Opinión

Putin no renuncia a Kiev

Toda Ucrania está a bajo cero y aproximadamente un tercio del país bajo la nieve, incluyendo la propia capital

  • El presidente de Rusia, Vladimir Putin -

Bielorrusia es un aliado muy cercano de Rusia, un Estado cliente de hecho, y hasta la fecha ha mantenido en buena medida a su ejército fuera de las operaciones en Ucrania, es decir, que no ha participado directamente en la invasión, aunque la ha apoyado activamente. Hay señales creíbles de que pronto eso podría cambiar. Se ha detectado un sensible incremento en los trenes que transportan soldados, suministros y equipos militares desde la frontera rusa hasta la ciudad de Brest, en el suroeste de Bielorrusia, justo al lado de la frontera con Polonia, miembro de la UE y no muy lejos de la frontera ucraniana. Según las agencias de noticias rusas esas tropas trasladadas hasta Brest realizarán en breve una serie de ejercicios tácticos.

La pregunta que muchos se hacen es por qué Bielorrusia, que apoya sin fisuras la invasión de Ucrania desde el primer día, no ha intervenido directamente en la guerra. A Putin, de hecho, le hubiese venido muy bien ya que los bielorrusos podrían haber abierto un frente en la Ucrania occidental, en las provincias del norte como Volinia o Rivne. Eso hubiese puesto en aprietos a Leópolis, que es la principal ciudad del oeste ucraniano y la que más lejos queda del frente. La razón más probable es que Lukashenko quiere evitarse problemas y de meterse en guerra los encontraría seguro. Su ejército es una miniatura si lo comparamos con el ruso y tiene cierta contestación dentro. Quien le sostiene en la presidencia es ese mismo ejército y los servicios de seguridad. Si entra en la guerra quien tendrá que librarla serán los militares bielorrusos, que se encontrarán ante unos ucranianos bien asistidos por Occidente, superiores en número y especialmente motivados. Sería una derrota garantizada que podría terminar costándole el puesto al propio Lukashenko.

Antes de que empezase la guerra en Ucrania la posición de Lukashenko ya era delicada. Tuvo que soportar una ola de protestas callejeras contra su Gobierno en 2020, algo que reprimió con gran brutalidad obligando a exiliarse en la Unión Europea a todos los líderes opositores. Si se mete en Ucrania el descontento irá a más porque la guerra es muy cara y Bielorrusia un país pobre que depende para casi todo de sus vecinos rusos. La pérdida de soldados ocasionaría disgusto en el país ya que se sabe por sondeos realizados en el interior que la mayor parte de los bielorrusos se opone al despliegue de tropas en Ucrania. La misma guerra no es especialmente popular entre los bielorrusos.

En Bielorrusia, a diferencia de lo que sucede en Rusia, la mística imperial no les llega de la misma manera, por lo que es difícil motivarles por ahí. Su relación con el Kremlin es más de vasallaje

Meterse en semejante avispero es algo difícil de justificar, incluso para los partidarios del régimen. El ejército bielorruso tiene solo unos 60.000 efectivos y está formado esencialmente por reclutas muy jóvenes que no están de ningún modo incentivados para invadir a sus vecinos, a quienes por cierto no tienen como enemigos. Bielorrusos y ucranianos son dos pueblos muy similares y están unidos por un sinfín de lazos culturales e históricos. Hay, de hecho, un regimiento de voluntarios bielorrusos combatiendo en las Fuerzas Armadas de Ucrania. En Bielorrusia, a diferencia de lo que sucede en Rusia, la mística imperial no les llega de la misma manera, por lo que es difícil motivarles por ahí. Su relación con el Kremlin es más de vasallaje. Tienen simpatías por Rusia, pero no se hacen llamar rusos y el sacrificio que están dispuestos a hacer por Putin es necesariamente limitado.

De haber funcionado el plan original de Putin, el de rendir Ucrania en unos pocos días entre finales de febrero y principios de marzo, quizá se hubiese apuntado a la fiesta, aunque fuese solo para ocupar parte de Ucrania y repartir medallas, pero eso no salió. Lo que sí hizo fue prestar su territorio para que los rusos avanzasen sobre Kiev. Permitió también utilizar bases bielorrusas durante el mes de marzo, pero luego la estrategia rusa cambió, se retiraron del norte para reorientar la campaña desde el Donbás. En ese momento Bielorrusia perdió importancia y Lukashenko respiró aliviado.

No se sabe ciencia cierta cuántos efectivos bielorrusos hay en estos momentos estacionados en las inmediaciones de la frontera con ucrania. En circunstancias normales varían entre dos y cuatro mil, pero ahora hay muchos más. Los ucranianos estiman que rondarán los 30.000 incluyendo refuerzos llegados desde Rusia, que supondrían aproximadamente dos tercios del total, es decir, sólo 10.000 bielorrusos. En el caso de que abriesen un frente por el norte 30.000 soldados no parecen demasiados, especialmente ahora que toda Ucrania se encuentra en armas y la población está plenamente movilizada. Pero para Lukashenko sería todo un problema perder a una parte de sus 10.000 soldados. Tendría que dar explicaciones en casa, reponer las bajas y volver a dar explicaciones.

Que Lukashenko se vea en problemas es algo que a Putin le da igual. Ya los ha tenido en el pasado y le recomendó reprimirlos a palos. Esta vez sucedería lo mismo. Por lo demás Bielorrusia está sancionada por Occidente tanto como Rusia así que ahí nada pueden perder que no hayan perdido ya. Para Putin sería interesante abrir un frente en el norte en los 1.000 kilómetros de frontera que comparten Ucrania y Bielorrusia. Obligaría a los ucranianos a acudir hacia allí y para eso tendrían que diversificar sus fuerzas, que hoy están concentradas en el Donbás. De ahí que muchos crean que la invasión desde Bielorrusia es algo seguro.

Las imágenes tomadas por los satélites son elocuentes al respecto. Muestran movimiento de vehículos militares a través de caminos recién abiertos en los bosques que hay en la región fronteriza. Pero, aparte de eso, los ucranianos tienen otras fuentes directas e indirectas de lo que acontece en su vecino del norte. Saben gracias a los camioneros que hay un gran desplazamiento de tropas y equipos hacia la frontera polaca y ucraniana. La carretera principal del país, la M1, una autopista que va de la frontera polaca en Brest hasta la frontera rusa en Vitebsk cruzando Minsk, va cargada de convoyes militares rusos desde hace semanas. Esto ha generado inquietud entre los generales ucranianos, que creen que unos 20.000 soldados rusos podrían mezclarse con unidades bielorrusas y abrir un nuevo frente a no mucha distancia de Kiev.

Los agricultores ucranianos se llevaban los tanques rusos que habían sido abandonados y allá donde llegaban reinaba el caos porque el ejército ruso no se había preparado para una guerra larga

Para el Kremlin sería una segunda oportunidad de hacerse con Kiev después de haber tenido que renunciar a la capital a finales de marzo, cuando dieron órdenes a sus tropas de retirarse de Kiev. Los rusos no fueron capaces de tomar la ciudad. Aquello se transformó en un desgaste absurdo, el frente era muy amplio y las líneas de suministro demasiado largas y fácilmente saboteables. Lo pudimos ver entonces. Columnas rusas de decenas de kilómetros quedaban atascadas por falta de combustible o porque las emboscaban. Los agricultores ucranianos se llevaban los tanques rusos que habían sido abandonados y allá donde llegaban reinaba el caos porque el ejército ruso no se había preparado para una guerra larga, sino para una operación breve sin apenas enfrentamientos directos.

Esta vez lo tendrían incluso más difícil porque el 24 de febrero atacaron por sorpresa. Los ucranianos sabían que iban a hacerlo, pero desconocían el momento. No les pilló con la guardia baja y gracias a eso mismo resistieron el asalto, pero aún no habían movilizado a la población masculina y no habían empezado a entrar los suministros y la ayuda desde Occidente. La situación ahora es otra, pero abrir un nuevo frente a tan corta distancia de la capital sería un gran problema a pesar de que lo que los ucranianos encontrarían enfrente sería a soldados rusos desmotivados y unidades bielorrusas más desmotivadas aún.

Es por ello que muchos están considerando que todo esto no sea más que una maniobra de distracción para que el ejército ucraniano tenga que reforzar la frontera norte, que es muy larga y difícil de controlar, y eso implique que tenga que aflojar en Bajmut, en el mismo Donbás, una pequeña ciudad de 70.000 habitantes (antes de la guerra, hoy está en ruinas) que se encuentra en la línea de frente y de la que se quiere apoderar Putin porque eso le abriría el paso hacia Kramatorsk y, sobre todo, por una cuestión de orgullo tras haber tenido que salir huyendo de Jersón.

No tenemos ni idea por dónde irán las cosas. El hecho es que ya toda Ucrania está a bajo cero y aproximadamente un tercio del país bajo la nieve, incluyendo la propia capital. La raspútitsa, el embarramiento general del suelo que acontece en esa zona de la llanura europea en primavera y otoño, ya ha terminado, el suelo ya se ha vuelto a endurecer o lo está haciendo durante esos días facilitando así el movimiento de los vehículos. Eso presagia nuevas operaciones de cara a las próximas semanas. Lo que no sabemos es por dónde irán.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli