La pandemia del covid nos dejó terribles historias de miles de personas que murieron lejos de sus familiares, solos, en residencias y hospitales con la angustia de no poder despedirse de su seres queridos. También descubrimos la dura realidad de otras tantas personas que murieron desamparadas en sus casas atacadas por esa extraña gripe sin nadie que las echara de menos durante días. Algún vecino que dejó de notar los ruidos de la convivencia en la pared de al lado o algún vendedor que tocó el timbre sin respuesta daba la alerta que desembocaba en un titular: “Muere un vecino y hallan el cadáver 12 días después…” Una de estas noticias llegó a Luis María Cazorla que sirvió de inspiración para su última novela, Pasión tardía, una novela que gira en torno al amor en el más amplio sentido de la palabra, y al tardío descubrimiento del mismo.
Con esta última novela, el autor da un salto de la novela histórica a una trama mucho más íntima que sigue los pasos de Dolores, una mujer nacida a finales de los cuarenta y que llega al siglo XXI con una vida monótona y aburrida. “Un reto literario” para Cazorla, abogado del Estado, letrado de las Cortes Generales, catedrático y académico que ha ocupado puestos como el de secretario general del Congreso de los Diputados y que desde hace unos años se ha aventurado al mundo literario. La pasión en el invierno de la vida centra buena parte del relato que se adentra en la relación prohibida entre una pareja de septuagenarios. Un tema, el de la sexualidad en la tercera edad, que sigue pareciendo tabú en las representaciones en cine o televisión. "Se parte de la idea de que la sexualidad desaparece con los años cuando no es así. Se envuelve a este tema de un misterio y de una lejanía que no es tal porque una persona de edad con salud y con fuerza relativamente el sexo también tiene su importancia", señala el autor en una entrevista con Vozpópuli.
Luis María Cazorla
El amor como gran aliciente de la vida
Con saltos entre el presente y el pasado, Cazorla, penetra en la historia sentimental de su protagonista marcada por la frialdad de una madre distante y autoritaria y un padre ausente. Ese primer amor, el del núcleo familiar, el que más marca para bien y para mal y que termina influyendo en el resto de los amores a lo largo de la vida. “Yo creo que el ambiente en el que viva uno los primeros años, el ambiente sentimental, el ambiente matriarcal marca para casi toda la vida. Una de las huellas de Dolores, que está permanente en toda la novela, es una infancia no muy feliz y cómo eso la perturba y estigmatiza a lo largo de su vida”. Carencias afectivas que apuñalan el alma, difíciles de cicatrizar durante toda la existencia. Llegados a edad adulta se tratan de suplir con "sucedáneos del amor" como la compañía de las mascotas, siempre con el mismo nombre, siempre recordando aquella infancia. Pero el mensaje de la novela es claro: "El amor siempre se puede encontrar, es imprescindible, aunque sea tardíamente y es el gran cubrimiento de la vida, el gran el gran aliciente de la vida".
Cuando llega la ilusión de esta pasión tardía, Dolores conserva los estigmas en torno al sexo compartidos por todas aquellos españoles de las primeras décadas de la posguerra. “Un ambiente represivo que buscaba escapes en lugares como las últimas butacas de estos cines de barrio”, describe el autor.
Es la evolución de los barrios madrileños, en concreto del barrio de Tetuán, otro de los ejes del relato. “La evolución de los edificios de las viejas casas de fachada de ladrillo rojo de una o dos alturas como máximo sustituidas por edificios de más alturas en donde ya aparece el ascensor. Primero hay un cambio en la estética, en el urbanismo, en la arquitectura del barrio. Pero al mismo tiempo un cambio de las gentes, es decir, estos barrios de Cuatro caminos o Tetuán eran barrios obreros y va apareciendo también otro tipo de habitantes que son la inmigración hispanoamericana y magrebí. Las casas de comida se transforman en restaurantes o cafeterías con cierto afán de modernidad. La protagonista va viento, cómo van desapareciendo los cines conforme su vida va pasando”.