Cada vez que muere asesinada una mujer en nuestro país a manos de quien fuera su pareja, habiendo de por medio denuncias contra el agresor por malos tratos, algo ha fallado en el sistema público de protección. La seguridad total de la víctima, desgraciadamente, no se puede garantizar pese a que haya denunciado, como lo han hecho actualmente 100.000 mujeres víctimas de violencia machista, en el sistema Viogen, según datos del Ministerio de Igualdad. Sabemos que la protección no se puede garantizar al 100% porque no puede haber un policía con cada mujer amenazada, motivo por el cual debemos abordar todos aquellos aspectos que perpetúan esta situación de peligro cierto para miles de mujeres.
Celebrábamos este fin de semana los 20 años de la ley contra la violencia de género, haciendo gala de que no existe una normativa similar en ningún país vecino de la UE. Pese a ella, este año acaba con 46 mujeres asesinadas que han dejado a 35 hijos huérfanos, nueve de las víctimas eran menores de edad. Huérfanos de madre y teniendo como padre, en la mayoría de los casos, a un asesino. Este es un drama que no tiene freno, en especial cuando las cifras de adolescentes violentos contra sus parejas no dejan de aumentar. Sólo este curso, en el entorno escolar, la violencia de género ha crecido un 11%, la cifra más alta en los últimos cuatro años, según un manual elaborado por la Asociación Nacional de Agentes Tutores (ANAT) en colaboración con la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y el Gobierno.
Cada vez se ven más niños en sus carritos de bebé pegados a una pantalla, sin mirar la calle, sin atender lo que pasa a su alrededor. Cuando crecen, cabe pensar en sus problemas de relaciones, en su posible aislamiento personal
Son datos preocupantes que nos deben hacer reflexionar sobre el modelo de sociedad que estamos construyendo. También sobre nuestro sistema laboral, o lo que es lo mismo, la falta de conciliación laboral y familiar. Pretendemos, cada vez más, que los móviles sean los canguros de nuestros hijos. Sea por desconocimiento, por falta de información, cada vez se pueden ver más carritos con niños que no cumplen ni los dos años que, en lugar de mirar el paisaje, la calle por la que van, la gente con la que se cruzan, tienen la vista clavada en una pantalla. También en los restaurantes, en las consultas de los médicos, en las tiendas, allá donde vayas. De modo que, cuando crecen, no se relacionan con otros niños, lo hacen sólo a través de esa misma pantalla por la que acceden a contenido para el que no están preparados, como a la pornografía, a la que llegan cada vez más temprano, según el mismo informe. También lo hacen a contenidos violentos, que banalizan la violencia, bien sea sexual o no. Sencillamente, carecen de la necesaria educación sexual. O, incluso, de cualquier tipo de educación.
Datos crecientes, escenario dramático
Antes de culpar a los jóvenes, a los adolescentes, a los niños de nueve años –a esa edad temprana acceden de media al porno- es preciso poner el foco en los padres, que no hacen como deben el trabajo más importante de su vida: el de ser padre. Si tomáramos tan en serio nuestra empresa privada como la empresa familiar, quizás los datos dramáticos de asesinatos iniciarían un descenso. Acceso al móvil en edades que no toca, también a la violencia, al porno, al consumo de alcohol, junto con la falta de educación en valores, generan un cóctel explosivo que llevan a los datos que tenemos. No hay ley que pare esto si no crece la concienciación, la educación, una red de apoyo pública para la víctima y su entorno. No hay ley que ponga coto a esto si no frenamos también la violencia en los patios de colegio, si no hacemos de la escuela centros seguros, que no lo son. Falta también una ley para combatir el acoso escolar.
Acabamos un 2024 dramático por la terrible cifra de mujeres asesinadas, por los hijos que se quedan sin sus madres, porque la violencia no cesa. Nos queda mucho por hacer más allá de reducir la jornada laboral a 37,5 horas para conciliar o una verdadera y eficaz ley de paridad. Como sociedad valiente, es imprescindible acorralar al agresor no a la víctima, desde los patios del colegio, desde los centros de trabajo, desde lugares de esparcimiento... Es imprescindible educar desde y en el respeto al ser humano, a la vida. Todas las administraciones, el Gobierno nacional, el Congreso, los parlamentos autonómicos, ayuntamientos, se lo deben a los casi 500 niños que han crecido huérfanos desde que se tienen datos, desde 2003.
kjlm10
30/12/2024 16:03
Es la familia. Esta está siendo atacado por todos los flancos. Así nos va...