Ramón Tamames Gómez nació en Madrid (barrio de Chamberí) el 1 de noviembre de 1933. Es el tercero de los cinco hijos que tuvieron Manuel Tamames, ilustrísimo médico, cirujano y profesor en la facultad de Medicina de la Universidad de Madrid, y su esposa, Carmen Gómez, que de joven fue modista y luego se dedicó al cuidado de la familia. Murió cuando Ramón tenía apenas siete años. Aprecie el lector que Ramón Tamames nació en plena república, apenas tres días después del acto fundacional de Falange Española, y que su padre, sobre ser un auténtico sabio, era fervoroso republicano y azañista. Como dice su hijo, era “anglófilo en lo político, germanófilo en lo científico, y francófilo en lo cultural”.
Mención especial merece la figura del abuelo paterno, don Clemente Tamames, maestro nacional jubilado que enseñó a leer y a escribir a una decena de nietos, entre ellos Ramón. Y es de subrayar que el texto para aquellas primeras enseñanzas fue nada menos que el Quijote. Tamames no puede recordar hoy cuántas veces ha leído el gran libro. Pero nunca ha olvidado que al abuelo Clemente le llamaba todo el mundo de usted. Incluidos los nietos. Y que gracias a él tuvo acceso al monumental Diccionario General Etimológico de la Lengua Española, de Roque Barcia, libro decisivo en su formación.
Familia con sus raíces en Zamora y de clase media (con áreas de media-alta), pues, Ramón comenzó sus estudios en el Instituto Escuela de la Institución Libre de Enseñanza; pasó luego al Gimnasium Español y más tarde, en 1942 (en pleno estallido de la dictadura franquista y con Hitler triunfando en la guerra mundial), al Liceo Francés. Allí se habían “refugiado” los profesores expulsados por Franco de la Institución Libre de Enseñanza. El nivel académico era altísimo.
Allí se habían “refugiado” los profesores expulsados por Franco de la Institución Libre de Enseñanza. El nivel académico era altísimo
Ramón era un niño extremadamente inteligente y de carácter apasionado, quizá lo que hoy llamaríamos un hiperactivo que iba de una cosa a otra: quiso ser aviador, ingeniero agrónomo, ingeniero de montes… Al final, sin la menor duda por influencia paterna, se matriculó en Medicina. Fue en 1950. No salió bien, aunque le interesaba. Tras una larga conversación con su padre, Ramón se cambió a Derecho… y más tarde, en cuarto curso, se matriculó también en Económicas, que cursó en Madrid (con un paréntesis en la London School of Economics), que era lo que más le gustaba y que estaba en el mismo edificio. Así pues, Tamames es un hombre que se ha formado con profesores como Jaime Guasp, Joaquín Garrigues y Díaz Cañabate, Antonio Hernández Gil, Eduardo García de Enterría, Manuel Fuentes Quintana, Jesús Fueyo, Villar Palasí, Juan Velarde y muchos más. Ningún político español vivo puede decir de sí mismo nada ni remotamente parecido.
No hay forma de saber cuándo el carácter de Tamames pasó del apasionamiento a la inocultable vanidad que ha exhibido siempre. Pero si es vanidoso, motivos no le faltan. Cuando a los 23 años ganó la oposición de Técnicos Comerciales del Estado, ya había escrito sus tres primeros libros y daba clase en la Universidad como profesor adjunto. Y, como es natural, ya se había metido en política. Anécdota: para presentarse a aquellas oposiciones había que exhibir un “certificado de adhesión” al régimen y a sus famosos principios fundamentales. El documento se lo gestionó un amigo de la familia, Luis Miguel Dominguín, torero franquista a machamartillo. En 1968 era catedrático de Estructura Económica en la universidad de Málaga y dos años más tarde en la Autónoma de Madrid. A los 25 años.
El currículum académico de Ramón Tamames es sencillamente estremecedor. A este hombre se deben, entre ochenta más, libros esenciales como Los monopolios en España (1967), Diccionario de Economía y finanzas (1988) o La Unión Europea y el euro (1997), pero sobre todo dos: La República. La era de Franco (1973), el séptimo volumen de la colosal Historia de España dirigida por Miguel Artola, con la que tantos hemos estudiado, y desde luego la Estructura económica de España, un libro publicado en 1960 que hoy se ofrece en las universidades de medio mundo como lo que es: un clásico, una obra maestra. Hay uno más muy importante, Estructura económica internacional, publicado en 2003 y muchas veces revisado; como él dice, “hago lo que Borges: publico para dejar de corregir”.
Quiere todo esto decir que Ramón Tamames no es ningún tonto. No lo ha sido nunca. Todo lo contrario. Miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, es una de las cabezas más claras en Economía y en Historia económica española de los últimos cien años. Es verdad que intentó triunfar (Tamames siempre intenta triunfar, sea en lo que sea) en literatura, con resultados más bien pobres, y también lo es que su trayectoria política merece, como mínimo, el calificativo de inestable. Él diría, con Churchill, que quienes nunca cambian de opinión nunca cambian nada, pero su periplo político es bastante más apasionante que el del cometa Halley. Y eso es lo que más nos interesa hoy.
El genio que ya era Ramón Tamames ingresó en el Partido Comunista de España en 1956, después de varios años de actividad “subversiva” en la hirviente universidad madrileña de los 50. ¿Era comunista Ramón Tamames? Desde luego había leído sobre marxismo más que el 99% de los militantes del partido en aquel tiempo, sin duda incluidos Santiago Carrillo y Dolores Ibárruri, pero no cabe decir que fuera comunista. Lo que le pasaba era que estaba en contra de la tiranía de Franco y, en aquellos años, la única organización (clandestina) fiable para pelear contra la dictadura era el PCE. La llegada de Tamames coincidió (si es que fue una coincidencia) con el importante giro político del partido, con la estrategia de “reconciliación nacional”.
¿Era comunista Ramón Tamames? Desde luego había leído sobre marxismo más que el 99% de los militantes del partido en aquel tiempo, sin duda incluidos Santiago Carrillo y Dolores Ibárruri, pero no cabe decir que fuera comunista
Como presunto comunista, Tamames estuvo en el PCE 25 años. Muchos nunca se fiaron de él y seguramente hicieron bien, pero no todos aguantaron 25 años. “Cuando quisimos darnos cuenta, estábamos en Carabanchel”, se ríe ahora. Es verdad. Tamames fue quien le dijo a Carrillo que había que quitar del comunismo aquello de la dictadura del proletariado y también las referencias al leninismo y al marxismo, porque “eran corrientes políticas antidemocráticas”, pero cuando el 4 de mayo de 1976 salió a la venta un periódico que cambiaría muchas cosas, el diario El País, Tamames estaba en la cárcel de Carabanchel. Por rojo. Esto tiene gracia porque Tamames era uno de los más significados accionistas del nuevo diario… y porque el ministro de la Gobernación (hoy Interior) que lo metió entre rejas era Manuel Fraga. Que también era accionista. Y al que le pareció muy divertido que “algunos buenos amigos”, como Tamames, “pasasen unos días a la sombra”, como diría más tarde.
Tamames fue diputado (comunista) por Madrid elegido en las primeras elecciones libres, las de 1977, y siguió allí hasta mediados de 1982. Estuvo en la Legislatura constituyente. Firmó la Constitución de 1978. También, entre 1979 y 1981, fue concejal en el Ayuntamiento madrileño y nada menos que “vicealcalde” con el socialista Enrique Tierno Galván, legendario alcalde que no lo habría sido sin el apoyo de “comunistas” como Tamames.
Y luego dejó el partido. Fue en 1981. Dedicó tres años a la universidad y a algunos negocios; unos salieron bien y otros todavía peor, pero el veneno de la política había hecho presa en su organismo y en 1984 fundó una cosa muy extraña, la Federación Progresista, con la cual participó en la fundación de la entonces prometedora Izquierda Unida. Volvieron a elegirle diputado. Pero en pocos años la FP abandonó IU, él abandonó FP, todo el mundo abandonó a todo el mundo y Ramón Tamames acabó amarrando su barca política nada menos que en el Centro Democrático y Social, el partido con el que Adolfo Suárez intentó –inútilmente– sobrevivir a la historia.
Aquello no tardó en hundirse y Tamames, el brillante, atrabiliario, impetuoso, sabio, sanguíneo y a veces irreflexivo Tamames abandonó la política para dedicarse a la universidad, a los libros, a los negocios y al agotador intento de no dejar de estar nunca en los medios de comunicación, bien fuese como noticia o como escribiente.
Evolucionó poco a poco (el Halley, queda dicho) hacia posiciones más conservadoras, sobre todo en lo económico. Tuvo serios problemas con algunos negocios, como el inmueble que compró (con otros) en la Cava Baja de Madrid y algunas cosas más, entre ellas alguna bodega. Armó un cristo tremendo en Jerez de la Frontera cuando un avión de Aviaco se negó a esperarle, porque llegaba tarde, y eso no se podía tolerar, quién se habían creído los de Aviaco que era él. Representó a Javier de La Rosa en un oscuro asunto que se llamó Grand Tibidabo. Ganó el premio Espasa de Ensayo. Publicó unas Más que memorias (en 2013) que tienen más fantasía, repintes y autocomplacencia que las célebres de Lorenzo da Ponte, el libretista de Mozart. Se aproximó decididamente a posiciones ecologistas y de defensa del medio ambiente. También se manifestó firme adversario del independentismo catalán. Y, esto sobre todo, siguió siendo políticamente incorrectísimo y diciendo lo que le daba la gana (como siempre) cada vez que le ponían un micrófono cerca o se sentaba a escribir para un periódico o revista, algo que ocurrió en incontables ocasiones.
Publicó unas Más que memorias (en 2013) que tienen más fantasía, repintes y autocomplacencia que las célebres de Lorenzo da Ponte, el libretista de Mozart
Y se fue haciendo viejo. Eso sí, conservó siempre la lucidez y la agilidad mental.
Y ahora, cuando tiene 89 años y todos los personajes públicos que poblaron su generación están ya muertos, la siempre divertida política de fichajes de Santiago Abascal (la extrema derecha que Tamames no toleró nunca en su vida) le ha hecho protagonista de una astranacada que, no hay más que verle y oírle, a él le está divirtiendo muchísimo. Pretende el líder del partido ultra proponer a Ramón Tamames como candidato en una moción de censura contra Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados. Tamames, que no es diputado desde hace casi 34 años y seguramente no recordará ni dónde están allí los servicios de caballeros; Tamames, que figuraba como posible ministro en la lista que el general Armada presentó a Tejero en la noche del 23-F (y que sacó al embigotado teniente coronel de sus casillas), posiblemente liderará las centurias abascalinas en esa aventura tan pintoresca.
Se lo ha dicho el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo: “Si yo fuese tu padre, no te dejaría hacerlo”. A saber lo que pensaría el ilustre cirujano Manuel Tamames de esta última boutade de su hijo, siempre rebelde y siempre con un punto zascandil, por más que su currículo sea digno de un premio Nobel.
Pero fíjense en su cara en las entrevistas que ahora le hacen en todas las televisiones. Le cuesta verdadero esfuerzo contener la risa.
* * *
Titanosaurio es el nombre que recibe un grupo de grandes dinosaurios saurópodos macronarios que vivieron en Asia, América, Europa, África y Australia (es decir, en casi todas partes) a lo largo del período cretácico. Eso fue hace bastante: entre 145 y 66 millones de años. Esta es quizá la razón por la que hace ya tiempo que no se ve a ninguno por ahí. Cabe sospechar que están bastante extinguidos o que, al menos, tienen problemas. Queda con esto demostrado que el titanosaurio es un animal antiguo. Bastante antiguo. Bueno, muuuy antiguo.
Varias características singularizan al titanosaurio. La primera es su enorme tamaño: podía llegar a los 40 metros desde la cabeza hasta la punta de la cola (las especies argentinas), lo cual evidentemente satisfacía sus ganas de llamar la atención, que es a lo que vamos. La segunda es su inteligencia: en una época en la que no abundaban los dinosaurios particularmente listos, el titanosaurio ha dejado muestras de unas habilidades muy poco comunes, sobre todo en sus técnicas de anidación, relaciones sociales y estructura económica del cretácico.
La tercera singularidad es su aparente incapacidad para estarse quieto. Se han comprobado largas, larguísimas marchas (o migraciones) de los titanosaurios desde un punto de partida concreto hasta lugares enormemente alejados de su ámbito político original, siempre con su paso terminante, su falta de temor a los depredadores (tenían un carácter muy fuerte y daban unos coletazos tremendos), su acostumbrado descaro y una resistencia más que notable.
Sobre su sentido del humor no podemos hacer sino especulaciones. Pero un gigante de estos que, según las especies, tenía excrecencias óseas en el lomo o no las tenía, se adornaba de muy variados colores y poseía una cara inocultablemente sarcástica en la mayoría de las especies, permite suponer que le daba por reírse de lo que le hacía gracia. Incluidos otros dinosaurios mucho más pequeños, verdes, saltimbanquis y, estos sí, claramente proclives a hacer payasadas y a inventar tonterías. Cómo no se iba a reír el viejo y altivo y quisquilloso titanosaurio, hombre, cómo no se iba a reír.
Lagoenol
Yo creo que VOX debería presentar de candidata en la moción de censura a Cuca Gamarra que, nadie puede dudar, es la política más brillante que ha tenido en su historia el parlamentarismo español, su brillante inteligencia, su habilidad discursiva e inmarcesible altura intelectual, la harían imbatible en cualquier debate, el único riesgo que corre Santiago Abascal, es que lo acabe sustituyendo en el liderazgo del partido.
PijoListo
Tamales lee mucho, está muy bien informado y se ayuda muy mucho de la Inteligencia artificial que ha entrado con fuerza en el 2023 y no quiere desaprovecharla. Y al estilo del dinosaurio añadido aquí os dejo un añadido sobre la inteligencia artificial, así llamada. " Principales diferencias entre ChatGPT de OpenAI y Bard de Google Los servicios de ChatGPT y Bard serán similares, y los usuarios escribirán una consulta para recibir una respuesta similar a la humana. La principal diferencia entre ChatGPT y Bard es la fuente de datos. Bard extraerá información continuamente de Internet, por lo que tendrá la información más reciente. Las fuentes de ChatGPT terminan con datos de 2021, por lo que se limita a investigaciones e información más recientes. Bard tendrá más datos para recopilar información en tiempo real al acceder a las últimas investigaciones. Bard usa su LaMDA para aplicaciones de diálogo, mientras que ChatGPT usa GPT 3.5. LaMDA se construyó sobre una red de código abierto para comprender el lenguaje natural. Está entrenado para encontrar patrones en oraciones y entre palabras para crear diálogos versus palabras individuales. Bard creará más fragmentos de información, mientras que ChatGPT crea contenido en un solo mensaje de texto." Así traducido.