Esta mañana han abierto ya las puertas de los colegios electorales para unas elecciones primarias del centro-derecha que huelen ya a presidenciales. No en vano, todas las encuestas coinciden en señalar que, gane quien gane este particular pulso entre Alain Juppé y Nicolas Sarkozy, tiene un pie puesto en la segunda vuelta de mayo de 2017.
Sarkozy abandonó en 2012 el Elíseo, tras una amarga derrota contra el socialista François Hollande, y optó inicialmente por un perfil bajo, alejado de la primera línea política. En agosto de 2014, y tras un tiempo de "reflexión profunda", anunció su regreso para intentar liderar la Unión por un Movimiento Popular (UMP).
Con la UMP bajo su control y con una popularidad al alza, se lanzó a la tarea de reformular el centro-derecha con la vista puesta de nuevo en la jefatura de Estado. De esta forma, la UMP pasó a llamarse en mayo de 2014 Los Republicanos, según Sarkozy para pasar página de forma definitiva a una marca que en los últimos años había dado más penas que alegrías.
A Sarkozy, sin embargo, le surgieron dos potentes enemigos en su intento por volver a la Presidencia: el ex primer ministro Alain Juppé y el fantasma de su propio pasado, reflejado en dos investigaciones judiciales aún por cerrar. El antiguo presidente, salpicado por distintos escándalos, fue imputado en febrero de este año por la presunta financiación irregular de la campaña de 2012.
Juppé, de 71 años, ha sacado partido de las constantes polémicas en las que se ha visto envuelto Sarkozy sin apenas moverse. El alcalde de Burdeos, que ha sabido venderse como hombre de Estado, se ha posicionado como una figura más moderada que el expresidente y aspira a ganarse el apoyo de todos los franceses que se sientan "decepcionados" con Hollande, ideologías aparte.
Los sondeos iniciales, de hecho, situaban a Juppé no sólo como favorito a las primarias de este domingo, sino también como potencial aglutinador de electores moderados y de centro de cara a las presidenciales de 2017. De esta forma, podría cazar votos más al centro que Sarkozy, aunque también se arriesga a perder terreno en el flanco derecho.
Sin embargo, Fillon se colocó ayer por vez primera en cabeza en intención de voto, con un 30 por ciento a su favor, solo un punto por delante de sus dos grandes rivales, Alain Juppé y Nicolas Sarkozy, según la encuesta de Ipsos/Le Monde. El empate técnico, ahora mismo, es un hecho.
No en vano, la ultraderecha francesa, con Marine Le Pen al frente, ha ganado popularidad en los últimos años y parte con claras opciones de colarse en la segunda vuelta electoral, lo que convertiría los comicios de 2017 en una batalla por ver hasta dónde son capaces de llegar los franceses en su giro a la derecha.
Al debate político se ha sumado en los últimos días, además, el nombre de Donald Trump. Le Pen ve el triunfo del magnate estadounidense como un síntoma de que el cambio es posible también en Francia, mientras que Sarkozy siente reforzado su mensaje y considera que es un reflejo de que la ciudadanía rechaza el "pensamiento único".
El más beligerante ha sido Juppé, quien considera necesario --"ahora más que nunca"-- una "Francia fuerte", capaz de entenderse con sus aliados europeos y alejada de "la demagogia y el extremismo". El ex primer ministro ha abogado por la "movilización" y ha negado cualquier paralelismo con Estados Unidos: "No soy Hillary Clinton".
LOS OTROS CANDIDATOS
Junto a Sarkozy y Juppé, también se presentan otros candidatos que hasta estos últimos días parecían abocados a ser meros espectadores de una carrera que se decidirá, según todas las encuestas, en la segunda vuelta del domingo siguiente, 27 de noviembre. Sin embargo, el ex primer ministro François Fillon ha resurgido como tercera vía.
Fillon figura en todos los sondeos con una popularidad creciente que se ha cimentado especialmente a raíz de sus participaciones en los debates, el último de ellos esta misma semana. Aspira a dar la sorpresa y colarse entre Juppé y Sarkozy con un mensaje a favor de la "liberalización intensiva" de la economía gala.
El diputado Bruno le Maire, cuarta opción, lleva la "renovación" por bandera y un "contrato presidencial" de mil páginas que se compromete a aplicar si llega al Elíseo. A finales de 2014 ya perdió las primarias por la presidencia de la desaparecida Unión por un Movimiento Popular (UMP), vencidas por Sarkozy.
Cierran la lista --por orden de popularidad en la mayoría de los sondeos-- Jean-François Copé, expresidente de la UMP; Nathalie Kosciusko-Morizet, antigua mano derecha de Sarkozy y única mujer en liza; y Jean-Frédéric Poisson, diputado y líder del Partido Cristiano-Demócrata.
Los candidatos con menos opciones podrían terminar de decantar la balanza si piden el voto en la segunda ronda para alguno de los dos aspirantes supervivientes.
LAS REGLAS
Las primarias están llamadas a "seleccionar el candidato de la derecha y del centro para las elecciones presidenciales" que tendrán lugar en abril y mayo del próximo año, si bien en la práctica son una carrera interna para Los Republicanos.
Más de 10.000 centros de votación estarán habilitados para quienes deseen participar. Las primarias son abiertas y basta sólo con estar inscrito en las listas electorales, si bien antes de depositar el voto será necesario abonar dos euros y firmar una declaración: "Comparto los valores republicanos de la derecha y del centro y me comprometo con la alternancia para lograr la recuperación de Francia".
La realización de todo el proceso cuesta alrededor de 8 millones de euros y los organizaciones calculan que, a partir de dos millones de participantes, se podrá recuperar toda la inversión. El dinero sobrante irá a parar a las arcas del candidato vencedor, ya confirmado como candidato a la Presidencia.