Ciencia

La compleja historia del ojo más simple

La presencia de estructuras complejas parecidas a un ojo en seres unicelulares lleva años desconcertando a los científicos. Ahora, un equipo ha descubierto que el origen está en la asimilación de estructuras de otras células, un proceso llamado endosimbiosis.

  • Una muestra de la estructura de los oceloides

La evolución del ojo en los seres vivos es una de las materias más fascinantes en biología. Los científicos han documentado las diferentes vías en que criaturas tan distintas como los cefalópodos, los insectos o los mamíferos llegamos a tener estructuras complejas que nos permiten obtener información de la luz y orientarnos para navegar en el espacio. En la búsqueda de estos orígenes, hace unos años se descubrió que unos seres unicelulares, un tipo de plancton marino dentro del grupo de los dinoflagelados, poseía un punto oscuro en su interior que recordaba a una especie de ojo. Los biólogos llamaron a estos puntos oceloides y descubrieron que podían estar utilizándolos para detectar y cazar a sus presas.

Ahora, el equipo de Gregory Gavelis, de la Universidad de British Columbia, ha estudiado genética y estructuralmente los oceloides y ha descubierto que el origen de esta especie de ojo es incluso más compleja e interesante de lo que se pensaba. Para empezar, estos oceloides contienen una colección de orgánulos subcelulares que recuerdan mucho a las lentes como la córnea y la retina de los seres pluricelulares. Mediante microscopía electrónica, los científicos han podido reconstruir estos oceloides en tres dimensiones y determinar cómo están construidos. El análisis genético indica que lo que aparenta ser una córnea deriva de una mitocondria mientras que los componentes que recuerdan a la retina son parte de un alga unicelular que fue incorporada mediante un proceso de endosimbiosis.

Las estructuras recuerdan mucho a las lentes como la córnea y la retina

Durante algunos años, el concepto de endosimbiosis impulsado por Lynn Margulis para explicar el origen de las células eucariotas fue menospreciado e incluso ridiculizado, pero hoy en día se tienen pruebas de que la 'alianza' entre una bacteria y otra célula dio lugar a células con distintos orgánulos. El caso de estos oceloides es otra muestra fascinante de este tipo de combinaciones: el equipo de Gavelis demuestra que los dinoflagelados han incorporado algas y ahora sus plastos (orgánulos para captar energía) forman parte de la 'retina' de los oceloides adaptados como detectores de luz.

La forma en que estos seres unicelulares usan este "proto-ojo" está aún por desentrañar, pero hay algunos indicios de que los usan para orientarse y cazar. De alguna manera las estructuras del oceloide reaccionan ante las distintas polarizaciones de la luz y sirven a la célula para saber en qué dirección deben moverse para cazar a una presa en movimiento. "La organización interna del cuerpo retinal recuerda a los filtros polarizadores de las lentes de las cámaras o de las gafas de sol", explica Brian Leander, coautor del estudio publicado en Nature. "Cientos de membranas empaquetadas y alineadas en paralelo".

Aunque aún queda mucho por saber, el trabajo es otra muestra de que las estructuras en forma de ojo han evolucionado de forma independiente muchas veces durante la evolución, en organismos más grandes y en criaturas tan aparentemente simples como estos dinoflagelados unicelulares. "Cuando ves una complejidad estructural tan parecida en diferentes niveles de organización y líneas tan distantes entre sí", concluye Leander, "tienes una comprensión mucho mayor de la convergencia [evolutiva]"

Referencias: Eye-like ocelloids are built from different endosymbiotically acquired components (Nature)  DOI 10.1038/nature14593

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