Opinión

El pandemóniun que viene

El verano y el intenso calor imponen su ritmo y por eso es fácil notar la enorme distancia que hay entre los ciudadanos, que disfrutan de sus vacaciones, y la clase política que se prepara para llenar las Cortes Generales en nueve días. Nada se parece a

  • Oriol Junqueras y Carles Puigdemont

El verano y el intenso calor imponen su ritmo y por eso es fácil notar la enorme distancia que hay entre los ciudadanos, que disfrutan de sus vacaciones, y la clase política que se prepara para llenar las Cortes Generales en nueve días. Nada se parece a la intensidad con que vivimos el mes pasado, al menos hasta el día 23. Las playas llenas, la montaña, el pueblo, las fiestas y verbenas, esta es una cara de la moneda. La otra es la que marca Pedro Sánchez que, aunque perdió las elecciones -hay que recordarlo, hay que recordarlo muchas veces para que no terminemos creyendo lo que jamás sucedió-, impone sus tiempos y su particular escenografía. Pero no sus razones y argumentos que no tiene más allá de conformar la segunda edición de Frankenstein.

Su indolencia cabe toda ella en esa foto que hemos visto en la que sale retratado en Marruecos, sonriente y tapado con una gorra que le da un aire de tratante de ganado bravo a punto de lidiar una corrida en talanquera. No tiene prisa, aunque ya que salió la lidia, recordemos lo que la experiencia enseña, que hasta el rabo todo es toro. Cierto hay días en los que Feijóo parece estar cerca de La Moncloa y otros que no, estos últimos son más claros y diáfanos.

El movimiento es burdo porque sólo persigue quitarse de su pellejo la responsabilidad del más que probable fracaso de Núñez Feijóo

El último movimiento de Vox, un partido que aún no ha encontrado al responsable del batacazo del 23J, es sólo tactismo, una forma como otra cualquiera de quitarse las moscas de la cabeza. Leo su anuncio de no poner condiciones a la investidura de Feijóo y me sigo preguntando una vez más qué quiere este partido, de qué va, cuál su objetivo final viendo que lo que no vale para la conformación de gobiernos autonómicos sirva para el de España. El movimiento es burdo porque sólo persigue quitarse de su pellejo la responsabilidad del más que probable fracaso de Núñez Feijóo. Abascal me recuerda a un personaje de novela por entregas incapaz de decidir entre las mentiras con algo de verdad y las verdades con algo de mentira.

El PNV no va a convalidar un bloque en el que por omisión esté el partido de Santiago Abascal. Lo saben en Vitoria y también en el PP que conoce de sobra la catadura de un partido imprevisible en el que resulta muy difícil confiar. Y pregunto por preguntar, ¿por qué no hicieron lo mismo en Valencia? O en Aragón y Murcia. Por qué no impidieron el esperpento de la presidenta Guardiola, acaso la política más devaluada de España por obra y gracia de los de Abascal y de la estulta presidenta que aseguró, ¡Dios mío!, que su palabra está por debajo de los intereses generales de Extremadura. ¿De verdad que alguien que afirma esto puede gobernar siquiera una comunidad de vecinos? Dejémoslo ahí.

Le dará fuerza y razón para que, teniendo 170 votos asegurados en la investidura, el Rey lo designe para presentar sus credenciales en una investidura que será fallida

Vox intenta hacer creer a los incautos que ellos no son el problema. Probablemente lo crean sus votantes, aunque para mí tengo que este último movimiento de Abascal los ha dejado despistados, más bien cabreados y preguntándose por el valor y significado de su voto. La maniobra de Abascal no hará a Feijóo presidente, pero si le dará fuerza y razón para que, teniendo 170 votos asegurados en la investidura, el Rey lo designe para presentar sus credenciales en una investidura que será fallida. Sánchez no tiene esos votos, al menos de cara al Rey y desde el punto de vista institucional, ya que hay tres partidos que no quiere ver la cara del monarca y menos hacerse una fotografía dándole la mano, que estos y no otros son los compañeros de Sánchez.

El PNV no va a votar la investidura de un presidente del PP por varias razones, la principal es que el año que viene hay elecciones en el País Vasco, y la idea de que Bildu les “sorpase” les provoca ataques de urticaria. La política española está llena de contrastes y contradicciones en la que la barbaridad se ha instalado con naturalidad. Así, el presidente del PNV es capaz de afirmar que “Feijóo es un regreso al PP de Aznar, de hace 20 años”. Que Ortuzar, presidente de un partido que es fiel reflejo de la desigualdad de derechos entre los españoles y bastante más de derechas que el PP, hable de regresión, es algo que llama la atención. 

Si Sánchez es investido esperen ustedes decretos leyes bendecidos, es de esperar, por el Tribunal Constitucional de su amigo Conde Pumpido

Haya o no haya nuevamente elecciones, la próxima legislatura será un verdadero pandemónium, el gobierno de Sánchez vivirá en el bloqueo permanente, con un Senado en manos del PP, y pendiente de los votos de un golpista y prófugo de la Justicia para sacar las leyes fundamentales. Si Sánchez es investido esperen ustedes decretos leyes bendecidos, es de esperar, por el Tribunal Constitucional de su amigo Conde Pumpido.

Podrá ser investido, lo que quizás sea lo más fácil de este proceso, pero gobernar el país se va a convertir en verdadero dolor de muelas para el PSOE que, de un plumazo y tras el cordón sanitario impuesto al PP en Ceuta, ha cerrado todas sus puertas con los de Génova.

Un parchís multicolor

Quedará para los estudiosos y la etiología política: Sánchez, que no podrá gobernar; Feijóo que ha despreciado la gran oportunidad que los españoles le dieron el 28M para ganar el 23J; Abascal dueño y administrador único de un partido menguante incapaz de explicar para qué sirve. Y Puigdemont, y Junqueras y Ortuzar, y la señora Yolanda Díaz gobernando un parchís multicolor y plurinacional, y los de Bildu…Toda esa patulea llamada a dirigir España los próximos cuatro años. Me gustaría creer que una repetición electoral podría evitar ese escenario, pero la verdad es que hay razones para pensar que esa repetición sólo beneficiará a Sánchez. Mejor nos quedamos como estamos. Y que sea lo que Dios quiera en este mundo larval y fantástico hacia el que vamos.    

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