Veía esta semana el debate entre Sánchez y Feijóo en el Senado entre el estupor y la alarma. Un presidente del Gobierno haciendo oposición a la oposición, más preocupado en llenar horas del Canal 24 horas que de hacer propuestas y, sobre todo, sin un plan para España ni intención de arremangarse para elaborarlo.
El único argumento de Sánchez, pues el resto fueron todo descalificaciones a Feijóo, fue que el jefe de la oposición era una especie de jinete del apocalipsis, un catastrofista cuya baza política pasa por hacer grandes los problemas de España para provocar una espiral destructiva y gobernar sobre las cenizas. El famoso mito de la profecía autocumplida, que tanto temen algunos economistas y que tanto azuzan ahora los medios afines a la izquierda.
Una idea retorcida, que demuestra falta de proyecto y obsesión por el rival. Una falacia que merece la pena analizar.
¿Va a estar España como en 2011/2012 en los próximos meses? ¿Estamos en un nuevo 2008? No hay ningún indicador que señale hacia ahí en lo que queda de año. No vamos a estar al borde del rescate financiero, ni vamos a sufrir una situación de restricción severa del crédito, ni vamos a sufrir una situación económica notablemente peor que a principios de año.
Nos dirigimos de forma decidida hacia una recesión con una inflación elevada. España, a principios de 2023, estará casi con total seguridad en una situación de recesión técnica y no debemos descartar acabar el año con crecimiento negativo. Esto no debería alarmarnos, pues es natural después de tantos meses con indicadores compatibles con un fin de ciclo que llevamos acumulados. La inflación, por su parte, permanecerá en torno al 8% en el mejor de los casos. Pero una cosa es no alarmarse y otra muy distinta es no hacer nada. Porque la inacción es muy peligrosa en un contexto de tanta incertidumbre.
El paro va a subir. De hecho, España ya ha sido el país que más empleo ha destruido en el segundo trimestre del año y ahora en septiembre comenzaremos a ver la situación real de los fijos discontinuos.
Las insolvencias van a seguir creciendo, como consecuencia del fin de la moratoria aprobada con los créditos ICO.
Una cosa es no alarmarse y otra muy distinta es no hacer nada. Porque la inacción es muy peligrosa en un contexto de tanta incertidumbre
La prima de riesgo también evolucionará al alza, pues los tipos exigidos a la deuda soberana española están creciendo y se sitúan a niveles de la anterior crisis.
Y, por supuesto, veremos un retroceso en el consumo como consecuencia de la pérdida de poder adquisitivo.
Todo lo anterior es propio de una recesión. Podría preocupar la prima de riesgo y la situación de las finanzas públicas, pues podría llegar a niveles elevados. Pero recordemos: según el Banco de Pagos Internacionales (BIS) nuestra prima de riesgo ya debería haber tocado los 150 puntos el año pasado. Si se eleva hasta esos niveles, no significa que España esté peor que hace unos meses. Sencillamente, al fin seremos conscientes de nuestra situación real.
¿Por qué es importante moverse ahora, entonces? Porque el hecho de que una situación límite no sea inminente no significa que no vaya a ocurrir. De hecho, las enormes burbujas creadas durante los últimos años siguen ahí, las condiciones económicas y financieras continúa empeorando, en el sector energético ya hablan de una situación similar a la de Lehamn y están teniendo que rescatar a empresas estratégicas en los países nórdicos y en Reino Unido, y los mercados también están a la búsqueda del Lehman del sector financiero, con seguros de impago (CDS) en máximos desde la gran crisis financiera. Vean el siguiente gráfico de Credit Suisse.
Lo diré de otra manera, para que todo el mundo lo entienda: el tejado de una casa se arregla con el buen tiempo. En nuestro caso, aún no llueve, ni chispea, pero los nubarrones cada vez se ven más lejos. Por lo tanto, el hecho de evitar caer en el pesimismo desmesurado debe convertirse en un ejercicio de autocomplacencia que siga retrasando las grandes decisiones que tenemos que tomar como país. Porque no estamos a las puertas de una situación como la de 2011, pero no es ni mucho menos descartable algo similar en el medio plazo.
En los medios verán sesudos debates sobre cómo debemos reducir el consumo para ahorrar energía y sobre qué productos debemos actuar para seguir estableciendo límites a los precios. Todos ellos con un pequeño problema: tienen la mirilla desviada.
El verdadero debate es cómo avanzamos hacia la soberanía energética para depender menos de socios exteriores. Francia apuesta por la nuclear, Reino Unido avanza hacia el fracking. España hace añicos sus relaciones con Argelia y le deja vía libre a Francia y a Italia para ser los almacenes de gas natural importado por excelencia de la UE.
El verdadero debate es qué vamos a hacer para dejar de ser el farolillo rojo en materia de empleo de toda la Unión Europea. Y, de paso, cómo vamos a revertir el hecho de que España sea el país donde más poder adquisitivo están perdiendo los salarios.
El verdadero debate es qué vamos a hacer para que nuestras cuentas públicas sean sostenibles. Ahora que se habla tanto de pactos, y de pactos de renta, merece la pena recordar que Fuentes Quintana, en los famosos Pactos de la Moncloa en 1977, se comprometió a contener el crecimiento de la masa monetaria, a atajar el déficit fiscal y a contener el gasto público.
Sánchez sabe muy bien qué temas inclinan el tablero político hacia sus intereses de cara a las elecciones del año que viene
España va a anotar este año, una vez más, una recaudación histórica. Y, sin embargo, ningún analista prevé, ni en el mejor de los escenarios, que nuestro Gobierno acabe con el déficit público. En un escenario más que probable de empeoramiento de las condiciones financieras la solvencia fiscal es un factor fundamental.
El momento para vender activos no estratégicos (empresas públicas, edificios, etc.) es este, no cuando la situación nos tenga con el agua al cuello. El momento para hacer ajustes presupuestarios y elaborar un presupuesto con déficit 0 es este, que tenemos soberanía fiscal y margen de actuación, no cuando seamos deudores y nos exijan meter mano para asegurarse de que les devolveremos lo que nos prestan vía rescate. Y, por supuesto, el momento para bajar impuestos es este, que la gente necesita más que nunca dinero en sus bolsillos para sacar la situación adelante.
Hay muchos más debates que deberíamos plantear. Reformas estructurales, de calado, que nos protejan frente a una posible crisis financiera y nos impulsen hacia el futuro. España fue motor económico en la burbuja 'puntocom' de los 2000 gracias a las reformas que se iniciaron en el ’96; Alemania asumió su papel de liderazgo en 2008 gracias a las reformas que se hicieron como consecuencia de la Agenda 2010, implementadas entre 2003 y 2005.
Sánchez sabe muy bien qué temas inclinan el tablero político hacia sus intereses de cara a las elecciones del año que viene. Ninguno de los anteriormente mencionados está en esa lista.
España debe despertar y reorientar el debate social y político hacia lo que realmente nos va a importar dentro de dos o tres años. Y no sólo me refiero al plano económico, sino también al educativo, al judicial, al sistema electoral, al estado de bienestar… Si no, lo importante se convertirá en urgente y no habrá margen para tomar las decisiones adecuadas.
Daniel Rodríguez Asensio es consultor estratégico y presidente de Acción Liberal Think Tank For Freedom
unidospode0S
Si el columnista la dice... pero, ¡qué casualidad! Hasta las frases de Antonio de sus grandes ministras son las mismas con las que nos engañaron con Zapatero. ¡A que se ha colado uno del otro lado!