Internacional

El turismo es cada vez más caprichoso: 7.000 euros por pasar la noche en un avión retirado

La nueva realidad del turismo, que en ocasiones se ha convertido en algo caprichoso, ha llevado a que hayan convertido un avión en una villa privada que alquilan por 7000 euros la noche, como mínimo

  • El jet que se ha convertido en una villa privada en Tailandia, que se alquila por 7000 euros la noche -

El turismo en ocasiones es elitista, caprichoso y sorprendente. El 'morbo' ha llevado a que se dispare el turismo penitenciario, en el que se visitan cárceles para ver como vivían los reos e incluso se puede pagar para que te traten como a ellos; también hay muchos que han aprovechado para sacar tajada del volcán de La Palma con tours por las cenizas, incluso cuando las ayudas todavía no habían llegado. Y ahora, la necesidad de sentirse especial y vivir siendo rico ha llevado a que hayan convertido un avión en una villa privada que alquilan por 7000 euros la noche, como mínimo.

Se trata del retirado avión Boeing 737, de Mandala Airlines, que se alquila en lo alto de un acantilado cerca de la playa de Nyang-Nyang, en Bali (Tailandia). Cuando quedó inhabilitado para vuelos, el empresario Felix Demin lo compró en 2021 para cumplir su particular sueño: convertirlo en una villa de lujo para quienes quieran disfrutar, por puro despilfarro, del placer de amanecer en un avión en medio del bosque. Se podrá reservar una noche a partir de abril, pero, aunque en España todavía no se conozca mucho, ya hay colas de espera de meses para disfrutar de este 'turismo'.

La utilidad es limitada, más allá de experimentar cómo es tener un jet particular, y sentir que formas parte de algo único por pagar miles de euros por ello. Ni siquiera sirve para conocer ciudades, pues está, literalmente, en medio de la nada y a 150 metros sobre el nivel del mar, en un acantilado.

El salón del avión convertido en villa privada

El avión, decorado con una estética muy moderna, ad-hoc al posible cliente, cuenta, entre otras cosas, con dos habitaciones y una piscina, además de una terraza en una de las alas del avión. Cuenta también con varias zonas de descanso; una de ellas, en el cubículo donde estaría colocado uno de los reactores del avión, que, aunque probablemente no sea muy cómodo, y por supuesto, nada útil, sirve para sacar buenas fotos, subirlas a Instagram y presumir de un verano de aventura.

La nueva villa no escatima en detalles: salas de estar con barras de alcohol, dormitorios con vestidores, grandes ventanales, spa, tumbonas, hogueras y baños de lo más lujosos.

Uno de los reactores del avión convertido en un espacio de descanso
Uno de los cuartos del avión-villa

Demin, quién ideó el proyecto de convertir un avión retirado en una villa con todo tipo de lujos, inicialmente se compró la aeronave para su uso personal. Pero, con buena mentalidad de tiburón y analizando los nuevos deseos de la sociedad, en los que la apariencia se ha puesto por encima de la utilidad, decidió rentabilizar la compra, convirtiendo el avión en un hotel particular, en línea con la moda del nuevo turismo.

Para cumplir con su objetivo, el empresario tuvo que hacer frente a varios problemas, porque transportar el avión desde la ciudad hasta la cima del acantilado no fue tarea nada fácil y duró cinco días. Las carreteras de Bali son muy estrechas y los cables de la ciudad van muy bajos. Según explica el fundador, tuvieron que recurrir a un equipo especial que levantó todos los cables de la ciudad solo para poder moverlo.

Ubicación de la nueva villa, antes de las obras de adaptación del terreno y del avión

El turismo, cada vez más 'postureta' y menos enriquecedor

Este nuevo negocio se trata de un reflejo de la transformación que ha sufrido el turismo en los últimos años: cada vez está más basado en las apariencias y en el 'posturear' que en el aprender y enriquecerse de nuevas culturas y lugares.

La socialización y la normalización del turismo ha llevado a que se haya perdido su esencia más básica, conocer lo desconocido, para convertirse en una simple fuente de fotos y anécdotas. Algunos ejemplos ya los hemos contado en este periódico, como el 'boom' del turismo penitenciario, que en su nivel más 'pro' los visitantes pueden sentir en propia carne lo que pudo ser 'vivir' en una cárcel soviética.

Esto es posible en la cárcel de Karosta (Letonia), una prisión militar de la época soviética que funcionó hasta 1994. Para los más aventureros tienen el pack completo: 'la noche extrema'. Por el módico precio de 17 euros (y previo consentimiento firmado), el cliente será tratado exactamente igual que un preso de la época: le obligarán a hacer flexiones y a correr por el patio, recibirá gritos y escupitajos en la cara, será despertado en mitad de la noche, tendrá que limpiar el retrete con un cepillo de dientes o ducharse con agua fría. Por supuesto, solo comerá un mendrugo de pan y un poco de té. Todo por la foto y contar la aventura.

Este turismo morboso también afecta a lo más trágico, como el turismo de La Palma, que cuando la isla todavía seguía recuperándose del volcán, muchas empresas de viajes aprovecharon para montar tuors por las cenizas. Una vez más, todo por la foto y contar la aventura.

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