Fue en Mayo de 1989 cuando la Escuela de Hostelería Fuenllana de Madrid organizó unas Jornadas a las que llamó “DAMAS EN LA COCINA”; en ese momento no eran muchas las mujeres a las que se les reconocía su papel en las Cocinas de España.
Entre los meses de abril y mayo pasaron por Fuenllana, Seri Bermejo, inolvidable cocinera del Mesón de la Villa, Lalo Grosso que aportó un menú gaditano y Marisa Sánchez, madre de Francis Paniego y primera mujer cocinera que obtuvo el Premio Nacional de Gastronomía en 1987.
Desde entonces la relación de Fuenllana con Marisa y con sus hijos fue constante y siempre llena de generosidad y cariño.
El pasado 30 de enero, cuando Madrid Fusión tocaba a su fin, un nutrido número de profesionales de la hostelería, directores, profesores y amigos de escuelas de hostelería madrileñas, rendían homenaje a Marisa Sánchez.
José Angel Cortés Lahera, periodista y amigo de toda la familia, por riojano y por profesión, fue el encargado de desgranar momentos emocionantes en la vida de esta gran mujer.
Montse Alonso, enóloga, antigua alumna de Fuenllana y socio directora de Mahala Wine supo destacar la faceta de Marisa como la persona que concilió su vida profesional con la familiar, su autoexigencia, cuidado de los detalles y mimo de sus clientes.
Conchita Cáceres, ex profesora de cocina de Fuenllana, que pasó un verano en un stage en el Echaurren, destacó como fue para ella un ejemplo el verla aparecer puntual cada día en su cocina, cuidar los detalles más pequeños para que en el restaurante todo pareciera que se estrenaba cada día y preocuparse de que ella estuviera bien: le abrió no solo sus cocinas, sino su casa y su corazón.
Covadonga de la Rica, chef propietaria del Restaurante Maitia, explicó que aunque no conoció a Marisa, sí que ha sido para ella un ejemplo a seguir, en cuanto profesional destacó los valores de método, reciedumbre, seriedad, orden, compromiso, comprensión con su equipo, como esenciales a todo profesional de la cocina.
Cerró el Acto Francis Paniego, que emocionado contó como su madre, Marisa, tras el fallecimiento de su hermano Luis en accidente, supo superar su dolor y pasado un tiempo volver a ponerse el delantal y estar de nuevo entre los fogones, para seguir capitaneando el barco, con la certeza que su puesto estaba en su cocina para servir a su múltiple y fiel clientela.