Muchas especies animales son capaces de orientarse en sus migraciones de cientos de kilómetros gracias a que detectan los campos magnéticos de la Tierra. Aunque se han realizado decenas de experimentos que lo prueban y se han adelantado modelos bioquímicos para explicar el fenómeno, lo cierto es que los mecanismos físicos que utilizan animales como aves, tortugas marinas o ballenas sigue siendo una incógnita.
El mecanismo funciona en la retina de palomas, mariposas y ratas
El equipo de Can Xie revela esta semana en Nature Materials el hallazgo de una proteína que podría estar detrás de estos procesos y que funciona como una especie de brújula interna. La molécula en forma de polímero, bautizada como MagR, es una proteína compleja que el equipo de Xie detectó en primer lugar en el genoma de la mosca de fruta. Los científicos observaron que se unía a un tipo de proteína sensible a la luz (llamada Cry o criptocroma) y se alineaba de forma espontánea con los campos magnéticos externos. A continuación, los autores comprobaron que esta misma asociación MagR/Cry se produce de forma regular en la retina de las palomas y se encuentra también en mariposas, ratas, cetáceos e incluso en las células humanas.
Los autores del trabajo insisten en que, a pesar de que este mecanismo puede detectar campos magnéticos, aún falta probar que sea el responsable último de la orientación en animales, aunque parece un buen candidato. Sea como sea, el descubrimiento de estas proteínas-brújula abre la puerta a posibles experimentos en los que modificar mediante magnetismo el comportamiento de moléculas de gran tamaño e incluso el comportamiento de determinadas células.
Referencia: A magnetic protein biocompass (Nature Materials) DOI 10.1038/nmat4484