dirigente que ha sido alcaldesa durante cinco legislaturas por mayoría absoluta.
Rajoy ha transmitido a sus colaboradores más estrechos la necesidad de acabar con la imagen, surgida al hilo del escándalo Barberá, de que hay ‘dos PP’, uno muy laxo a la hora de enfrentar la corrupción y otro intransigente hasta el paroxismo. Cospedal ya ha dicho lo que se tenía que decir. Ahora pretende que se pase página. En apenas unos días estarán votando los vascos y gallegos. Rajoy necesita un resultado positivo y, sobre todo, un retroceso doloroso del PSOE para intentar una nueva investidura. Mantener el fuego graneado contra Barberá en la primera línea del debate no es precisamente lo más recomendable. Punto final. "Los líos de Sánchez" es el nombre de la nueva función. Cambio de guion, "no nos equivoquemos de enemigo".