Pues bien, hay un lugar casi mágico que acoge todo eso entre sus fronteras, cobijando lo que parecen muchos países en uno. Cuenta con el desierto más impresionante del mundo junto a un precioso y enorme parque natural donde los animales campan a sus anchas y tribus a las que, si conocíamos, era sólo a través de los documentales. Se trata de Namibia, en el suroeste africano, y por ser uno de los lugares con más encanto del planeta lo hemos elegido como el imprescindible para 2015. ¿Qué ver en este alucinante país? Depende del tiempo con el que contemos, pero como mínimo hay que evitar saltarse los cuatro indispensables. ¡Buen 2015 viajero!
El desierto del Namib
Ostenta el honor de ser el desierto más antiguo del mundo, con unos 65 millones de años a sus espaldas. Pero no es su único mérito. Sus altísimas dunas que asemejan un océano de arena, el paisaje que aparece cuando se sube a la cresta de una de ellas, desde donde se divisa una increíble panorámica con multitud de formas, o el color rojizo de la arena, que ha viajado hasta aquí desde el Kalahari, son parte de su irresistible encanto.
Patrimonio de la Humanidad desde 2013, para llegar al área conocida como Sossusvlei, a la que rodean algunas de las dunas más alucinantes del lugar, no es necesario ningún guía. Basta con seguir a alguno de los escasos turistas que encontraréis -otra ventaja de este destino es que el número de turistas aún es bastante limitado- y escalar al menos una de las famosas crestas rojas del Namib. Entre las más espectaculares y fotogénicas se encuentran la de Big Daddy o la duna 45.
Los lobos marinos de Cabo Cross
Desde Sossusvlei hacia el norte, una vez pasado el Trópico de Capricornio -para que no andemos ubicándolo a ojo, un cartel nos indica que estamos cruzando esa línea imaginaria-y también Swakopmund -una ciudad de veraneo que por el tipo de construcciones da la impresión de ser cualquier lugar de Alemania más que una localidad de un país africano-, ya estaremos más cerca del cabo Cross.
Descubierto por el navegante portugués Diego Cao en 1486, en aquel año se levantó una cruz para indicar el punto más meridional alcanzado jamás por los europeos en África. Hoy acoge una de las mayores colonias de lobos marinos del mundo, todo un espectáculo en cualquier época del año pero especialmente entre finales de noviembre y principios de diciembre, la época de reproducción, cuando puede llegar a haber 100.000 lobos marinos, muchos de ellos crías recién nacidas.
Las tribus de Opuwo
Si un extraterrestre aterrizara en Opuwo, la pequeña capital de la región de Kunene, e intentara identificar una sola lengua, un único tipo de vestimenta, unas costumbres o unos rasgos comunes a todos los mortales que encontrara por la zona lo tendría complicado. Allí se mezclan diferentes etnias, cada una con sus propios códigos de vestimenta y costumbres. Aunque la mayoría vive en sus poblados, a varios kilómetros en todas las direcciones desde Opuwo, esta pequeña localidad es el centro logístico: en ella hay supermercados, bares, peluquerías y talleres para reparar pinchazos -uno de los negocios más rentables del país a juzgar por la cantidad de talleres que se anuncian en todas partes-. Y en todos esos lugares las diferentes tribus se mezclan, intercambiando charlas y conviviendo con naturalidad.
Para el turista occidental, las más llamativas son las mujeres himbas -visten únicamente con pieles y protegen su piel con un ungüento hecho de ocre, hierbas y aceite que da un color rojizo a todo el cuerpo- y las herero -las reconoceréis porque parecen ir disfrazadas de victorianas, aunque en realidad es su vestimenta habitual: llevan pesados vestidos de la Alemania del siglo XIX y unos característicos sombreros de tela-. Visitar alguno de sus poblados es una opción fácil, económica y menos demandada de lo que cabría imaginar (Opuwo queda un poco a desmano de las atracciones turísticas, por lo que seguramente seréis de los pocos visitantes del lugar).
El Parque Nacional de Etosha
Con más de 22.000 kilómetros cuadrados, es uno de los parques más grandes del mundo. En él habitan un centenar de especies de mamíferos, además de más de 300 de aves. Ya antes de entrar, en las carreteras, os cruzaréis con multitud de animales (de ahí los límites de velocidad, que por lo general son bastante bajos). Pero en Etosha os esperan muchos más: jirafas, cebras, orix, una cantidad ingente de springboks, elefantes africanos, leones, rinocerontes negros y blancos...
Es uno de los mayores atractivos del país, pero ni siquiera aquí el número de turistas es muy elevado, cosa que se agradece. ¿Lo mejor? Que aunque puedas contratar guías para hacer un safari, está permitido conducir tu propio coche e ir tú mismo en busca de rutas donde ver toda clase de animales (de hecho, es la opción más habitual). Tan sólo es necesario comprar un mapa donde aparecen marcados los abrevaderos, lugar habitual de reunión de toda clase de animales siempre que no haya llovido, y seguirlos. Eso sí: está prohibido bajarse del coche. Así que ahí va una advertencia: ¡cuidado con los pinchazos!