"Como no podía ser de otra manera, agradecer a los compañeros del Consejo de Gobierno y, sobre todo, a Vox, el esfuerzo en las negociaciones y la generosidad en la exposición de los puntos y el convencimiento de que esto es bueno para Andalucía". Un día después de defender con vehemencia las cuentas en el Pleno del Parlamento andaluz, el consejero de Hacienda, Industria y Energía, Juan Bravo, ratificaba aliviado el que ya se ha convertido en el primer acuerdo conjunto entre PP, Ciudadanos y Vox.
Pasadas las 9.00 horas de la mañana del jueves, las tres formaciones suscribían por primera vez un documento con un paquete de 34 medidas de incidencia presupuestaria -algunas hasta ahora 'tabú'- bajo el título Acuerdo para avanzar hacia una nueva política presupuestaria que refleje el Gobierno del cambio en Andalucía. Era la condición de Santiago Abascal para finalmente retirar la enmienda a la totalidad al presupuesto del nuevo Ejecutivo andaluz. La famosa enmienda a la que algunos llamaron destroyer.
Desde Vox defienden que el acuerdo "no se fraguó en Madrid", sino en Andalucía "pensando en el interés general de los andaluces", una versión que chirría en el seno del resto de partidos y en plenas negociaciones de pactos postelectorales como los de la capital.
Foto a tres bandas
A los agradecimientos en público del PP se sumaba también el gesto de Ciudadanos. Rodeado de micrófonos, Rogelio Velasco, el consejero de Economía propuesto por la formación naranja, negaba en público cualquier tipo de incomodidad por participar en la foto a tres bandas. Preguntado sobre si se sentía "cómodo", Velasco decía que sí por cuanto este pacto contribuye a la "estabilidad política y económica".
Pero las sonrisas, los apretones de manos y, en definitiva, la estampa, no eran sino el reflejo del alivio que a los equipos negociadores les ha supuesto dejar atrás el calvario de las interminables reuniones previas. El acuerdo estaba ultimado, pero no firmado, a la 1.30 horas de la madrugada de este miércoles, según fuentes cercanas a la negociación. Vox habría dado el visto bueno a los cambios introducidos por el PP para sacar adelante los primeros bautizados como "presupuestos del cambio".
Ardían los teléfonos, caían incesantes las llamadas desde la capital. En Génova empezaban a cundir los nervios. Vox es impredecible y con Abascal nunca se sabe, decían
Pero los populares no se fiaban. Negociar con Vox siempre ha resultado difícil, recuerdan quienes tuvieron que sacar adelante el acuerdo para la investidura de Juanma Moreno al frente de la Junta. "Cada minuto dicen una cosa, a veces se contradicen y otras, ni siquiera escuchan", apuntan en fuentes del PP. Todo estaba en orden para la retirada de la enmienda a la totalidad. Faltaba, sin embargo, el visto bueno de Santiago Abascal. "A la espera de Madrid", repetían los interlocutores de Vox, Rodrigo Alonso, y, en especial, Alejandro Hernández, quien llevó el peso de las negociaciones.
Ardían los teléfonos, caían incesantes las llamadas desde la capital. En Génova empezaban a cundir los nervios. Vox es impredecible y con Abascal nunca se sabe, decían. La sesión parlamentaria del miércoles, crucial en la nueva era andaluza, fue un ejercicio de tormento y suspense. PP y Ciudadanos, cinco meses después de llegar al Gobierno, se jugaban su baza decisiva. Unas cuentas públicas que les permitirían gestionar sin contratiempos durante los próximos dos años.
La estrategia de Vox
Vox quiso demostrar que sus escaños ni son una anécdota prescindible, como piensan algunos de Cs en Madrid, ni son un mero accidente, ni mucho menos "papel mojado". Son claves para sacar adelante cualquier medida de peso. Y Moreno Bonilla lo sabe. Lo ha sufrido. Abascal tenía muy clara su estrategia.
Había que hacer sudar tinta china a sus compañeros del bloque de centroderecha. Tras largas horas de debate con intensas intervenciones, y minutos antes de dar su brazo a torcer, Hernández, lanzaba un último aviso. Solo si el consejero de Hacienda ratificaba "los acuerdos alcanzados ayer" Vox se comprometía a desvelar su decisión en su turno de réplica.
Apurar hasta el último minuto sirvió para que el hartazgo personal y organizativo se apoderase de la Cámara. Era la única forma de superar el dichoso cordón sanitario a nivel programático. Fue en ese momento cuando Bravo enumeró un sinfín de "puntos de encuentro" entre los presupuestos presentados y las exigencias de los de Abascal. También cayó alguna que otra alabanza a la "valentía" de estos últimos a la hora de defender sus propuestas.
Apurar hasta el último minuto sirvió para que el hartazgo personal y organizativo se apoderase de la Cámara
Finalmente, en el límite estipulado, sobre la bocina, a las 21.30 horas del maratoniano miércoles parlamentario, la formación verde decidió anunciar que la retiraba. "Lo más fácil y rentable en términos políticos hubiera sido mantener la enmienda a la totalidad", decía Hernández. Pero por encima de todo primaba "el interés general". Júbilo en el PP después de la complicada jornada en la que todo pudo irse al traste. El documento de 34 puntos suscrito entre los partidos del centroderecha superó todas las trabas y vio finalmente la luz.
Vox ha incorporado a la ley presupuestaria algunos asuntos delicados como la dotación de fondos bajo el concepto de "violencia intrafamiliar", o el reajuste de las ayudas a la memoria histórica, que se centrarán tan sólo en la localización y recuperación de fosas y no en financiar lo que en las filas del partido entienden como chiringuitos guerracivilistas. O las medidas policiales sobre inmigración. Todos ellos son puntos que en su día estaban incluidos en el pacto de investidura pero que no se habían concretado en medidas tangibles.
Costa, el gran triunfador
Elías Bendodo, consejero de Presidencia, Juan Bravo, titular de Hacienda y José Antonio Nieto, portavoz parlamentario, han integrado el equipo negociador por parte de los populares. Bendodo, la mano derecha de Juanma Moreno, también controlaba las negociaciones en otros escenarios.
Abascal quiso vincular su enmienda al presupuesto andaluz a las negociaciones de pactos territoriales que se desarrollaban en paralelo. El acuerdo suscrito entre el PP y Vox para gobernar en aquellos municipios donde ambas fuerzas suman mayoría, actuó con un efecto tranquilizador y engrasó las negociaciones de las cuentas andaluzas.
Juan Costa, el hombre de los números del PP, se ha convertido en el gran triunfador de esta epopeya. No fue fácil. "Vox hizo mucho teatro, pero en el fondo estaban decidido a no ceder demasiado", dicen en el flanco de los populares. Había mucho en juego. El primer presupuesto no socialista de Andalucía es válido para las cuentas de este año y las del 2010 por lo que el gobierno de coalición PP-Ciudadanos tiene asegurada su tranquilidad durante el próximo bienio.