Opinión

El ventilador de esparcir Rubiales

De las chinchetas reforzadas con tacos de plástico que ayer lanzaron los CDR sobre el asfalto catalán

  • El presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales -

De las chinchetas reforzadas con tacos de plástico que ayer lanzaron los CDR sobre el asfalto catalán al paso de la vuelta ciclista a España mejor no hablemos, porque no interesa a nadie que más de quince corredores pincharan y se cayeran perdiendo toda posibilidad de hacer un buen papel en la gran competición española. Da igual que se trate de uno de los deportes más duros que existen y que la preparación para la vuelta conlleve para los participantes sacrificios sin fin. El independentismo bien entendido, ese con el que pacta Sánchez hasta el horario del desayuno en el palacio de la Mareta, lo vale. Ya el sábado cuatro activistas que iban a esparcir aceite sobre la carretera fueron felizmente interceptados por la policía antes de ocasionar males mayores, aunque ahora Junqueras, tan parecido en todo a un ciclista de élite, alce la voz exigiendo la libertad de los que pudieron causar un gravísimo accidente de consecuencias irreparables.
Tampoco nos importa nada que un violador beneficiado por la ley del sí es sí haya sido detenido de nuevo, pasados cuatro meses de su puesta en libertad, por intento de violación. El delincuente había dado un golpe a la víctima, a la que interceptó mientras se dirigía al trabajo, pero la mujer consiguió huir antes de que se consumara la agresión sexual y denunció los hechos a la policía nacional, que ha vuelto a detener al depredador que jamás debió beneficiarse de una reducción de su condena.

Ahí estaban juntos y revueltos el prófugo Puigdemont con el corrupto oceánico Pujol y el socialista Montilla con el golpista Aragonés y el racista por escrito Torra, en un batiburrillo iglesia-estado que habría asombrado al mismísimo Franco


Otro acontecimiento que nos ha resbalado este mes ha sido el encuentro en la cumbre del nacionalcatolicismo  independentista. El abad de Montserrat, el independentista Manel Gasch, ese prelado que tomó posesión de su cargo entre elogios a su predecesor sin hacer la más mínima mención a los casos de pederastia que lastran su monasterio, se ha reunido con cinco presidentes de la Generalitat en Francia para conmemorar los cincuenta años del fallecimiento de Pau Casals. Ahí estaban juntos y revueltos el prófugo Puigdemont con el corrupto oceánico Pujol y el socialista Montilla con el golpista Aragonés y el racista por escrito Torra, en un batiburrillo iglesia-estado que habría asombrado al mismísimo Franco.
Nada nos inquieta en este verano antes del naufragio. Ni las negociaciones con Bildu ni el nombramiento de Francina Armengol, la presidenta de Baleares que no movió un solo músculo para defender a las niñas prostituidas y teóricamente tuteladas en sus centros de menores, como Presidenta del congreso de los diputados, el tercer cargo en importancia de la Nación. Todo vale, todo pasa, todo se centrifuga bajo el sol inmiseridorde de este agosto calcinante.

Les confieso a ustedes que en el momento en que se refirió a la “ausencia de deseo” en sus efusiones a la jugadora me dio tal asco que tuve que dejar de escucharlo


Pero por si la ciudadanía decide despertar y reaccionar ante el desmantelamiento del estado, ahí está el ventilador de esparcir Rubiales. El que fuera amigo del poder y contrapeso de Tebas se ha convertido en la distracción perfecta. El personaje lo tiene todo, un tipo grosero y primario con una historia muy turbia a sus espaldas, acusaciones hasta de su propio tío de presuntas orgías a cargo del dinero de la federación y audios bochornosos en los que se repartía millones sin cuento con amigotes futbolistas tan o incluso más chulos que él. Las explicaciones ante los cargos federativos, esos que no sabían si aplaudirle o no en función de sus propios intereses, fueron de vergüenza ajena. Les confieso a ustedes que en el momento en que se refirió a la “ausencia de deseo” en sus efusiones a la jugadora me dio tal asco que tuve que dejar de escucharlo, porque el ordenador, además de transmitir su imagen y su voz, empezó también a transmitir su olor. Una anécdota sórdida que ha eclipsado el triunfo de nuestra selección femenina de fútbol dejándonos a todos con un amargo sabor de boca. Rubiales, el enemigo público número uno de la última semana de agosto, va a caer por la menor de sus infracciones, víctima de sí mismo y de las necesidades de un gobierno que necesita desesperadamente que miremos las veinticuatro horas del día hacia otro lado. Esperemos que su madre desista pronto de la huelga de hambre y vuelva a su casa antes de sufrir sus consecuencias fìsicas  porque la suerte de su hijo, al margen de la resolución que dicte en su momento el Tribunal de arbitraje deportivo, ya está echada. Nada peor que los presuntos amigos cuando se libran de uno.

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