19 de agosto de 2021. Base aérea de Torrejón de Ardoz, Madrid. Las agujas del reloj marcan las cuatro y media de la madrugada y aterriza el primer avión del Ejército del Aire procedente de Kabul con refugiados afganos y personal de la Embajada de España en la capital de Afganistán.
53 personas pisan tierra tras varios días de angustia tratando de salir de un país cercado, de nuevo, por los talibanes. Cinco de ellas son españolas. El resto, refugiados afganos que han colaborado con el Gobierno español a lo largo de los años y sus familias. Al menos una decena de niños deambula asustada por la pista.
Les espera un hangar donde médicos y enfermeros les practicarían una PCR. Después, toca el registro y la petición de asilo. Pasan a formar parte del programa de acogida del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones a través de Cruz Roja.
De ahí, al campamento de refugiados con capacidad para 800 personas que hay instalado y, tras 72 horas como máximo, poco a poco, van repartiéndose por los distintos centros de la red estatal. Pisos en el caso de las familias. Pero, ¿quién diablos entiende algo de pastún o persa darí para hacer todos los trámites?
El rol de los intérpretes
El extremeño Gabriel Cabrera se vio desbordado. Reside en Mérida y trabaja formando intérpretes en Dualia, una empresa con sede en Mondragón que ofrece servicios de traducción simultánea a distancia para profesionales que desconocen el idioma de la persona a la que tienen que atender.
Operan para Cruz Roja, Cáritas, emergencias 112, departamentos de educación y empleo, dependencias policiales y, sobre todo, para las plantillas de la mayoría de hospitales y centros de salud del país. Desde que el paciente llega a la ventanilla hasta que entra en la consulta del médico. Este solo tiene que pulsar en el teléfono el código del idioma que necesite traducir, poner el manos libres y el intérprete entrará en escena.
Aquella noche pasó de todo. Un matrimonio de afganos ni siquiera sabía que venía en el mismo avión
"Aquella noche pasó de todo. Un matrimonio de refugiados afganos ni siquiera sabía que venía en el mismo avión, hubo desmayos, niños con desnutrición, embarazadas que requerían de atención médica... Muchos de ellos fueron derivados al Hospital Gregorio Marañón y recibimos varias llamadas. Después fueron llegando más aviones con cientos de refugiados y los reclamos se multiplicaron", explica Cabrera a Vozpópuli.
"Los idiomas más hablados en Afganistán son el pastún y el persa darí. Hasta ahora teníamos un intérprete iraní que prestaba ese servicio sin problema. No solemos recibir llamadas para interpretar conversaciones en pastún, como mucho una a la semana. Pero desde el 19 de agosto, cuando llegaron los primeros refugiados afganos, hemos recibido cerca de 300", añade el traductor jurado e intérprete simultáneo.
2.206 personas repatriadas y evacuadas
En total, los militares, policías y diplomáticos españoles han logrado traer a 2.206 personas. La mayoría de ellas son colaboradores del Ejército Español durante dos décadas de presencia militar en Afganistán y vienen con sus familias. Otros muchos se han quedado atrás. Los 82 militares, cuatro diplomáticos -entre ellos, el embajador Gabriel Ferrán y su 'número 2', Paula Sánchez- y 20 policías responsables de las evacuaciones fueron los últimos en salir de Kabul.
Cabrera reconoce que no sabía la que se les venía encima. "Nadie nos avisó del volumen de personas que iban a aterrizar en España procedentes de Kabul. Llamé a distintos departamentos ministeriales, pero todo era un caos y me emplazaban a mandar correos electrónicos. Quería formar un equipo para poder atenderles, así que finalmente opté por publicar un mensaje en Twitter buscando personas que pudieran trabajar en esta crisis", apunta. Y Twitter hizo su magia.
El intérprete extremeño recibió un aluvión de respuestas por parte de personas interesadas en prestar sus servicios. "Muchas de ellas querían hacerlo de forma voluntaria, pero les tuve que explicar que esto era un trabajo remunerado. Formé un primer equipo de batalla y, a día de hoy, cuento con 20 personas tras hacer una criba", señala este formador de intérpretes en Dualia.
Según expone, la mayoría de ellas son afganos e iranís que ya habían colaborado anteriormente con los militares y Fuerzas Armadas españolas. "Son muy efectivos. Muchos pidieron el asilo con el primer régimen talibán, por lo que entienden la situación de los actuales refugiados, y ahora trabajan enseñando idiomas como autónomos", comenta.
Choques culturales
La casuística de las llamadas pasa de ser hospitalaria a administrativa. De la urgencia por temas de salud a la burocracia por temas de empadronamiento, empleo y escolarización.
"Cuando acaban de llegar suelen estar muy nerviosos y sus conversaciones se basan en dar las gracias multitud de veces a su interlocutor. La casuística de las primeras llamadas suele ser hospitalaria y hay muchos choques culturales. Hay mujeres embarazadas que no quieren ser atendidas por ginecólogos hombres y son capaces de esperar horas a que en el cambio de turno aparezca una ginecóloga. Otras se indignan porque se les pregunta si son fumadoras y tenemos que explicarles que es una pregunta normal y que no se trata de juzgar a nadie", cuenta.
Hay mujeres que se indignan si un médico les pregunta que si son fumadoras y tenemos que explicarles que es una pregunta cualquiera, que no se juzga
Por otro lado, explica, muchas se quedan atónitas cuando se les trata de usted. "Nunca nadie lo ha hecho y no están acostumbradas, así que se muestran muy sorprendidas y agradecidas", dice. Después, los servicios tienen que ver con refugiados que piden apoyo psicológico. Y, más tarde, con cuestiones de carácter administrativo como los empadronamientos o escolarizaciones. "Pronto comenzarán a requerirnos de los ayuntamientos", prevé.
La voz de los recién llegados
Natural de Alange, municipio de la provincia de Badajoz, Cabrera es solo uno de los cientos de profesionales que forman parte de la red de Dualia. Vive en la capital extremeña y se encarga de formar a otros intérpretes por todo el país.
Son más de 300 y operan desde sus casas u oficinas a través de un call center virtual. Entran en las conversaciones cuando son necesarios. Su labor en la crisis que atraviesa Afganistán y que ha derivado en la evacuación de miles de personas pasa desapercibida, pero son la voz de los recién llegados ante trabajadores sociales, médicos, enfermeras, psicólogos y demás profesionales. La voz de los refugiados en medio de la emergencia.