La histórica explosión alcista del 9 de noviembre ante la supuesta efectividad de la vacuna de Pfizer tiene un motivo claro: los precios, especialmente en algunas cotizadas de algunos países como el nuestro, estaban descontando un escenario incluso peor del actual. Y ante la posibilidad cercana de vislumbrar un horizonte diferente en el que las perspectivas pasan a ser mejores, el proceso cambia ya que las apuestas bajistas dejan de tener sentido y las alcistas ganan argumentos. Valores como IAG, que fue el que más subió del Ibex el lunes, ejemplifican muy bien esto. Acertada o no la suposición, desde luego es más creíble una recuperación más importante del tráfico aéreo con una vacuna efectiva que pueda ser suministrada a millones en los próximos meses, que sin esa noticia.
El movimiento alcista ha sido especialmente intenso en el Ibex dado que, junto con el Athens General Composite griego, era el índice nacional que al cierre de octubre más caía del mundo debido a las enormes expectativas negativas. Hasta las previsiones económicas castigan fuertemente a España por lo que cualquier noticia que implique un mayor dinamismo de la economía es lógico que tenga mucho más efecto en nuestro país. Si además sirve para que mejore el turismo, es un plus más para nuestras cotizadas. Todo lo que sea que esta pandemia, y la crisis económica asociada a ella, tenga caducidad y pueda llegar a ser parte de nuestro pasado más pronto que tarde, es una gran noticia. Y aunque de momento sanitariamente haya más esperanzas que realidad, está siendo suficiente para un cambio de sentimiento muy intenso en la bolsa española. La subida del lunes ha sido la mayor en un día del Ibex desde el anuncio del primer rescate a Grecia en mayo de 2010 (si bien también hay que recordar que en aquella ocasión el impacto no duró mucho).
Al contrario que el Ibex, la tendencia de la mayor parte de las bolsas mundiales, empezando por la principal, Wall Street, ya era alcista antes del anuncio de Pfizer. Incluso subieron tras cumplirse el que se consideraba por los expertos el peor escenario tras las elecciones norteamericanas: una victoria ajustada de Biden que no fuera aceptada por Trump. Esto quiere decir que muchos mercados, y especialmente el norteamericano, ya descontaban en los precios de sus acciones una evolución positiva. No obstante, lo que se descontaba como positivo puede que no fuera una mayor actividad económica como sería lo intuitivo, y esto lo podemos comprobar en un reciente informe de JPMorgan, el mayor banco comercial de los Estados Unidos, que dice textualmente: “El resurgimiento de los bloqueos y la debilidad del crecimiento resultante podrían reforzar el alza de la renta variable en el mediano y largo plazo al inducir más QE –programas de compra de activos- y, por lo tanto, más creación de liquidez.”
Oro, bitcoin, vivienda
Este es un punto importante porque es el que explica por qué Wall Street lleva desde marzo de 2009 una tendencia alcista continuada -a excepción del muy intenso pero breve desplome de este año- con una rentabilidad acumulada enorme: sube cuando la economía va bien y sus mayores empresas –las que más pesan en los índices bursátiles- aumentan sus beneficios; y sube porque cuando se ve amenazado el crecimiento económico, ahí está la FED inyectando a mansalva liquidez en el sistema que acaba trasladándose en gran parte al precio de los activos (no sólo a la bolsa, también al oro, al bitcoin, al precio de la vivienda etc.). Es decir, tanto lo bueno como lo malo en términos económicos, ha acabado provocando en estos últimos once años, subidas en Wall Street. Lo vemos en el gráfico del S&P500:
En Europa esto se ha notado menos por las características particulares de algunos países pero no olvidemos que por ejemplo la bolsa alemana también conquistó máximos históricos este año.
Así pues, puede que la vacuna y/o el previsible fin de la pandemia, y/o el descuento de un mayor crecimiento económico haga subir a las bolsas, especialmente a las más deprimidas como la nuestra, pero puede suponer también menos ayuda de los bancos centrales, especialmente si el consumo se dispara y eso eleva los datos de IPC (a los que también afectaría un rebote como el que parece que se está dando en el precio del crudo y de diversas materias primas). Y esto ensombrece el análisis ya que España es un país muy endeudado y con mucha deuda externa; necesita ahora más que nunca que los tipos de interés sigan muy bajos y que BCE siga inyectando liquidez.
La posibilidad de que se retiren antes de tiempo todas estas ayudas del banco central porque otros países como Alemania dejen de necesitarlas, afectaría muchísimo a nuestras cuentas públicas. Y eso sin citar cuánto puede rebotar desde sus actuales mínimos históricos el Euribor a 12 meses, la que quizás ha sido la mejor noticia financiera de 2020 para millones de familias. De momento el bono a 10 años español el lunes marcó mínimos históricos de rentabilidad en el 0,068% pero tras el anuncio de Pfizer llegó hasta el 0,20%. Así pues, que la alegría bursátil no nos fastidie la enorme ventaja de financiarnos con tan escaso coste justo cuando el montante de nuestras deudas está en máximos históricos. Porque cada décima cuenta cuando el volumen es tan enorme.