Política

Cinco años de 'ayusismo': de convulsionar al PP con Casado a ser la némesis de Sánchez

La estrella política de la presidenta madrileña nació en la pandemia, donde llegó a "convertirse en Dios para los votantes" del PP. La vivienda es su gran reto esta legislatura

Con un fenómeno ya clásico en las sociedades posmodernas, el de la viralización de un clip a través de las redes sociales, un corte de vídeo breve que dota al usuario de la dopamina justa para sobrevivir durante algunos minutos, saltó a la fama Isabel Díaz Ayuso. Fue el 3 de diciembre de 2018, el día después de aquellas elecciones andaluzas donde a Juanma Moreno le salieron los números junto a Ciudadanos y Vox para liquidar los 40 años de regencia del PSOE en Andalucía. La entonces secretaria de Comunicación del PP, una absoluta desconocida para el gran público, solventó airosa una engorrosa entrevista en La Sexta sin meandros discursivos, saliendo al ataque tras las preguntas y esquivando la incomodidad endémica de cualquier dirigente popular a la hora de ser preguntado por los pactos con el partido de Santiago Abascal, entonces, embrionarios.

Apenas un mes después, el entonces líder del partido, Pablo Casado, amigo íntimo desde que se conocieran en Nuevas Generaciones, la nombró como candidata a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. La maltrecha situación de la formación en la región tras la caída en desgracia de Cristina Cifuentes y los malos pronósticos espantaron posibilidades de relumbrón. "Fue una decisión muy personal de Pablo, muy sorprendente para todo el mundo, como la de Almeida, pero ella formaba parte de su círculo personal", recuerda un miembro de la anterior cúpula del partido.

"Cuando la nombran candidata en enero [de 2020], hereda un partido totalmente destrozado. En apenas cuatro meses, sin muchas herramientas, sin tener mucho apoyo del aparato –fuentes de la anterior dirección recuerdan "desplantes" y "menosprecios" de Teodoro García Egea durante las reuniones–, pasamos de los 22 diputados que nos daban las encuestas a conseguir 30", siguen desde el equipo de la presidenta madrileña. Como Juanma Moreno, gobernó Ayuso pese a perder las elecciones frente al PSOE. Y como el presidente andaluz, gobierna ahora con mayoría absoluta dos de las tres comunidades autónomas más pobladas de España.

Sobre Ayuso está todo contado. Desde que llegó a la Puerta del Sol el 14 de agosto de 2019 hasta ahora. Y también antes, a través de decenas de esos reportajes dominicales que tratan explicar la trayectoria de "la política más popular de España", según ha dicho de ella el expresidente del Gobierno José María Aznar. Una política cuya fortuna política se explica a través de su personalidad explosiva, genuina, espontánea, irreflexiva a veces; su rivalidad con Pedro Sánchez y con el reguero de adversarios que ha mandado a la lona. "España me debe una", dijo tras arrollar Pablo Iglesias, cuya silueta quedó marcada en tiza tras las elecciones autonómicas del 4 de mayo de 2021.

Cinco años, en definitiva, en los que Ayuso ha pasado de sembrar la incertidumbre en el partido durante su primera campaña electoral tras soltar perlas como que echaba de menos "los atascos a las tres de la mañana un sábado", una frase como escrita por Woody Allen para algún personaje marcadamente neoyorquino; a "convertirse en Dios para los votantes" –reconocen desde la anterior dirección– desde la pandemia. Del peor resultado del PP de Madrid en 2019, a la mayoría absoluta más amplia del partido en la región.

La pandemia y el KO a Casado

La explosión de la pandemia en marzo de 2020 es el punto de inflexión que explica el liderazgo de Ayuso. La presidenta madrileña se desmarcó del resto de comunidades autónomas, marcó perfil dentro del partido y eclipsó toda la oposición al Gobierno con una gestión aperturista. El grueso de la derecha y gran parte de la sociedad madrileña se encandiló con Ayuso, que en marzo de 2021 adelantó las elecciones en lo que supuso un terremoto político. Unas elecciones que presentó con una disyuntiva, "comunismo o libertad", con la que amarró la bandera más liberal de la política española. Más que duplicó su resultado en mayo, quedando al borde de la mayoría absoluta, pero esquivando la entrada de Vox en el gobierno autonómico.

Los recelos se multiplicaron en Génova. Ayuso, cuatro meses después, en septiembre, reivindicó su derecho a ser la presidenta del PP de Madrid. Y explotó su guerra con Casado. "Pablo decía que Aznar le repetía constantemente que nunca perdiera el control del partido en Madrid, que era clave, y que nunca el presidente autonómico debía ser el presidente del partido, una tradición que rompe Esperanza Aguirre. Y, para Casado, lo que decía Aznar era sagrado. Entonces empezó un marcaje de territorio y los enfrentamientos públicos", rememoran desde la anterior dirección.

La enemistad personal hizo convulsionar al partido durante meses.

Casado intentó destruir a su principal activo político tras conocer las comisiones cobradas por su hermano en una venta de material sanitario a la Administración. Un caso que la Fiscalía Europea ha terminaría archivando. Pero si primero fue su padre, después fue el presunto delito fiscal de su novio lo que generó la polémica en su entorno. Un caso, este último, que salió a la palestra en marzo de este año y que la presidenta madrileña achaca a una cacería política. "Primero fue mi difunto padre, que no pudo defenderse de unas acusaciones sobre una empresa que además quebró por otras cuestiones, y que él afrontó sin deber nada a nadie. Después fue mi hermano, después mi madre, primos, mi pueblo, mi barrio, mi colegio, mis profesores, mi expediente académico, mi vida laboral. Siempre ha sido buscar algo en el entorno para hacerme trajes", lamentó Ayuso.

La clave MAR y el reto de la vivienda

En febrero de 2022, la noticia de que Génova había contactado con espías para seguir a Ayuso desató una guerra a tumba abierta. La balanza dobló del lado de Ayuso en una semana. Sólo un mes después de la llegada de Alberto Núñez Feijóo al mascarón de proa del PP, la presidenta madrileña se hizo también con las riendas del partido en la región, unificando ambas cotas de poder. "Ayuso es uno de nuestros jugadores franquicia", reconocen desde la actual dirección de Génova, conscientes desde el minuto uno de la necesidad de mantener alta su autoestima interna. Un reconocimiento del partido antes negado.

Y es que los corrillos sobre el papel de Ayuso y su futuro en el PP son recurrentes en los mentideros del partido. También en el bar de la esquina, vista la baronesa madrileña como una figura política capaz de tomar las riendas de la nación. Al ser preguntados sobre la posibilidad de ser la primera presidenta del Gobierno, su entorno dibuja una mueca elocuente. Eso sí, el consenso es más amplio entre los votantes que entre los dirigentes, recelosos muchos de su swing y de su manual ideológico, y enmarcada por algunos dentro del "ala dura" del partido. Un "liberalismo a la española", acotan en su equipo, más parecido al de Reagan que al de Thatcher.

Y es que la trayectoria de Ayuso y la presencia de Miguel Ángel Rodríguez al frente de su gabinete desde enero 2020 es un foco de suspicacias para mucho y una grieta donde intentar sembrar cizaña por parte de sus adversarios políticos, siempre azuzando el rumor de que quiere mover la silla de Feijóo, algo tajantemente descartado por la líder madrileña. "MAR siempre ha estado en el equipo. Es la primera persona a la que llama cuando la nombran candidata, con Alfonso Serrano [secretario general del PP de Madrid] o José Luis Carreras [jefe de prensa de la Comunidad]", siguen las fuentes consultadas. "Obviamente es una pieza fundamental y hacen un tándem tremendamente bueno", dicen del spin doctor, una persona trascendental en sus maniobras de largo alcance, si bien protagonista de no pocas polémicas. "Os vamos a triturar. Vais a tener que cerrar", amenazó por WhatsApp a la periodista de elDiario.es Esther Palomera.

En su equipo, mientras, sacan pecho de la gestión de Ayuso durante este lustro al frente de la Comunidad de Madrid. "Tenemos la mejor Sanidad de España, con los menores tiempos de espera para las intervenciones quirúrgicas; en Madrid se crean una de cuatro empresas y nunca ha habido tanta gente trabajando como ahora; tenemos la mejor Ciudad de la Justicia del mundo, un plan de natalidad de 4.500 millones de euros para luchar contra el invierno demográfico y somos la única región que está reinvirtiendo esa baja natalidad", dicen sobre "el motor económico de España".

¿Y cuál es el principal desafío esta legislatura? "Nuestro gran reto es la vivienda", zanjan en pleno contexto de subida exponencial de precios en Madrid. "Lo vio claramente el año pasado, cuando ganó con mayoría absoluta", desvelan desde el entorno de la presidenta madrileña, "se está desarrollando un plan de choque con un montón de medidas para facultar el acceso a la vivienda. También existe el reto de mantener un crecimiento equilibrado para mantener la identidad de Madrid, que no se pierda la vida de los barrios".

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