Investigadores holandeses y malasios han estudiado la biodiversidad de una montaña en Borneo para determinar cómo evolucionaron las especies en las alturas. El resultado indica que primero fue la montaña y después las especies que se adaptaron a vivir en ella.

Hay unas cuantas afirmaciones turísticas que resulta difícil rebatir. Por ejemplo, que España tiene una diversidad geográfica que ya quisieran la mayoría de países europeos. O que nuestra gastronomía juega una baza importante a la hora de conquistar al turista. Y también, que Canarias es un auténtico paraíso para los amantes de las playas de postal. Por esa misma razón, son pocos los que meterían unas botas de montaña en su maleta cuando tienen la suerte de visitar el archipiélago. Y ahí va un secreto: se estarán perdiendo uno de sus mayores encantos. Porque allí, junto a esas estupendas playas, hay también algunos pueblos de montaña para quitarse el sombrero. Hoy os proponemos una ruta por cuatro de ellos. Las cumbres también existen...

Todas las montañas son, por definición bellas. Bellas porque atraen a los escaladores, a los conquistadores de lo inútil con una fuerza que sólo pueden explicar unos pocos privilegiados. “¿Por qué quiere escalar el Everest?” se dice que le preguntaron a Hillary. “Porque está ahí”, respondió, y se quedó tan ancho. Aunque no lo parezca a primera vista, es una respuesta profunda.

Hay sitios donde la naturaleza cuadra su esencia, donde las cosas son placenteras desde un primer momento, y donde las emociones se miden por la intensidad, no por la cantidad. No es tan fácil dar con estos sitios… Un coche y algunos valles de Cantabria son una mezcla perfecta para encontrar otra manera de entender la vida.