Oriol Junqueras, el pacífico, el sonriente, el del helado de postre todos los días, el que asegura que junquerismo es amor, exige al separatismo volverlo a hacer. Que hay que sumar a más gente, que la independencia es más necesaria que nunca y que esta segunda intentona ha de ser irreversible. Lo ha dicho en Igualada. No he podido evitar acordarme de aquel célebre chiste de Eugenio, el de Tito, cap a Igualada.
En el Teatre de l’Ateneu de dicha localidad, y a propósito de la presentación de su libro Contra l’adversitat, el Buda del separatismo no se ha cortado un pelo. Que si hay que conseguir una victoria que nadie les pueda robar – robar, dice, qué cosas -, que si su compromiso con la independencia, es decir, con el golpe de estado, está más viva que nunca, que si harán todo lo que esté en su mano.
O sea, que la pamema de la mesa de diálogo se ha quedado en eso, en mera excusa para ir tirando hasta que se les presente otra oportunidad. Todos sabíamos que, de entrada, lo de la mesa era un estafermo. Por lo demás, no se dialoga con delincuentes convictos, confesos y no arrepentidos. Lo novedoso es que sean ellos mismos quienes se desdicen. Dialogar no es ir a que te den la razón.
Eso se llama coacción. Sabe Junqueras que, en caso de volver a intentar cargarse el estado democrático con ese coup d’ètat destinado a que los ricos catalanes se blinden, va a volver al trullo si se pone farruco. Bien es cierto que Pedro Sánchez no conoce la moral y puede permitir lo que sea, pero la justicia, no. Como sea que el líder republicano no es tonto y es perfectamente consciente de lo que supondría para Cataluña otra aventura como la del 1-O, alguna razón ha de tener para exhortar al golpismo.
Eso se llama coacción. Sabe Junqueras que, en caso de volver a intentar cargarse el estado democrático con ese coup d’ètat destinado a que los ricos catalanes se blinden, va a volver al trullo si se pone farruco
El mismo se traiciona cuando asegura que no lo dice por razones estéticas o para quedar bien. Claro que lo dices por eso, supermán. Lo dices porque Junts os está adelantando por la radicalidad con un Puigdemont acusando en el parlamento europeo a Sociedad Civil de ser una formación ultraderechista y nazi; os está adelantando en los postureos de Laura Borrás fingiendo cerrar la cámara catalana; en los besitos que los puigdemontianos se dan a diario con las CUP; en ensalivar a los bárbaros lazis, radicalizándose hoy más que ayer, pero menos que mañana.
Esquerra está quedando como un partido vendido repleto de malos contables, Aragonés es un ejemplo, que dicen ser independentistas para luego comportarse como hacía la vieja convergencia. Lo paradójico es que sean justamente los neo convergentes quienes afeen este proceder, el que usó su padre espiritual Jordi Pujol durante décadas, a saber, sacarle a España las entretelas y gobernar Cataluña como una dictadura disfrazada, eso sí, de democracia.
En Waterloo no ven con buenos ojos nada de lo que ERC está haciendo y es natural. Trocito a trocito, los de Junqueras les van arrebatando los cortijos que hasta ahora han detentado. Ahí tienen por vía de ejemplo TV3, bastión de Junts, que debe renovarse gracias a un pacto con el PSC.
Como la persona que tiene más números para acabar dirigiendo esa colosal máquina de propaganda es un periodista próxima a Esquerra, la actual directora del pro republicano diario Ara, Esther Vera, el del flequillo está que trina. De todos modos, Junqueras no debe preocuparse. Nos consta que le guardan la cuchara en la cárcel. Como a todos quienes vulneran la ley. Salvo que Sánchez diga lo contrario.