El PSC y Moncloa creen que el 'todos contra Illa' que se ha visto en los sucesivos debates televisivos puede beneficiarles de cara a las elecciones, ya que sitúa a su candidato en el centro del tablero político y obliga al resto de partidos a posicionarse en torno a él. El broche final de esta estrategia lo ha puesto la entidad Catalans per la Independencia, que ha logrado que los partidos independentistas se comprometieran por escrito a que no pactarían ni darían sus votos al PSC tras el 14 de febrero.
El último en adherirse a este manifiesto fue ERC y, según ha podido saber Vozpópuli, se debió más a la casualidad que a una actuación premeditada desde tiempo antes. Fue el PDeCAT quien, en un encuentro en la sede de los republicanos en la calle Calàbria, les animó a sumarse a la iniciativa. "ERC siempre ha defendido que con el PSC no hay nada que pactar", explican las fuentes consultadas para quitar hierro al asunto. Es decir, decidieron estampar su firma porque era "coherente" con lo que han defendido siempre.
Si se observa el documento, la rúbrica de Àngels Chacón, líder del PDeCAT, precede a la de Sergi Sabrià, portavoz del grupo parlamentario de ERC en el Parlament. Solo la firma de la candidata de Junts, Laura Borràs, lleva la fecha del 8 de febrero (dos días antes que el resto de firmantes). El hecho de que, en el caso de ERC, no sea Pere Aragonès quien sella el acuerdo se debe al hecho de que no estaba presente en ese momento en la sede de su partido. Pero Sabrià consideró oportuno sumarse a la iniciativa después de que altos dirigentes de la extinta Convergència les informaran de ello.
Después de la venta de su sede central en calle Provença, y tras el divorcio con los de Carles Puigdemont, el PDeCAT se mudó en frente de ERC, en el 169 de calle Calàbria, edificio de Núñez y Navarro. Este emplazamiento, y la cercanía de los comicios -donde tanto ERC como el PDeCAT entraron en el cuerpo a cuerpo con Borràs- motivó un encuentro que servía para cerrar filas con el nacionalismo menos posibilista con los pactos en Madrid. En la recta final de esta campaña, y como informó este medio, ERC rompió el pacto de no agresión con Junts y se fue a la caza del votante más nacionalista (y también el más indeciso, que es un voto fronterizo entre ambos partidos). Al mismo tiempo, el PDeCAT busca exhibir su pedigrí independentista aunque sea a costa de que sea Junts quien marca el paso.
Por esta razón, ninguno de los dos partidos ha corregido o matizado el pacto firmado pese a la controversia que ha suscitado entre otros sectores. Se trató, explican las fuentes consultadas, de una mera "ratificación de un compromiso" que siempre fue público y hecho con luz y taquígrafos, aunque el hecho en sí haya cogido ahora tanta envergadura.
Desde ERC y el PDeCAT ubican la polémica a un efecto inherente al contexto de campaña electoral y lo separan de su papel en Madrid, donde ambas formaciones dieron su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado y, en el caso de los republicanos, son el principal socio externo del Ejecutivo de coalición. Mientras consideran que con el PSOE se puede alcanzar acuerdos que "beneficien el conjunto de los catalanes", condenan cualquier entente con el PSC por no apoyar el "derecho de autodeterminación en Cataluña" y avalar la "represión".
Rufián con Àngels Chacón
Dentro del espacio del nacionalismo, ERC ha logrado presentarse como la única formación capaz de llegar a pactos con Madrid y, antes de la pugna electoral, acentuó su perfil pragmático. Aunque el PDeCAT ha intentado volver a representar este papel, su situación (con solo 4 diputados en el Congreso) le dificulta volver a ser decisivo en la capital.
Desde ERC no cierran la puerta "liderar" un Ejecutivo autonómico que cuente con "el PDeCAT y Junts" -por la derecha- y con Comuns y CUP -por la izquierda-. Y, al mismo tiempo, no dudan en explotar la división de los antiguos socios de Junts per Catalunya. PDeCAT y Junts son vasos comunicantes: hay una parte del electorado de centroderecha catalanista que todavía tiene dudas sobre si votar por Borràs o por Chacón.
No es de extrañar que ambas candidatas se hayan enfrentado duramente en los debates y que, la propia Borràs lanzará una agresiva campaña en el pueblo de Chacón con una pancarta gigante que emulaba la de Joan Laporta, candidato a presidir el F.C.Barcelona, en Madrid.
ERC, por su parte, no ha desaprovechado la ocasión para fragmentar el voto a su derecha. Si Pere Aragonès vende gestión, Rufián atiza las contradicciones de lo que llama "el espacio convergente". A través de su canal en Youtube, entrevistó este jueves a la líder del PDeCAT, quien no dudó en criticar a sus antiguos compañeros de partido.