Quizá lo de menos ahora sea recordar quién manda en la capital, pero el escozor que le producía al Real Madrid medirse al Atlético del Cholo se ha convertido ya en una urticaria permanente. Ni Ancelotti, que será el más cuestionado por este meneo, ni sus futbolistas, inertes e incapaces como nunca en esta ocasión, saben cómo meter mano a sus vecinos. En cambio, el Atlético de Madrid, que es un todo, un equipo con mayúsculas, hurga cada vez más y mejor en la sangrante herida madridista. Y esta vez, para que conste en acta, con intensidad, por supuesto, pero con mucho fútbol. Del bueno. Ese que también gastan los 'violentos' del Cholo.
El baile fue absoluto por sexta vez esta temporada. Simeone y sus guerreros han doblegado al Madrid a balón parado y con estrategia, por anticipación y sorpresa, con intensidad y acierto. Esta vez el impacto colchonero llegó cuando todo parecía torcerse de golpe al lesionarse Koke y ver a Godín con la nariz reventada. Nada de eso distrajo al ejército cholista. Saúl ocupó su sitio en el campo y el uruguayo aguantó mientas los demás echaron el resto para dar cuenta de su víctima favorita, a la que tienen comida totalmente la moral.
El Atlético empequeñece al Madrid cada vez que lo tiene enfrente. No hay excusas blancas que valgan ni por las notables ausencias, ya que la incomparecencia de Cristiano Ronaldo, Isco y compañía fue absoluta. El juego -por momentos espectacular- que desplegaron los colchoneros ante un Calderón hirviendo y entregado debe desterrar de una vez el cliché de 'violento' que algunos se empeñan en colocar al equipo del Cholo. Cero violencia y superioridad absoluta. Triangulando de lujo Griezmann, Arda, Tiago o Saúl con Juanfran. Mandzukic superior a todos en todo. Lecciones de Gabi en el mediocampo y exaltado Siqueira en la banda. Godín y Miranda impenetrables junto a Moyá. Un todo que exhibió de golpe las numerosas virtudes que atesora este Atlético y que desplegó su excelencia para borrar la superior calidad del Madrid.