Opinión

¡Dejaos ya de encuestas!

Moncloa descree de los adversos sondeos, que dibujan un imparable hundimiento de la izquierda. Total, no hay urnas en el horizonte

  • Urnas, urnas, urnas...

“¿Y tú en qué crees?” “En nada, soy demóscopo”. La credibilidad de los sondeos electorales se encuentra a un nivel parejo al de los echadores de cartas o los informativos de TVE. Algo tan sorprendente como injusto porque, en su día, las encuestas dirigían el rumbo de las campañas y determinaban hasta el color de la corbata de un candidato. Incluso el peinado. Dos factores han dañado el prestigio de esta especialidad sociológica: el CIS de Tezanos, lo más abominable del sector, y el patinazo de GAD3 en las generales de julio de 2023, que proclamaba el incuestionable retorno del PP a la Moncloa. Y no. Tanto fiaban en la derecha en las previsiones de la consultora de Michavilla que incluso hubo quien renovó sal completo su vestuario de cara a sus nuevas responsabilidades, ora de ministro, ora de embajador, ora presidente de la tele. Se encargaban sofisticadas tarjetas de visita -como los yupis de American Psycho-, adquirían  muebles de diseño como milanés para el inminente despacho y hasta se cerraban contratos con futuros asesores y colaboradores. 

La realidad no tiene la obligación de coincidir con las encuestas. “Los dioses perciben el futuro, los hombres el presente y los sabios lo que se avecina”. Filóstrato. Y luego están los demóscopos, que no las huelen. Ni aquí ni fuera. Así ocurrió con Kamala Harris o Marine Le Pen, aplaudidas en las encuestas y hundidas en el escrutinio cruel. 

Prohibido hablar de sondeos, sentencian ahora los politólogos ante los micros. Carece de sentido si no hay pulsión electoral próxima, afinan quienes ostentan un máster en Inteligencia Estratégica y Analítica de las Posibilidades. ¿Para qué desmenuzar lo que va a ocurrir en el futuro si por aquí no se adivinan elecciones generales hasta 2027, como asevera Sánchez cada vez que tiene oportunidad?. Quizás lo repite tanto para convencerse a sí mismo o para que le crean sus feligreses, que echan cuentas sobre las nóminas que dejarían de percibir caso de que vengan mal dadas.

Hilvanan sus ingresos con otro tipo de estudios, que nunca faltan, sobre el uso de la IA en las citas Tinder, los países más acogedores del planeta en caso de una III Guerra Mundial o el efecto de la violencia machista entre los consumidores adolescentes de regetón

Por no haber, no hay comicios a la vista ni en provincias. La cita más próxima es en febrero de 2026 en Castilla y León, salvo que a Mañueco, ahora libre de Vox, le dé por adelantarlas (como ya hizo en el 22) porque los escrutadores del porvenir le vaticinan una victoria mucho más rotunda que en la anterior oportunidad, que hubo de suplicar a Abascal para armar mayoría. 

¿Y qué hacen los artesanos demoscópicos mientras tanto? ¿A qué dedican su tiempo y su talento? Pues ocupan su pasar e hilvanan sus ingresos con otro tipo de estudios, que nunca faltan, sobre el uso de la IA en las citas Tinder, los países más acogedores del planeta en caso de una III Guerra Mundial o el efecto de la violencia machista entre los consumidores adolescentes de regetón.

Algunos temerarios, sin embargo, siguen en sus trece y cumplen con lo suyo. Es decir, siguen con sus encuestas, algo que irrita profundamente en el Ala Oeste de Presidencia porque los resultados que están trascendiendo son nefastos para sus intereses. Algunos de ellos aparecidos es días, como el de Hamalgama Métrica para Vozpópuli, adjudican al centroderecha 191 escaños, algo excepcional e inédito en los últimos tiempos. El PSOE y la extrema izquierda (Sumar y Podemos) apenas alcanzan los 130 diputados. Similares cifras ofrecían los trabajos de Sigma 2 y NC Report para El Mundo y La Razón, respectivamente, que subrayan esta escalada de PP/Vox y el desplome de la gauche sanchista y sus alrededores. NCReport le concedía al bloque conservador 194 escaños, incluso después de la Dana y las torpezas de Mazón, una enormidad que suena a anuncio de cambios drásticos. Como en Europa o así

Un argumento que desfallece. hasta tornarse prosiblemente inútil.  Frankenstein está derivando en un guiñapo corroído por las ambiciones, los navajazos, las tensiones intestinas y los rencores no aliviados

No vale de nada, no hay pulsión electoral, todo esto es puro bullshit, pamplinas, sandeces, coreaban las cacatúas adiestradas en el arte del servilismo. Cierto, pero no es menos destacable el hecho de que, en las tres investigaciones mencionadas, el bloque de izquierdas aparece como un monigote en descomposición, que pierde seis puntos en un año y medio, lo que no es poca cosa. Se dirá, todo eso está muy bien pero luego vienen los liliputienses de la caverna xenófoba periférica y le redondea el resultado al perdedor hasta sumar lo preciso para el Gobierno. Un argumento que desfallece. hasta tornarse prosiblemente inútil. Frankenstein está derivando en un guiñapo corroído por las ambiciones, los navajazos, las tensiones intestinas y los rencores no aliviados. 

Los sumosacerdotes de la cienciología de los sondeos insisten en que no cabe analizar una encuesta aislada, un momento concreto, la foto de un instante porque lleva a la confusión. Es menester escrutar la evolución de los datos, un período más o menos significativo para que la historia cobre cuerpo y resulte razonable. Bueno, eso es lo que está ocurriendo, el centro derecha no para de subir y el sanchismo no hace más que bajar. Lo peor para el Gobierno es a partir de ahora tan sólo afrontará malas noticias, desde los datos económicos (3% inflación interanual, subidas de gas, luz, alimentos, el paro juvenil, la pobreza infantil…), la irritación de la clase media (impuestazos, castigo a los autónomos, persecución al empresario) o el avance de la acción de la Justicia sobre las decenas de causas que salpican, señalan e imputan tanto a la familia del presidente como a gran parte de sus colaboradores.   

¿Adelanto electoral?

¿Esto se puede revertir? En Moncloa dan por hecho que con semejantes encuestas (de las que nadie habla) y este escenario de acontecimientos adversos, resulta imposible pensar en un adelanto electoral, como reclaman desde la derecha y algunos arúspices pregonan. En tres años pueden pasar muchas cosas, responden los asesores de Sánchez. Y cuando se les inquiere sobre cómo aguantarán todo este tiempo sin una mayoría parlamentaria estable, ni presupuestos, con el chantaje de los puigdemones y demás personal de la carcundia, esgrimen como torpes argumentos una tripleta ciertamente endeble, cuando no penosa: Promesas con  la vivienda (sobre la que llevan engañando seis años), la inmigración (en Canarias la utilizan contra el Gobierno de la derecha y en Cataluña se la regalan a Junts) y, eso sí, el cincuentenario de la muerte de Franco, una desesperada sandez.

Para redondear el cuadro, estos sondeos ahora ocultos constatan la ya indisimulable impopularidad del líder socialista, hasta el punto de que se ha convertido en un semoviente incapacitado para pisar a la calle, para protagonizar cualquier intervención pública en la que no aparezca rodeado por cuatro círculos de seguridad con un centenar de efectivos. La huída de Paiporta pasa factura. “Quedémonos en casa, aquí somos aceptables. No salgamos: nuestros defectos y errores nos esperan en la puerta como moscas”. Renard

Sánchez vive en ese paraíso en el que retozan los caudillos y demás personajes con tendencia al despotismo. Ni sondeos electorales ni urnas en el horizonte próximo. Quizás tampoco en el lejano. 

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