Este miércoles por la mañana se brindó con cava en Moncloa. Y en la sede de Vox. Pedro Sánchez usará la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses para alimentar su estrategia de polarización en España. El presidente del Gobierno, según admiten las fuentes consultadas en Moncloa, confrontará con el magnate, al que situará como abanderado de la "ola reaccionaria" que para él representan el PP y Vox. El líder socialista se erigirá de nuevo como el contrapeso ideológico de Trump y representante del "progresismo". Aunque lo tendrá más difícil, porque su situación política interna, salpicado por varios escándalos, ha mermado su imagen internacional.
En el Ejecutivo consideran que la victoria de Trump, un escenario en el que llevaban un año trabajando, es una oportunidad para visibilizar lo que representa: la "internacional ultraderechista". Los asesores de Moncloa, además, se pasaron la mañana comentado una curiosa circunstancia: en las últimas dos décadas, a cada victoria del Partido Republicano en Estados Unidos le ha seguido una victoria del PSOE en España. Y, por el contrario, a cada una de los Demócratas le ha seguido una del PP. Así pasó en 2000, 2004, 2008, 2012, 2016 y 2020. "¿Pasará con el resultado de 2024?", se preguntan en el Gobierno.
En cualquier caso, Sánchez intentará fortalecer su rol de némesis de Trump en el mundo, en especial desde que lidera la Internacional Socialista. Porque esa es la gran ambición del presidente del Gobierno: ser un referente en su campo ideológico. Ya en mayo de 2023, cuando Sánchez convocó las elecciones generales del 23 de julio tras el fiasco de las municipales y autonómicas, el equipo de propaganda de Moncloa repitió hasta la saciedad el mantra de que el PP y Vox son discípulos del 'trumpismo'. El líder socialista logró aguantar en aquellos comicios por su alerta sobre esa "ola reaccionaria" que podía marcar el porvenir de España en caso de que ambas formaciones llegaran al poder. Y le salió la jugada.
El líder socialista siguió la misma línea argumental cuando logró ser investido, hace casi un año. Entonces, volvió a apelar al futuro presidente estadounidense y se congratuló de que en España no fuera a "haber ni Trump ni [Javier] Milei ni [Jair] Bolsonaro", sino "cuatro años más de gobierno progresista". Aquella sesión fue el clímax de este nuevo escenario con el que el presidente juega a responder a los ataques con crispación, y que viene fraguándose desde la moción de censura que le aupó a La Moncloa en 2018. El día de su investidura fue bronco y feo, sin el más mínimo resquicio al entendimiento. El líder socialista levantó entonces un muro a la mitad del país que no piensa como él y a la que desprecia bajo la etiqueta de ultra.
Sánchez quiere aprovechar sus conexiones fuera de España para dejar su impronta en el PSOE a nivel ideológico. El núcleo duro de Moncloa se auto percibe como piedra angular de la "nueva socialdemocracia", casi como conductor de la socialdemocracia occidental: "Toca actualizar el socialismo democrático", explican fuentes de la más estricta confianza del presidente. Sánchez ha fichado a personas ajenas al partido para alimentar su particular fábrica ideológica: la fundación Avanza que dirige Manuel Escudero. Y para ello, ha decidido iniciar un periodo de choque institucional permanente entre el PSOE, su izquierda y todos los nacionalistas y separatistas, de un lado; y el PP, Vox y otras pequeñas formaciones de centro derecha, de otro.
Sánchez quiere una némesis ideológica global que le permita alimentar la necesidad de su proyecto político. Y ese será, de nuevo, Trump, con quien el presidente del Gobierno no tuvo un buen arranque. Basta recordar la escena en la que el exmandatario estadounidense le señaló, en 2019, el sitio que debía ocupar en el foro del G20 en Osaka (Japón). Es más, el presidente español no llegó a ser recibido en un bis a bis por el magnate en la Casa Blanca como sí hizo con Mariano Rajoy, a quien despendió honores y con quien dio una rueda de prensa conjunta para defender la unidad de España ante el pulso separatista catalán.
El presidente se ve como un actor político con capacidad de impregnar cambios ideológicos en su familia política. No solo en España, en el mundo. Él mismo se congratula de ser un ejemplo por haber frenado la llegada de un partido como Vox al Gobierno. Y, por eso, quiere a expertos trabajando en ideas que le permitan fijar esos cambios. Una fuente con solera en el PSOE sugiera que Sánchez parece verse reflejado en la figura del ex primer ministro británico Tony Blair y su "nuevo laborismo", que llevó a la socialdemocracia a cotas de aceptación y poder inéditas en Reino Unido tras más de una década de conservadurismo y neoliberalismo con la firma de Margaret Thatcher.