Opinión

¿Para qué sirve Marlaska?

Mucha gente se preguntan para que sirve tener como ministro a un sujeto como Marlaska. Hablamos nada menos que del responsable de Interior, que en España

  • Marlaska visita la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz -

Mucha gente se preguntan para que sirve tener como ministro a un sujeto como Marlaska. Hablamos nada menos que del responsable de Interior, que en España nunca ha sido un ministerio de pacotilla porque, desgraciadamente, aquí el delincuente encuentra siempre un terreno fértil en el que arraigar, ayer, hoy y, si Dios no lo remedia, mañana. Desde luego, sería mucho más sencillo enumerar las cosas para las que no sirve este señor. No sirve para defender a la Guardia Civil ni a la Policía. No sirve para dotar de mejores y más eficaces medios a las fuerzas de seguridad en su lucha contra el crimen. No sirve para enfrentarse a la llegada impune de pateras y más pateras, para custodiar nuestras fronteras en Ceuta, Melilla y Canarias ni sirve para reprimir el crimen que campa a sus anchas en nuestras ciudades a causa de este aluvión de personajes que no vienen todos con una ramita de olivo en la mano.

Sería mucho más sencillo enumerar las cosas para las que no sirve este señor. No sirve para defender a la Guardia Civil ni a la Policía

No sirve para atajar el narcotráfico en el Campo de Gibraltar ni en determinadas barriadas de las grandes ciudades que se han convertido en parques temáticos de la droga. No sirve para perseguir y erradicar la ocupación. No sirve para atrapar violadores reincidentes. No sirve para defender a los ciudadanos respetuosos con la ley de separatas, bilduetarras y demás ralea. No sirve, en suma, para hacer lo que se supone que debe ser el primer mandato de cualquier ministro de España, singularmente en su caso, que es cumplir y hacer cumplir la ley. Si le dejásemos, reconvertiría a las FFSSE en una ONG de voluntariado buenista. No hay charco en el que no se meta, no hay incompetencia que le sea ajena, no hay barbaridad que no cometa ni vileza en la que no caiga. Y como no quiero extenderme, dejemos aquí la ristra de cosas que harían imposible en un país serio que Marlaska continuase un minuto más en su cargo, más aún, acceder a tan difícil cargo que demanda una enorme responsabilidad y un sentido del deber extraordinario. ¿Para qué sirve entonces este Marlaska? Es más, ¿sirve para algo?

Marlaska es un paraguas para Sánchez, un chaleco de kevlar, un escudo antimisiles, lo mismo que fueron en su día Pablo Iglesias

Pues si señor, sirve para ser el pararrayos de Sánchez, lo que no es poca cosa. Los medios, la mayoría comprados por Moncloa, han hecho más hincapié en que la viuda de uno de los guardias civiles haya rechazado que el ministro condecorase a su desgraciadamente asesinado esposo que a la presencia de Sánchez en la gala de los Goya tan pimpante. O que el gobierno no haya guardado un minuto de silencio. O que no se haya decretado luto nacional y se hayan colgado las banderas a media asta. Por cierto, paréntesis ya que estamos, el Rey debería haber salido a decir algo, que con presidir inauguraciones, entregar premios y dar un discurso en nochebuena no se es rey ni se fomenta el amor a la Corona. Y lo dice un acérrimo defensor de la monarquía. Pero volvamos a lo nuestro. Marlaska es el perfecto colchón de un Sánchez que sabe pasar de perfil cual egipcio ante las situaciones más espinosas. Marlaska es un paraguas para Sánchez, un chaleco de kevlar, un escudo antimisiles, lo mismo que fueron en su día Pablo Iglesias, Irene Montero, Ábalos, Illa y tantos otros. Sánchez ha desarrollado un caudillismo estupendo en el que el protagonismo siempre es suyo si las cosas van bien pero, en cambio, si van mal, se aparta dejando en pelota picada al ministro que le toque para recibir los abucheos. Esa es la altísima misión de Marlaska, ser el saco de boxeo que recibe los puñetazos de la sociedad y pactar, pactar mucho con Marruecos, con los lazis, con todo albañal que le convenga a Sánchez para que este no se manche el traje. De ahí que servidor opine que está bien pedir la dimisión del ministro, pero el problema no se acabará hasta que quien dimita sea Sánchez. Echar al muñeco de cartón manteniendo al ventrílocuo no sirve de nada. Un muñeco roto, además.

Los medios, la mayoría comprados por Moncloa, han hecho más hincapié en que la viuda de uno de los guardias civiles haya rechazado que el ministro condecorase a su desgraciadamente asesinado esposo que a la presencia de Sánchez en la gala de los Goya tan pimpante

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