Reúne el confort de una berlina de gama alta con las posibilidades para circular por caminos que se espera de todo buen SUV. Es el nuevo CR-V, la cuarta generación ya del SUV japonés que releva al modelo que llegó al mercado hace seis años. Mantiene similar distancia entre ejes y dimensiones exteriores, pero el nuevo diseño interior ha servido para configurar un habitáculo especialmente amplio, con mucha altura al techo a pesar de ser el nuevo modelo tres centímetros más bajo, una gran espacio longitudinal para las piernas y, sobre todo, con unas formas en la banqueta trasera y en el fondo del suelo plano que favorece un excepcional confort a tres ocupantes, aunque se echa en falta la anterior banqueta trasera regulable longitudinalmente que tanta versatilidad aportaba.
Tras ellos, un maletero de mayores dimensiones que antes que roza los 600 litros hasta la bandeja, con unas formas marcadas por una gran anchura y profundidad que permite no sólo ese amplio volumen, sino dar cabida sin problemas a bolsas de palos de golf. Para ampliar la capacidad, basta pulsar un tirador en el maletero para liberar los respaldos fácilmente. Bajo el piso del maletero cuenta con un doble fondo en el que cabe una rueda de repuesto, aunque de tamaño distinto al resto. En este acabado Luxury, el portón del maletero cuenta con accionamiento eléctrico, un elemento que aporta una gran comodidad en las tareas de carga y descarga.
Agradable motor, sólido bastidor
Pero por encima de todo, el CR-V se disfruta en marcha. Su confortable postura de conducción, con un asiento de gran tamaño y los muchos mandos disponibles bien ubicados, muchos de ellos accesibles desde el propio volante, nos sitúan en una buena predisposición para descubrir cómo se desenvuelve el nuevo SUV de Honda sobre el asfalto.
Con el motor Diesel unido a un cambio automático —opcional, 3.000 euros— de sólo cinco velocidades, el funcionamiento que proporciona está marcado sobre todo por una gran suavidad de respuesta. No es una combinación para disfrutar de elevadas prestaciones, pero una vez que alcanza una cierta velocidad, es fácil ya lanzados mantener ritmos muy vivos en casi cualquier tipo de trazado.
Además, con las levas en el volante podemos reducir de marcha rápidamente para recuperar el ritmo, ganando velocidad con cierta facilidad apoyado en unos muy buenos valores de par. No necesita estirar el motor hasta su régimen máximo, pero incluso si lo hacemos mantiene un gran empuje hasta superar las 4.000 rpm. Los consumos no son especialmente bajos, pero para tratarse de una carrocería alta y de un motor de 2,2 litros y cambio automático, se encuentran en valores muy razonables, sobre todo en carretera. Además de la puesta a punto efectuada por Honda en el motor Diesel, se ha mejorado también la aerodinámica gracias a un fondo carenado, a una nueva dirección eléctrica y a un sistema de tracción total más ligero y más eficiente. A ritmos constantes de 130-140 km/h de marcador, poco más de 7 litros supone una autonomía cercana a los 800 kilómetros.
A la suavidad y agrado del motor se une un bastidor que se caracteriza por una amortiguación más bien blanda en sus tarados para un rodar marcado por la eficacia en el filtrado y el alto grado de confort que transmite a los ocupantes. Si fuerzas mucho el ritmo en curva el balanceo se deja sentir y no llega a los términos de eficacia de otros SUV más dinámicos, como el Ford Kuga o el Audi Q5, pero aun así transmite mucha confianza por el tacto de la dirección y la estabilidad que demuestra a alta velocidad.
DATOS COMERCIALES:
Versión: CR-V 2.2 i-DTEC 4WD Luxury Autom.
Precio: 40.000 euros
Garantía: 2 años o 100.000 kilómetros
Revisiones: cada 20.000 kilómetros
DATOS TÉCNICOS
Motor: 4 cilindros en línea
Cilindrada: 2.199 cm3
Potencia máx.: 150 CV a 4.000 rpm
Par máximo: 350 Nm a 2.000 rpm
Tracción: Total permanente
Caja de cambios: Automática de 5 velocidades
Dimensiones: 4,57 / 1,82 / 1,65 m
Capacidad de maletero: 589 litros
Depósito de combustible: 58 litros
PRESTACIONES
Vel. máxima: 190 km/h
Acel. 0 a 100 km/h.: 10,6 seg
Consumo en ciudad: 9,1 l/100 km
Consumo medio en recorrido de pruebas: 7,4 l/100 km
Autonomía en carretera: 783 km