Valleinclanesca corte de los milagros. Acostumbrada a soportar en silencio su aislamiento en la corte española, la reina Sofía visitó el viernes la basílica de Jesús de Medinaceli de Madrid, dicen que para cumplir con la tradición de la Familia Real de venerar cada primer viernes de marzo la imagen del Cristo, aunque es muy posible que en el fondo de su corazón haya formulado al de Medinaceli la vieja tópica pregunta del “¿qué he hecho yo para merecer esto?” La Reina abandonada va de rezo y penitencia, mientras en los medios de comunicación, incluida la celebérrima revista ¡HOLA!, se exhibe glamurosa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, reina de corazones, especie de Ava Gardner crepuscular y recauchutada que ha conquistado el corazón, también la cartera, del Rey Juan Carlos, componiendo, disparidad de “reinas”, cruz de navajas, una metáfora fría capaz de ilustrar el momento que vive esta España en la que nada parece funcionar, todo desencajado, todo fuera de sitio, como corresponde al fin de ciclo que estamos viviendo.
Con el visto bueno del Rey, como no podría ser de otra forma, la alemana irrumpe con fuerza en la vida española cuando el propio titular de la Corona se dispone a entrar en quirófano para una operación más compleja de lo habitual por culpa de una arquitectura ósea muy deteriorada, muy cascada, y porque tanto el Gobierno como la Familia Real son conscientes de que asuntos como la abdicación podrían acelerarse si las cosas no fueran hoy medianamente bien en el quirófano del Dr. Manuel de la Torre. La undécima operación del Monarca desde los años ochenta tiene lugar en un país que sigue cual estatua de sal, sin capacidad de respuesta ante el envite que, en términos de Estado, suponen las relevaciones de la “princesa” alemana. Mantiene la favorita del Jefe del Estado haber realizado trabajos “delicados y confidenciales” para el Gobierno. “Son asuntos clasificados, situaciones puntuales que he ayudado a solucionar por el bien del país”. Lanza la bomba y los Gobiernos de España –el que preside Mariano Rajoy y, sobre todo, los que presidió Rodríguez Zapatero-, no han dicho esta boca es mía, callan como muertos o echan balones fuera. ¿Qué tipo de “asuntos clasificados”? ¿Por encargo de quién? ¿Quién pagó sus servicios? ¿Con qué fondos? ¿Ha estado la seguridad de España en juego en algún momento? ¿Ha contraído el Estado algún compromiso derivado de la intervención de esta aprendiz de Mata Hari?
Tanto el Gobierno como la familia real saben que la abdicación se podría acelerar si las cosas no fueran medianamente bien en el quirófano
Silencio del Ejecutivo y silencio de esas elites políticas, financieras y sociales que, conociendo al dedillo desde el principio las andanzas del Monarca, callaron. Consintieron y callaron. Tan dados los españoles a disculpar asuntos de bragueta, el escándalo de las amantes del Rey ha adquirido ahora una innegable dimensión política susceptible de poner en jaque al propio Estado a cuenta de la extraña participación de Corinna en esos “asuntos clasificados”. Lo afirma una señora que ha vivido dentro del recinto de seguridad de la propia Zarzuela, que ha gozado de la protección de unos servicios de inteligencia (CNI) pagados con dinero público, y que, segura de sí misma, advierte: “Si alguien quiere utilizarme contra la Familia Real que no cuente conmigo”.
En pleno boom económico, entre la gente rica de Madrid se convirtió en motivo de cotilleo la presencia de la alemana como acompañante habitual del Rey en cenas y monterías varias, a las que llegaba en el helicóptero real. Se habían conocido en 2004, después de que su marido, un miembro de la familia Sayn-Wittgesntein bastante más joven que ella, con poco atractivo y menos dinero, se trasladara a Madrid para trabajar como ejecutivo de un banco extranjero. Aquel encuentro marcó el inicio de la “entrañable amistad” con el Rey, y de su separación de Casimir. Acompañante del Monarca en alguno de sus viajes por Oriente Medio, la bella Corinna, un lince para los negocios, vio el cielo abierto: todo eran parabienes, todo facilidades, todas las puertas abiertas al lado del Rey de España. Y así fue como se le ocurrió dar el gran salto adelante creando un fondo de dinero español para invertir en Arabia Saudí.
Los trabajos y los días de Corinna al lado del Rey
Fueron unos meses en los que la “serenísima” cursó por el Madrid de los family offices, de los ricos de siempre, una ronda de visitas pidiendo pasta en nombre del Rey Nuestro Señor para invertir en su fondo. En todas partes recibió buenas palabras y mejores propósitos, pero, al final, el asunto no salió porque nadie se fió de la señora a la hora de aflojar el parné. En realidad, lo único que parece haber hecho Corinna ha sido participar en operaciones puntuales al lado del Rey y por encargo del Rey. Unas no salieron, como el intento de colocar el 20% del capital de Repsol en poder de Sacyr (Juan Abelló, Carceller, Luis del Rivero) a la petrolera rusa Lukoil, y ello a pesar de las intensas gestiones del Monarca con las partes. Mucho más rentable ha sido la firma del gran contrato para la construcción del AVE entre Medina y La Meca, ganado por un consorcio de empresas españolas que, por un importe de más de 6.700 millones, ha reportado a la pareja una sustanciosa comisión, a repartir mitad y mitad.
Don Juan Carlos estaría dispuesto a abdicar con una condición: que él y Corinna pudiera vivir juntos con normalidad
Comisión que, al decir de las fuentes, se ingresó en una cuenta personal de Corinna y que ahí seguía cuando, en abril pasado, se produjo el accidente de caza de Botswana que obligó a un precipitado regreso del Rey a Madrid para ser intervenido en la madrugada del día 14 en el Hospital San José. Esa misma mañana, la alemana se vio obligada a desalojar la casa que ocupaba en el recinto de El Pardo, junto al hijo habido de su matrimonio con Casimir. Por orden del Gobierno Rajoy y escoltados por tres agentes del CNI, la señora fue puesta de patitas en Barajas. Esa salida, que puso la relación al borde de la ruptura, cabreó por igual a la pareja, pero preocupó especialmente al Rey por los motivos que son de imaginar. Las relaciones, sin embargo, no llegaron a romperse, antes al contrario, parece que siguieron viéndose de forma fugaz. Hay constancia, por ejemplo, de que la “princesa” le esperaba en Dubai en los dos intentos reales de viajar a los Emiratos que, en los últimos meses de 2012, fueron abortados por consejo médico y prescripción facultativa de Rafael Spottorno, jefe de la Casa.
La reconciliación se ha producido, y parece que con renovados bríos –el Rey ha dicho sentirse “encantado” con las fotos aparecidas en El Mundo- y notables consecuencias para el futuro de la Familia Real, por un lado, y el orden Constitucional, por otro. Hablamos de una abdicación al trono cada día más necesaria a tenor del calado del escándalo Corinna y de la precaria condición física del Monarca. Las fuentes consultadas aseguran que don Juan Carlos estaría dispuesto a ello con una condición: que la pareja pudiera vivir junta en condiciones de normalidad, de manera que pudieran entrar y salir de España a su conveniencia, contando con paraguas legal bastante sobre hechos acaecidos en el pasado, con la protección de los servicios de seguridad y, sobre todo, con el respeto de la buena alta sociedad madrileña, para lo cual resulta imprescindible que esa sociedad acepte como normal la presencia de Corinna a la vera del Rey. Esta es la razón que subyace tras la campaña de imagen protagonizada por la alemana en los últimos días: comprobar cómo es recibida por la opinión pública española. En el horizonte, la reedición, 150 años después, de otra famosa pareja que campó a sus anchas por los negocios de la España de Isabel II, la reina castiza: la formada por su madre, la regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, y el guardia de corps Fernando Muñoz y Funes, su favorito, más tarde ennoblecido con el ducado de Riánsares.
Dinamitada la convivencia en la Zarzuela
Como en este diario se dijo esta semana, el entorno del Rey ha estado trabajando con la idea de anunciar la abdicación en plena Semana Santa. La aparición por sorpresa del líder del PSC, Pere Navarro, reclamando públicamente la medida, cortó en seco la operación. Se había roto el efecto sorpresa. Lo dijo Spottorno en privado a un grupo de periodistas: “El Rey no admitiría ningún tipo de presiones para forzarle a abdicar. Eso, en ningún caso, porque es una decisión personal del propio Monarca”. Aseguran las fuentes que la operación se ha pospuesto unos meses, hasta justo antes del cierre del sumario del “caso Palma Arena”, cuya pieza separada es el “caso Urdangarín”, el yerno trincón y buscavidas del Monarca.
Mucho de lo que ocurra en el futuro inmediato tendrá que ver con lo que hoy suceda en La Milagrosa. En el entorno del Rey, cada día más reducido, habita un temor entreverado de sospecha según el cual si las cosas no salieran bien, incluso si el titular de la Corona quedara en silla de ruedas y con una problemática recuperación por delante, podría producirse una especie de golpe palaciego tendente a acelerar la abdicación. De ahí su interés en haberla anunciado él mismo en semana santa, con pleno control del proceso. La aparición estelar de Ingrid en los medios ha dinamitado definitivamente la convivencia en La Zarzuela, donde la Reina, el Príncipe –más que cabreado con el destape de Corinna- y un Spottorno “que le ha comido el tarro al heredero”, se muestran decididos partidarios de acelerar el relevo. En esta nueva corte de los milagros, solo falta ya la monja de las llagas. La salida, con muchos matices, depende del resultado del partido que este domingo se juega en el quirófano de una clínica madrileña.